Gatika nació el 3 de septiembre de 1993 y tiene los ojos de un marrón tan profundo que hasta da lástima que los tape en sus shows con lentes negros. Con la barba clara y el provocativo vello en el pecho que no le molesta mostrar, la rubia platinada oriunda de San Juan capital no para de crecer en la escena musical del under LGBT. Su estilo pop con tintes urbanos y de reggaetón lo llevaron a ganar el concurso “Toca en la Marcha 2024”, una iniciativa de la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo de Buenos Aires y le permitió apropiarse del escenario en la multitudinaria XXXIII Marcha del Orgullo.
SOY conversó con el artista sobre ese momento y lo que espera de su carrera.
El 2 de noviembre tocaste en la XXXIII Marcha del Orgullo de Buenos Aires, ¿Cómo viviste eso?
—Yo no sabía con quiénes competía y después me enteré que eran más de 60…fue una locura. Tocar ahí era uno de mis objetivos. Me acuerdo cuando saqué los primeros temas pensaba "tengo que llegar a tocar en la Marcha". Es un escenario muy importante con toda la historia que tiene, me lo tomé con mucho respeto. Que hayan considerado que el proyecto era bueno para estar ahí...me voló la cabeza.
Entre tema y tema ese día dijiste: “Banquemos los proyectos LGBT que tienen igual calidad que los de los pakis que usan nuestros conceptos"...
—Cuando pensaba qué decir y desde qué lugar uno de los puntos era ese... tomémonos el tiempo de escuchar qué hay en el under. Muchas de las cosas del mainstream que nos parece novedoso se hace ya hace tiempo en la movida LGBT y aunque está buenísimo que llegue al mainstream hay que mirar un poco más al under y al pop local. Hay mucho contenido muy sincero, de mucha calidad y que se banca sólo con las ganas de hacer: eso tiene muchísimo valor.
Gatika había tomado clases de danza clásica y contemporánea en su provincia natal, mucho antes de pensar que podía dedicarse a esto. Un programa de danza en el Teatro del Bicentenario de San Juan lo introdujo a bailarines profesionales de Buenos Aires, reconocidos, que llegó a admirar. Eso lo motivó, hace 10 años a acercarse a la Capital e iniciar la Licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad Nacional de San Martín.
¿Cómo fue ese cambio desde las provincias?
—Si bien tenía un hermano viviendo acá, dependía de mí. Así que fue hacer la carrera mientras laburaba. Además de la carrera hacía cursos y audiciones por fuera; al poco tiempo empecé a laburar en el Colón y compañías. En paralelo a la carrera formal yo estaba encajetado con que quería ser un bailarín independiente, como los que admiraba. Me focalicé mucho en eso y terminé sin recibirme.
¿Quiénes son esos que admirás?
—Aquellos que rompían con la danza tradicional de alguna forma. Las obras de Pablo Rotemberg, por ejemplo, me volaban la cabeza. Lo que más me llamaba la atención es que eran disruptivos, que llevaban la danza a la perfo que era lo que más me convocaba: hacer un cruce de la danza tradicional a algo más trash.
¿Cómo pasaste de bailarín a cantante?
—Todavía me cuesta hacerme cargo del mote de cantante, siempre digo que soy más performer.. A la música llegué como una joda que quedó. Dentro de mi formación siempre me gustó crear, me da curiosidad el hacer. Me gustaba audicionar y demás, pero más me gustaba hacer mis propios universos. Con una amiga, Ludmi Mazzucchelli, empezamos a hacer en dúo un proyecto, que nosotros decíamos que era "de investigación", que se llamó "No Es Necesario". Cada vez que nos juntábamos probábamos algo distinto e íbamos viendo. Eso tomó formas más de lo performático y me gustaba. En ese momento empecé a trabajar en fiestas a la noche y a encontrarme con ese público que es más orgánico; ver shows más explosivos, más populares, porque en la danza el público es de nicho todavía. El último proyecto que hicimos con el dúo fueron cápsulas de perfos y yo me encajeté que quería cantar y lo hice. Durante la pandemia conocí a Lean Vázquez, que venía de hacer videoclips y encontré un goce más filmando las primeras canciones. Me fascinan las palabras, como funcionan, lo que generan. Sin saber nada de canto, ni de producción pero bueno: si tampoco estaba ganando plata con lo otro... ¿no?
¿Por qué te identificás más con lo performer? ¿Qué es eso para vos?
—Es difícil de responder qué es la perfo. Me cuesta que es algo subjetivo. Entenderme performer fue una segunda salida del clóset para mí, algo muy personal, ver de qué manera hago convivir mi formación profesional y cómo lo uno con otras cosas que me habitan: los looks, cantar, el actuar, la sensualidad. Cuando pienso en un vivo mío automáticamente pienso en perfo. También creo que es la manera que encontramos de decirle a eso que hacemos en el escenario. No me paro sólo a cantar ni a bailar, construyo un fantasía. También me cuesta hacerme cargo todavía de la palabra cantante pero me cuesta abandonar lo de ser bailarín.
¿Cómo fueron esos primeros temas?
