Con una bandera de Israel, otra de Estados Unidos y una de Argentina (en ese orden) Victoria Vanucci se presenta en su cuenta de Instagram como “Ex tenista profesional, actual chef, y activista del planeta tierra” (en inglés). Lejos están los días en los que era tapa de la revista Caras por su fastuosa boda plagada de famosos como Vicentico y Mario Pergolini, portando un vestido bordado con 2700 cristales Swarovski, cazando animales salvajes como leones y cocodrilos en safaris en África y recorría el mundo en jet privado, hospedándose en hoteles de lujo junto a su esposo, el polémico empresario Matías Garfunkel.

Garfunkel ya contaba antes de conocer a la modelo y tenista con un prontuario mediático propio. Parte de la familia Madanes, una familia de empresarios con enormes inversiones en el país y fortunas inconmensurables en paraísos offshore, Matías heredó capital para invertir en empresas de medios, con sus socios Raúl Moneta (con quien se peleó en el marco de la ley de medios), Sergio Szpolski (con quien dirigía el Grupo Veintitrés, dueño de diarios y revistas como Tiempo Argentino, Veintitrés y Newsweek y radios como Rock & Pop, Metro y Blue), y Mario Pergolini (que se asoció con Szpolski y Garfunkel en partes del proyecto Vorterix). La relación con Vanucci estuvo signada desde sus comienzos por una constante vigilancia mediática, a la cual la pareja se encargó de servir contenido en bandeja de plata.

Diez años más tarde Vanucci se muestra rebrandeada y completamente irreconocible tanto física como “espiritualmente”. Ahora vegana, activista ambientalista, se muestra en redes a través de un avatar que contiene todos los elementos del arquetipo de la soccer mom gringa: sus videos la muestran cocinando para sus hijos cosas extraídas de su propia huerta, con pelo corto carré, con poco o nada de maquillaje, ropa deportiva y simple, siempre acompañada de un collar con la estrella de David, símbolo de la religión a la que se convirtió antes de casarse con su ahora ex marido. Su feed de Instagram del último año presenta un enorme eclecticismo de contenido: videos haciendo recetas veganas de su emprendimiento actual Pachamama; festejando desde festividades judías a fiestas tradicionales estadounidenses como el día de acción de gracias; videos respondiendo a las críticas de sus seguidores acusándola de que sus hijos no hablan castellano; un video borrando la firma de Roger Waters de una guitarra como respuesta a su denuncia del genocidio en Palestina; y otros videos rememorando sus épocas de tenista profesional. A pesar de haber dejado atrás la cacería, las armas y los uniformes continúan siendo una presencia constante en su feed: en varios videos se muestra preparando recetas con un disfraz del ejército de Israel, las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF, según sus siglas en inglés).

Tiempos felices: la pareja antes de cruzar todos los límites de la exposición de su privacidad y la de sus dos hijes. 

En la salud y en la enfermedad

A pesar de separarse en 2019 después de ocho años juntos, Matías Garfunkel y Victoria Vanucci decidieron darse una nueva oportunidad, casándose nuevamente en Las Vegas en agosto para documentar su reconciliación en un reality show de Netflix. La relación en los últimos años volvió a resquebrajarse, en parte como consecuencia de los problemas de salud mental de Garfunkel, diagnosticado con trastorno límite de la personalidad, trastorno obsesivo compulsivo y bipolaridad.

En las últimas semanas, sin embargo, el feed de Vanucci se volvió un escaparate plagado de escenas de violencia doméstica, denuncias de acoso y pedidos de ayuda en los que sus propia protagonista transmitía estas imágenes en una escabrosa puesta en escena. Las secuencias están disponibles en el perfil de Victoria abiertas a comentarios en los que sus seguidores interactúan, envían mensajes de apoyo y muchas veces hasta cuestionan el accionar y el estado mental de la ex modelo. Ella se toma el trabajo de contestar a las críticas y agradecer a quienes le creen y la defienden. En el medio de denuncias cruzadas de violencia, maltrato y amenazas de suicidio en distintas redes, Instagram parece un Gran Hermano macabro en donde se televisa el día a día de la situación desesperada en que se encuentra la familia Garfunkel.

