Calle Corrientes es conocida por sus teatros icónicos, cafés notables y –claro– sus librerías. La noche del sábado estuvo dedicada al encuentro entre escritores, lectores y libreros en una nueva edición de La Noche de las Librerías. Las actividades comenzaron a las 18 hs. y se extendieron hasta la una de la madrugada con un clima agradable que acompañó la caminata por locales y distintos escenarios montados en la vía pública, aunque con algo de viento. El epicentro fue Avenida Corrientes pero este año la grilla se extendió a barrios como Villa Crespo, San Telmo, Villa Ortúzar, Palermo y Colegiales.
Una de las actividades más importantes tuvo como protagonista a Mafalda, el histórico personaje de Quino que acaba de cumplir 60 años. Una Mafalda inflable gigante esperaba al público junto al Escenario Obelisco para la foto: familias, grupos de amigos y transeúntes sin compañía que optaban por la selfie se fueron turnando para tener su registro con la pequeña amante de los juegos y la política. La bookfluencer Cecilia Bona narró la historia del personaje, su recorrido en estos 60 años y sus viajes más recientes desde la ONU hasta la entrega de los Premios Emmy sin escalas.
En el mismo escenario tuvo lugar un cruce entre las escritoras Liliana Heker y Julia Coria moderado por Maxi Legnani. Charlaron sobre sus primeras lecturas, los autores que las motivaron a escribir, aquellos libros que generaron emociones intensas y esos ejemplares que jamás prestarían. La autora de Zona de clivaje compartió una cronología pasmosa: a los seis años y medio llegó a lo que sería la puerta de ingreso a la literatura: Las niñas modelo. A los 12 años se animó a Los miserables, a los 14 se sumergió en los diez tomos de Jean-Christophe y a los 20 ya había leído El quijote. "Con Los miserables supe lo que era la ideología y entendí de qué lado de la realidad estaba", confesó. Coria, por su parte, recordó que su abuela le leía "todas las noches, sin criterio y sin medida" porque "se leía lo que había", y aludió al shock que le causó Boquitas pintadas de Puig.
Luis está sentado en la platea montada sobre la avenida; es de Ecuador y no conoce a las autoras pero apunta en su anotador varias recomendaciones que las autoras hacen a lo largo de la charla. Cuando se le pregunta qué lo convocó, dice: "A mí me gusta la lectura desde hace muchos años. Estoy de viaje por Buenos Aires, leí un anuncio sobre este evento y me interesó. Caminé unas 25 cuadras para llegar y valió la pena. Es muy valorable todo esto, ojalá pudiera replicarse en otras partes del mundo".
En la Estación Los Siete Locos se desarrolla Las Listas, una de las propuestas más atractivas porque involucra escritura de puño y letra a la vieja usanza, en modo analógico. Malena Saito, su creadora, cuenta a Página/12: "Es una propuesta interactiva. La idea es exponer pequeñas listas de poetas argentinos e internacionales y dejar algunas libres para que la gente pueda escribir. Es un ejercicio sociológico y catártico: la gente escribe las cosas que le hacen feliz, las cosas que cambiaron, las cosas que olvidaron o perdieron, y por dejar su propia lista, se llevan un poema de regalo".
El resultado es una suerte de escultura colectiva, una soga con broches que se va completando con los aportes de todxs. Bajo la consigna "Cosas que debo hacer pero no voy a hacer", alguien escribió en letra prolija: "Cocinar. Limpiar. Todo lo que hice durante 80 años no lo hago más!!!". La premisa es difundir la literatura pero también escribir porque, como asegura Malena, "la escritura está al alcance de todos". Después de la entrevista una visitante irrumpe para agradecer "esta propuesta tan creativa": Mónica es profesora de literatura en Avellaneda y dice que replicará la idea con sus alumnos en el aula.
Este evento celebra la lectura, pero también es necesario recordar que la situación de la industria del libro está lejos de ser la ideal. Roberto, librero de Hernández, explica un poco cuál es el panorama: "Esperamos que se venda bien, pero este año empezamos mal porque no se hizo todo peatonal como antes. A nosotros nos toca del otro lado y creo que esta vez hay menos afluente de personas. La venta de libros bajó entre un 20 y un 30 por ciento. Por ahí ganás la misma plata pero vendiste menos porque los costos subieron, entonces hay menos consumo. La gente está buscando otras opciones: pide prestado o baja libros por Internet. Esto es parte de la situación económica general en nuestro país. No hay ayuda de ningún tipo por parte del Estado ni acciones de los privados para alentar la compra de libros".
El sol cae, las luces se encienden y el público lector se mezcla con los espectadores que hacen fila en la puerta de los teatros. Los puestos de libros copan la peatonal, hay varias mesas con actividades para las infancias, lecturas, homenajes y un sector con resposeras y auriculares para "leer con los ojos cerrados" (el menú literario va de Borges y Cortázar a Mariana Enriquez y Alejandra Kamiya pasando por Hernán Casciari o Tamara Tenenbaum). Las calles están tomadas por los libros y la palabra; los grandes protagonistas son los autores y los lectores.