Los plazos apremian y la presión aumenta. Cuentan los pocos "infieles" que quedan en el Gobierno Nacional que el titular del INDEC, Marco Lavagna, está inquieto e incómodo con la demora intencional que el Ejecutivo de Javier Milei le está imprimiendo a la presentación de la nueva medición de inflación. Terminado desde octubre, el nuevo IPC -que entre otros puntos actualizó los consumos familiares y le da un peso más importante en el indicador a los servicios y tarifas, lo que más aumenta en la era libertaria- debía ser presentado en noviembre para entrar en vigencia en 2025, pero la política metió la cola.
Inclusive, Página I12 tuvo acceso a fuentes cercanas al Fondo Monetario Internacional (FMI), que admitieron que el organismo le expresó al Gobierno que el cálculo actual no es representativo y debe corregirse para respetar el manual de prácticas estadísticas internacionales que tiene el organismo. Hubo visitas puntuales para charlar del tema.
"Che, ¿pero esto no va a hacer que la inflación de más alta?", preguntó un alto funcionario de Hacienda al entorno de Lavagna. La consulta, que no es una inquietud de pocos, evidencia la intención oficial, expresada incluso por el vocero del Presidente, Manuel Adorni, de patear hacia adelante el nuevo IPC. Pero lo curioso es que, aplicando la nueva fórmula, podría haber algo más de inflación -es dificil estimar cuánto-, pero no alteraría la tendencia si es que sigue a la baja. ¿Por qué, entonces, el Gobierno demora la presentación del nuevo IPC?
Las reuniones con el FMI
La respuesta hay que buscarla en los juegos estadísticos que Milei viene haciendo con el indicador. La idea oficial, según supo este diario, es llevar al 2025 la aplicación de la medición, porque entiende el ministo de Economía, Luis Caputo, que el año que viene estará hecho el grueso de la recomposición tarifaria, ergo, tarifas de luz y gas no impactará tanto como debería haber impactado este año si se hubiese implementado el nuevo IPC. Inclusive el Gobierno intentará, el año próximo, año electoral, que no haya autorizaciones tan seguidas de subas en las medicina prepaga y los colegios privados, otros dos rubros que están pegando mucho hoy, pero que la metodología actual no computa.
Algunos que en el Gobierno conocen los manejos especulan con que la última chance que Milei y Caputo tiened de habilitar la comunicación de la nueva fórmula del IPC es cuando se publique, la semana próxima, la inflación del mes noviembre. El asunto es que esa presentación debe incluir, por recomendación técnica, una conferencia de prensa para dar detalles. En ese escenario, surgirían preguntas incómodas de cuál hubiese sido la inflación del año corriente de aplicarse una metodología nueva, que compense el peso de tarifas y regulados con Alimentos, hoy el rubro que más explica la desinflación. "El Presidente no tiene ganas de estar poniendo en discusión el índice de inflación, hemos logrado instalar que la inflación está bajando, mejor no tocar nada", admiten cerca de Adorni.
En este contexto, funcionarios técnicos del FMI estuvieron en Argentina a fines de septiembre, viendo con personal del organismo que comanda Lavagna los detalles del nuevo indicador, lo revisaron, los validaron y pidieron que se da a conocer cuanto antes. El Manual de Estadísticas del FMI recomienda que los países actualicen su IPC cada 5 años. La medición actual, que Lavagna ya venía haciendo en la gestión de Sergio Massa en Hacienda, está excedida en casi todos los plazos y formas: tiene base 100 en diciembre del 2016, y usa una Encuesta de Hogares (Engho) del 2004-2005. Una foto más que antigua, que no muestra ni por asomo en qué gastan las familias sus ingresos.
La nueva fórmula no sólo suma una mayor cantidad de precios, sino que tiene una Clasificación del Consumo Individual por Finalidad (Classification of Individual Consumption According to Purpose, COICOP, por sus siglas en inglés, una herramienta que emite Naciones Unidas), que es del 2018, mucho más actual que la del IPC de hoy, que es de 1999. Por ejemplo, para ver lo malo que es el IPC actual, alcanza con mostrar que el IPC de la Ciudad de Buenos Aires hace tiempo trabaja con el COICOP del 2018. Además, se apoya en la ENGHO del 2018. "Si la ENGHO del 2018 muestra que las tarifas tienen un mayor peso en las familias, el IPC debe mostrar lo mismo", consideran los que conocen el paño.
