¿Cómo contar la vida de la máxima leyenda? El desafío de toda biopic encuentra en Senna (flamante estreno de Netflix) una respuesta paradójica. Ya no se trata de hallar al intérprete exacto o tomar los puntos inequívocos de su trayectoria. En este caso, la producción tiene como antecedente el memorable documental de Asif Kapadia, también disponible en la plataforma de streaming, que lleva por título un apellido que representa mucho más que la estela de un corredor de F1. Su nombre, replicado en miles de autos con stickers, encarna una filosofía de vida. Menudo reto entonces para el actor Gabriel Leone. “Se trataba de la experiencia, la sensación de estar en el circuito, en un auto, sin importar su tamaño o su potencia, y que nos acostumbráramos a ese efecto. La adrenalina, el potencial peligro, el miedo, un choque, un giro, incluso los artículos físicos —los guantes, el casco, el balaclava -entrar y salir del auto; en resumen, toda la competitividad”, dice el carioca en una entrevista cedida a Página/12.
La entrega comienza por el final: el accidente que le costó la vida a Ayrton Senna durante el Gran Premio de San Marino disputado en Imola. Estremecedor por como golpea en el inconsciente colectivo cuando su Williams se pasa de la curva Tamburello estrellándose a más de 200 kilómetros por hora contra un paredón de cemento. El “Senna bateu forte” narrado por el locutor Luis Roberto, el cartel de la marca Kronenburg, el cuerpo que no se mueve. Todo está allí. Leone, que venía de encarnar a otro corredor en Ferrari (Michael Mann, 2023), marca un antes y un después sobre lo que implica encarnar al piloto e ícono del país vecino. “Apenas tenía un año en 1994, cuando falleció Senna. Pero, como todo Brasil, crecí escuchando sobre él en casa. Aun sin haberlo seguido ni tener esa pasión por la Fórmula 1, él se convirtió en mi héroe. Supe desde el principio que este sería el honor más grande de mi carrera —y también el desafío más grande— debido a la gran responsabilidad que sería darle vida a un ídolo”, repasa el intérprete.
Cono buena hagiografía narrativa (la familia estuvo muy implicada con el material y la aprobación del actor) en Senna hay lugar para sus inicios en el karting europeo, la lucha contra la FIA, sus romances, la antinomia con Alain Prost, las hazañas con Lotus y McLaren y la devoción de la “torcida mais grande do mundo”. “Puse mi corazón, mi cuerpo, mi alma y toda mi energía en este proceso y en este papel. Estoy muy feliz”, sentencia Leone.
-¿Cómo fue la preparación para interpretar a semejante personaje? ¿Es cierto que lo llevaron vendado a la playa vendado y lo metieron en un tanque de flotación?
Gabriel Leone: A la coach María Silva le gusta mucho experimentar, ofrecer experiencias que puedan ser relevantes para los actores, basándose en las peculiaridades de cada personaje y cada proceso. Ella sabía que ya había participado en otros proyectos, en los que los personajes tenían una energía muy diferente a la de Ayrton. Así que me vi al espejo e intenté encontrar a Senna dentro de mí. Realizamos una transición muy fluida y sin presiones. Luego, experimentamos en un tanque lleno de agua con alto contenido salino, donde flotas y te quedas desnudo en la oscuridad por una hora. Es un tipo de terapia para la ansiedad y muchas otras cosas.
-¿Qué buscaban con ello?
G.L.: -La idea era sentirme como en un capullo, como en la cabina, como estar dentro de un auto durante horas, vuelta tras vuelta; en resumen, es como estar dentro del vientre. Después, fuimos a la playa para hacer ejercicios sensoriales y de memoria. Y luego de eso, empezamos a leer, fuimos a Argentina y, finalmente, me contacté con el equipo de producción y seguí conociendo mejor a mi personaje.
-¿Le dieron algún material de archivo para preparase?
G.L.: -Sí, fue uno de los momentos más emotivos para mí. Bianca (Senna, la sobrina del piloto) me compartió en privado algunas grabaciones de las llamadas telefónicas de Ayrton con su familia, que seguramente eran de principios de los ’80, poco después de que se fuera a Inglaterra. En aquel entonces, Léo Senna, su hermano menor, había armado una grabadora de llamadas. Recuerdo que, la primera vez que lo escuché, estaba en el auto volviendo a casa de un ensayo. Me conmovió mucho tener acceso a algo tan íntimo, una llamada telefónica... Eran llamadas diarias que no tenían nada fuera de lo común, pero poder oír su voz en un contexto tan normal fue fascinante. En la serie, oímos las llamadas a sus padres, que me sirvieron como una referencia muy importante. Del mismo modo, también tuvimos acceso a su correspondencia, la que también fue muy emotiva e íntima. De algún modo, logramos capturar un poco de su esencia y, por supuesto, la de otros personajes, como Zaza y Miltão (los padres de Senna) y Viviane, su hermana.
-¿Cómo fue enfocarse en el Senna íntimo desconocido por el público en general?
G.L.: -Creo que es un aspecto importante en la vida de Ayrton, y que lo definió muchas veces. Dedicó mucho tiempo al automovilismo y se enfocó totalmente en mejorar y afinar los coches para conseguir el estándar requerido para obtener victorias y títulos. La serie muestra sus relaciones románticas, pero también las barreras con las que estas relaciones se toparon debido a su vida, la distancia, el entrenamiento, estar al otro lado del mudo cada vez que competía, vivir lejos de Brasil y haber conducido por varios años en Inglaterra, en todo tipo de fórmulas. De algún modo, sacrificó gran parte de su vida privada en busca de la gran pasión de su vida: el automovilismo, competir y conseguir victorias. Me resulta interesante cómo todos sus intereses amorosos y sus relaciones siempre chocaban con este aspecto en particular.
-¿Cómo se preparó para las escenas de carreras?
G.L.: -Apenas llegué a Buenos Aires, junto a Matt Mella (Alain Prost en la miniserie) entrenamos en la pista de karting dos o tres veces a la semana por un par de meses. Hay pocas escenas de karting en la serie, pero hay una en la que estoy conduciendo de verdad. Aparte de mi preparación, creo que la idea de Maria era que aprendiéramos a conducir y ser mejores en karting; se trataba de la experiencia, la sensación de estar en el circuito, en un auto, sin importar su tamaño o su potencia, y que nos acostumbráramos a ese efecto. En la serie, no nos subimos a los vehículos. Los primeros planos de todas las carreras se filmaron usando un estudio de luz LED. Las carreras se grabaron con dobles, porque el riesgo era muy grande; era muy peligroso para actores sin experiencia conducir un auto de carrera, posiblemente uno de F1, incluso si no venía con ese tipo de motor, igual era la misma carrocería. Por eso, no manejamos, pero creo que el proceso en karting fue muy importante para que pudiéramos contar toda la historia —el antes y el después de las carreras, el principio y el fin, los choques, el detrás de cámaras— y que todo estuviera impregnado de esta energía y de lo que significa ser un piloto.