—Para mí ser bailarín era muy importante en lo que yo soy, entonces encontrarme con algo más fue hacerme cargo de que me estoy yendo por otro lado y que tenía que empezar de cero. Siempre me respeté mucho y entendí que es un proceso, traté de que no me gané la ansiedad. Me mandé a hacer y generar alianzas con amigues que es siempre lo que nos sostiene. Las alianzas en el under es lo único que hace que funcione. Cuando no tenés nada que te sostenga económicamente tenés que hacer redes. En un rodaje somos 15-20 personas que confían en lo que uno hace y uno también confía en elles: es hoy por mí, mañana por ti; cuando suba una subimos todas.
—¿Cómo es esto de tejer alianzas? ¿Cómo lo vivís cuando estás con otros artistas en el escenario?
—Tengo cada vez más esa sensación que tenía con la danza, de querer estar al lado de los bailarines que admiraba. Llegué muy rápido a eso de estar en la misma movida que cantantes del under que admiro. En el escenario de la Marcha, por ejemplo, me acompañaron Vera Frod, Ceretti.. para mí es un montón. Siento que en el under la que está más arriba ayuda a la de abajo, hay mucha consciencia del otro. Con Vera Ford vamos a sacar un tema ahora el 19 de diciembre titulado Fantasma. Ella es un gran ejemplo de entender el under, el laburo, lo que lleva y es de las que más respeto. Con Galán sacamos un tema y es de los que más confiaron en mi proyecto; labura con grandes artistas, como Lali, y es súper generoso con su trabajo. Ceretti, Matt Montero, son artistas referentes que están disponibles para cualquiera. Me parece importante destacarlo, que nos apoyamos mucho.
La Fiesta Pop Hereje eligió uno de tus temas para formar el top 100 del 2024, ¿cómo ves la relación con estas fiestas del palo y los artistas LGBT?
—Hago una mención especial de la Pop Hereje porque se toman mucho tiempo en escuchar qué está sonando, lo hacen con mucho respeto y enaltecen mucho a los artistas. Tienen un ojo muy particular. Empezaron como un proyecto muy chiquito y ahora explota. Escuchas temas de Lady Gaga o de la Franivv, las podés escuchar en vivo a muchas de nosotras. En muchas fiestas están comenzando a dar un poco de bola. Siento que es nutritivo y que debería hacerse incluso más.
—En una de tus playlist de Spotify incluís tus temas junto a SixSex, Charlie XCX, pero también Ceretti o Mon Laferte. ¿Cómo definirías tu estilo?
—Siento que estoy descubriéndolo, investigándolo. Pero de lo que más me hice cargo es que lo que hago es pop, que quiero hacer pop y aunque esté atravesado por el reggaetón quiero seguir profundizando que sea pop. Es con lo que crecí y aunque quiera hacer otras cosas lo que me conecta es eso con la música.
Muchas artistas mainstream se suben a la estética más cuir, maricona como algo superficial. ¿Cómo incluís estas narrativas en tu música?
—No lo veo como necesario pero siento que todo lo que haga me va a estar atravesado por vivencias LGBT porque desde niño las vivo, entonces me es inevitable. Me agrada que no tenga que hacer grandes esfuerzos para estar asociado a la comunidad o a la movida. Muchas de las cosas que escribo son también fantasías o algo más lúdico, las más profundas quizás tienen que ver con lo que pasa en mi cabeza. En la obsesión, en dar vueltas sobre un mismo pensamiento, porque así funciona mi cabeza. Esos son mis dos motores.
¿Hay una búsqueda de no hacer música con estética de nicho?
—Detesto la literalidad. Siento que es mi desafío, tratar de ser lo menos literal posible. Ya soy marica, soy puto, todo lo que cuente va a estar atravesado por eso pero también soy San Juanino, migrante. Me considero un consumidor promedio y pienso mucho en qué escucho, qué quisiera escuchar y qué quiere escuchar las demás personas. Mi objetivo es que con mi música te comas el viaje, no que me escuches a mí. Cuido mucho el sonido e intento trabajar con productores que entienden bien el sonido. No tiene que ser una masturbación conceptual mía y nada más.
Un diferencial tuyo es el cuidado de los sonidos pero sobre todo la imagen que proyectas en los videoclips. Hay una cosa armoniosa y estética que no todos los artistas del under pueden ostentar…
—Son una construcción en base a lo que me va a hacer sentir cómodo. Cuando veo algo que siento forzado no me gusta. La búsqueda es ver lo que me identifica, a veces parece grandilocuente pero siempre intento que sea lo más minimalista posible. Nunca trabajo sólo, sobre todo en lo estético, en el vestuario y el make up. Trabajo con gente que tiene una visión de la moda y de lo actual muy puntual y prefiero confiar en ellas —Rich Rules, Guio Gerosa—. Yo le paso las referencias y la indicación de que me sienta cómodo, después confío en ellas. Ahora voy a trabajar con Tomy Gut para el video de Fantasma, y también confío plenamente en su visión, como con Lean Vázquez.
¿Qué se viene?
—El video con Vera Ford del 19 de diciembre. Dos fechas en la pop hereje (una el 21/12) y estaré en Noche de Mostras Cerrando el año el 26/12. El año que viene tengo ganas de sacar un álbum con algunas colaboraciones. Un álbum que me sepa a escuchar a mí mismo, que lo sienta orgánico y que la gente lo reciba porque es sincero. Se viene mucha música.