Especulaciones en el Palacio
El Gobierno de Milei se ha caracterizado, desde el inicio de la gestión, por el uso particular de las cifras, moldeadas o falsas, para reflejar contextos que no suelen condecirse con la realidad. Con el IPC ocurrió, en este sentido, algo legal pero que se apoya, tiene su corazón, en la demora de publicación de la nueva metodología del cálculo de inflación.
Es que al posponer la nueva canasta, que pondera más alto el peso de los servicios, se jugó estadísticamente con la menor alza del precio de los alimentos para compensar las mayores subas autorizadas por el Gobierno en tarifas, prepagas, colegios privados, peajes, luz, gas, transporte y agua.
En el Ministerio de Economía no ocultan lo que se ve en los números: que cada vez que el Gobierno veía que Alimentos -el rubro que hoy explica buena parte del IPC- se mantenía bajo, se autorizaban tarifazos. Cuando los Alimentos se disparaban, frenaban los tarifazos. Eso se hizo para compensar alzas y bajas sin afectar el promedio. De hecho, el Gobierno acaba de confirmar que congela la quita de subsidios a las tarifas hasta abril del 2025. ¿Casualidad?
Naturalmente, cuando la tendencia inflacionaria es a la baja, no hay debates sobre la tendencia, pero sí sobre si el IPC refleja la realidad de los costos familiares. Hoy, los servicios tienen un peso que se come hasta el 50 por ciento de los ingresos familiares, por eso la gente en la calle sigue diciendo que la plata no alcanza, aun con un IPC desacelerando.
Aquí entra en juego, según los especialistas, que esa demora en la nueva metodología del IPC no sólo afecta al cálculo de inflación, sino también al del poder de compra de los salarios y, esto es vital, a las canastas de pobreza a indigencia. Cuando el nuevo índice se publique, esas mediciones también van a estar alteradas, ergo, hoy tampoco están mostrando la realidad. De hecho, hay una consultora, Vectorial, que tomó la ENGHO del 2017 y 2018 e hizo un cálculo de qué pasa con los ingresos: medidos al IPC de hoy, en agosto, los ingresos reales de los privados registrados están 1,8 por debajo de la inflación. Pero "si se utiliza la inflación corregida por la ENGHO más reciente, esta caída llega al 6,9%. A nivel general, también hay importantes brechas, en donde se observa que el índice de salarios reales con la inflación del INDEC tiene una retracción del 6,8% respecto a noviembre mientras que la presentada en estas líneas conlleva una baja del 11,7%".
Qué incluye la nueva medición
El IPC actual toma como referencia cifras de una canasta del 2004, mientras que la medición que espera ver la luz toma la canasta 2018. En ese orden de cosas, el IPC que hoy se usa tiene a Viviendas y Servicios explicando un 9,44 por ciento del IPC Nacional. Con el cambio, pasarían a ponderar 14,5 por ciento. El cambio es importante porque el rubro venía creciendo, hasta octubre, el doble que el IPC general.
En el caso de Alimentos, la nueva metodología los pondría explicando un 22,7 por ciento, cuando hoy explican el 26,9 por ciento del índice. El Gobierno no quiere este cambio no sólo porque Servicios se encareció, sino porque los precios de los Alimentos (por la recesión y la caída del salario) sube menos de la mitad del promedio, pegando menos en IPC.
Otro de los temas nuevos en el IPC es que se medirán 500 mil precios, contra los 320 mil actuales. Asimismo, Transporte pasará de ponderar un 11 a 14,3 por ciento; mientras que Salud bajaría del 8 al 6,4 por ciento. En los dos casos, las alzas son mayores que el IPC promedio, pero en Prepagas, que daña a los sectores medios, ponderaría menos. En Comunicación, que ya anunció una suba de 3,6 por ciento para diciembre, la ponderación pasará del 2,83 al 5,2 por ciento.