La primera aproximación musical entre Juan Falú y Silvia Pérez Cruz sucedió en 2016. Ella, cantora y compositora catalana con ocho discos en su haber, asistió a un concierto de él, y la cosa terminó en guitarreada. “Compartimos unas canciones en un bar, luego del concierto. Me marcó muchísimo verlo tocar”, evoca Pérez Cruz. Pasaron seis años entre aquella noche y el reencuentro. Tras un largo raid virtual de búsqueda sin suerte por parte de ella, coincidieron una noche en el Café Berlín de Madrid, donde Falú la invitó a cantar tres temas, durante un concierto suyo: “Oración del remanso”, “Piedra y camino” y “La nochera”. Fue la instancia previa al tercer gran y definitivo paso del dúo: la grabación de Lentamente, disco que presentarán el viernes 13 de diciembre en el ND Teatro (Paraguay 918). “Aquellos tres temas que hicimos espontáneamente en Madrid nos dejó con ganas de tener un registro. Y así fue: nos juntamos en el estudio y en un par de horas grabamos el disco”, cuenta Falú, días previos a la girita criolla que seguirá el lunes 16 en el Teatro Alberdi de Tucumán (Colón 1559); el martes 17 en El Teatrino de Salta (Latorre 1211); y el jueves 19 en el Studio Theatre de Córdoba (Rosario de Santa Fe 212).

Además de la tríada de canciones que le dio origen, el disco contiene versiones de “La nostalgiosa”, “Carinhoso”, “Sampa”, “Chacarera de las piedras”, “Nostalgias”, “Mi última canción triste” y “Algarrobo”. “Se trata de un trabajo flexible en las dinámicas del ritmo, de los silencios, de la emoción, y de la forma en que resuenan palabras y notas”, define la catalana, mientras el tucumano festeja la modalidad de grabarlo “de un tirón”, sin separar un tema de otro. “Fue idea de Silvia y por supuesto contribuyó a la espontaneidad de las versiones”, asegura.

-¿Por dónde pasa la sinergia entre ambos?

Juan Falú: -Personalmente, celebro los encuentros del canto y la guitarra cuando dialogan en sintonía. Esa sintonía no es tan solo musical. Allí se revela también un modo de sentir el arte y la vida. Si eso no ocurre, el encuentro será una mera contingencia de la vida. Con Silvia, más allá de su inmensa estatura de cantora y artista, encuentro ese diálogo profundo.

Silvia Pérez Cruz: -La conexión con Juan es muy natural. Él tiene una manera de cuidar y amar la música, sus contrapuntos, sus silencios… Me siento muy libre cuando hacemos música juntos.

-¿Bajo qué parámetros consensuaron el repertorio?

S.P.C.: -Salió natural, en Buenos Aires, comiendo en casa de Juan. Yo le decía las canciones argentinas que sabía y él iba eligiendo. Las canciones son como excusas para poder conversar, pero cuando son tan hermosas es una maravilla. En este sentido, el folklore argentino goza de tal riqueza poética, melódica y rítmica que nada puede ir mal.

J.F.: -Tal cual. Cualquier canción que conozcamos y nos genere lo gozoso del encuentro, va. Hay un gesto de Silvia que valoro mucho y este es el de celebrar la música argentina que está en sus entrañas.

El trabajo debe su nombre al oído atento y curioso de la cantante, cuando escuchó hablar al guitarrista en el Berlín madrileño de la lentitud como una manera de vivir en estos tiempos trepidantes. “Le recordé aquella secuencia cuando entramos a grabar, pero le pareció que lentitud era una palabra muy fuerte para nombrar el disco. Entonces quedó Lentamente, que suena más humilde”. “Fue idea de ella, sí”, refuerza el fundador del Festival Guitarras del Mundo. “Como grabamos de un tirón, sin pausa entre tema y tema, con versiones libres y sin tiempo para una escucha posterior, no hubo un recuerdo claro del resultado final. Pero al editar, apareció un pulso tranquilo que atraviesa todo ese camino musical y ahí apareció el título”.

-Además, lo lento se vincula al silencio, estadio del alma muy preciado en estos tiempos en que el grito nervioso se torna insoportable. Y el vértigo existencial también.

J.F.: -.Es que lo lento es un recurso de la sensibilidad. Es una necesidad, un descanso, un reparo, y también un desafío en estos tiempos. Una consigna a seguir. Una batalla que se libra contra el vértigo enajenante, sí.

S.P.C: -Y entonces, este disco sería proclamar el silencio ante tanto ruido, y la quietud ante esta velocidad atroz. En la retórica musical se habla del silencio expresivo. En lo concerniente al dúo, en este sentido, siento que cuando Juan hace un silencio, ya hay muchos secretos. Es más, está todo, porque es un silencio confeso. No es un silencio de la duda, sino del respirar.

J.F.: -En efecto, el silencio aparece en todos los temas y sus versiones, como un juego entre decires impetuosos y reflexivos que se presentan en una misma canción. Eso no se planifica. Cuando sintonizan esas dinámicas en el diálogo de a dos, la interpretación es una comunión, y ahí aparece lo gozoso del encuentro.

Otro paso fuerte de este encuentro fue la serie de conciertos que el dúo transoceánico realizó por Francia y España. Ella y él expresaron su magia sonora en el Theatre de la Ville, frente al río Sena de París. También en el emblemático Teatro de la Maestranza, en Sevilla, donde confluyeron en la calle con unas bailarinas flamencas –una de ellas tucumana como Falú-, que terminaron subiéndose a escena. “Encontrar bailaoras interpretando sevillanas en un paseo del barrio Santa Cruz de Sevilla y descubrir que una de ellas es tucumana fue una secuencia hermosa”, destaca el guitarrista. “Sevillanas fluyendo hacia la zamba y una tucumana trayéndola de vuelta, con el mismo donaire y sensualidad de aquí y de allá. Muy bello, por cierto”, concluye.