Por otra parte, la cuenta de Twitter del empresario no se queda atrás en su siniestra exposición de la violencia que se vive en estos últimos tiempos en el hogar y el frágil estado de salud mental en el que él se encuentra. En varios tweets el domingo admitió su diagnóstico de bipolaridad mas negó los cargos de violencia de los que se le acusa y arremetió contra Vanucci con análogas acusaciones, llegando a decir que sus propios hijos le tienen miedo. En otra serie de tweets llegó incluso amenazar con quitarse la vida despidiéndose y pidiendo perdón a sus hijos y a su madre.

El pasado 30 de noviembre Vanucci subió a su cuenta de Instagram ocho videos en los que expone a su marido siendo verbalmente violento con ella en presencia de sus hijos, mostrando escenas de gritos, portazos e intentos de arrebato de su celular. La primera de estas escenas está acompañada de la siguiente denuncia: “Lamentablemente, el padre de mis hijos quiso hacer esto público. Su psiquiatra y compañía pidieron que esté en un instituto psiquiátrico por abuso físico, mental y por manipulación de mis hijos. Siempre traté de que la verdad no saliera a la luz por vergüenza, pero el arreglo era claro, yo jamás hablaría mal de él frente a mis hijos y viceversa, pero él tiene una enfermedad: bipolaridad extrema, más borderline personality y obsessive compulsive behavior. Por último, me siento orgullosa como madre y siento que di todo de mí para ayudarlo y que mis hijos vean esas acciones para que el día de mañana piensen que jamás le solté la mano; me duele el corazón”.

Los siguientes posteos muestran a Vanucci en una cama de una clínica, el POV enfoca el brazo con suero, la leyenda explicando “En el día de ayer me golpeó la cabeza lo cual causó concussion head injury” junto con el parte médico detallando que sufrió una conmoción cerebral, que Vanucci expone como prueba de la violencia ejercida por su pareja y para negar la versión del empresario de que se habría provocado las lesiones a sí misma. Finalmente, como broche de oro de esta secuencia Vanucci exhibe videos y fotos de Garfunkel siendo aprehendido por la policía de Utah bajo los cargos de violencia de género.

En otro carrusel hace un compendio de fotos de su hijastro Juan Garfunkel sosteniendo armas de asalto desde su infancia hasta el día de hoy y respondiendo a las denuncias acusándola de violencia física y verbal tanto para con sus hermanos como para con su padre. Según el hijo mayor del empresario “(Vanucci) Siempre tuvo historias de violencia, hasta en su pareja anterior. Yo mismo vi algunas con mis propios ojos a los 14 años, como cuando le rompió una costilla en Los Ángeles (a Garfunkel) y me lo intentaba ocultar. ¿Por qué mi viejo se la bancó tanto tiempo? No tengo respuesta”. Los videos tienen en conjunto más de cinco mil comentarios, tanto en inglés como en castellano, muchos de los cuales aprovechan la oportunidad para cuestionar la labor de Vanucci como madre, recordarle escándalos de su pasado ―en un intento de deslegitimar su denuncia― decirle que se merece lo que le está pasando o acusarla de mentirosa. Otros le dan fuerzas, la defienden, le mandan cariños y le cuentan que pasaron por situaciones de violencia similar y pudieron superarla. La audiencia opina, ataca, toma partido, se burla. Todos se preocupan por la salud de los niños involucrados, los dos hijos de la pareja: es un grupo focal virtual, una corte de la opinión pública dando su sentencia ao vivo.

Seis días después de iniciar su denuncia Vanucci muestra una bucólica escena de sus dos hijos en una granja alimentando animales, cuenta que los niños están recuperándose, haciendo terapia y comenzando el colegio. Matías Garfunkel eliminó sus tweets acusatorios y sentenció: “Yo no lo sabía y pido disculpas por haber ido contra la Torah y las enseñanzas judías en general, que enfatizan fuertemente la (shalom bayit) importancia de mantener y evitar divulgar innecesariamente asuntos familiares privados”.