En el limbo entre Parque Chas y Chacarita se ubica el estudio en el que Mujer Cebra atiende a esta entrevista. Justo ahí, un año atrás, se organizó la escucha del segundo disco del power trío porteño, Clase B, que tras su edición en octubre de 2023 se posicionó como uno de los mejores manifiestos que legó el rock acuñado por la Generación Z. Su relato caló tan hondo que la remera que contiene el arte de tapa del álbum, al igual que el imaginario que gira en torno a él (de la autoría de Santi Muscardi), es habitué en los recitales que se hacen en la ciudad. Incluso en los que no son del grupo. “Es como la remera de Nirvana o de Joy Division: combina con varios estilos”, explica el baterista Patricio García Seminara. A lo que el cantante y guitarrista Santiago Piedra añade: “Volvió la apropiación a partir de la remera, la mochila o el pin”.
Sin embargo, el fenómeno que generó el trío no fue azaroso. “Hicimos un disco de canciones sustanciosas que fueron al grano y eso contrasta con el rock sanatero que se hace hoy. Supongo que eso repercutió en lo estético”, reflexiona el frontman, cuya banda despedirá un año exitoso y convocante el miércoles 11 en el Teatro Vorterix (Lacroze 3455). “Más que buscar un eslogan para lo que hacemos, queríamos que las canciones hablaran por nosotros, no sólo que fuesen bonitas o sonaran lindas. Ese repertorio responde a una situación más plástica. Veo muchas cosas que suceden que no están buenas y que son temporales, y para mí lo que queda en el tiempo es lo que tiene corazón. Esta vez tratamos de hacer algo más atemporal porque las emociones nunca pasan de moda”.
-Si algo que distingue a sus recitales es que parecen una sesión de catarsis para el público. ¿Ustedes cómo viven eso arriba del escenario?
Santiago Piedra: -Para nosotros es importante que lo que le pase al público con nuestra música no suceda sólo en ese momento sino que también lo transforme por dentro. La música que me influyó no tuvo que ver con pintarme el pelo de colores y ponerme un pantalón de cuero. De todas formas, esa idea romántica de que vos podés cambiar el mundo con tu música fue parte de otra época. Lo que sí podés hacer es cambiarte a vos y a tu mundo.
-¿Y por qué hacés música?
S.P.: -Hacemos la música que queremos escuchar. Mi arte lo hago para mí, no para los demás. Estar conectado todo el tiempo, mostrando lo que hacés, termina quemándote. Hay una cosa de complacer y gustar que te separa del hecho artístico, aunque es cierto que hoy los estímulos funcionan cada vez más rápido: te pasa, te rompió la cabeza y ya está. Salgo de un show, incluso de uno mío, y ya estoy buscando algo más. Esa corrida determina que hay que saber parar la pelota. No creo que sea casualidad el nivel de ansiedad que vive la gente, la locura de hoy en día.
Las canciones de Mujer Cebra revuelven el existencialismo, en tanto que su música es un menjunje de influencias que oscilan entre el post punk y el grunge. Es por eso que pueden ser considerados como uno de los bastiones del post grunge en la Argentina, aunque Spotify se encargó de carear a esa etiqueta con otra que intenta imponer: nü grunge. “No hay una idea atrás de eso”, afirma el bajista Gonzalo Muhape. “Lo que escuchamos termina volcándose hacia afuera. Es nuestro lenguaje”. Y Piedra completa: “El segundo disco lo hicimos menos influido. Ya no somos de un palo ni de otro. Antes era más fácil sacarle la ficha a un artista. A nosotros nos metieron muy rápido en una ola de post punk y nos pareció muy gracioso salir a decir que no hacíamos ese estilo. Era para romper las pelotas”.
-Hubo quienes se atrevieron a decir que ustedes son los Nirvana argentinos. ¿No es mucho?
Gonzalo Muhape: -No nos gustan las etiquetas, pero lo tomamos como un re cumplido. Podemos entenderlo porque somos un trío y hacemos una canción pop con distorsión.
S.P.: -En este momento me cabe el mote porque Nirvana es un grupo increíble, pero capaz el día de mañana queremos hacer otro tipo de música. Si bien me parece que es una buena época para hacer eso, siempre va a aparecer gente que te va a decir que le gustaba más lo de antes.
-Lo de ustedes es como una “Carretera asfaltada en dos direcciones”, apelando al título de esa road movie de culto.
S.P.: -Está bueno tener ese doble camino. No me asusta hacer algo que se interprete como pop porque me gustan las canciones. Venimos de una escuela beatlera. Al mismo tiempo, admiro a las bandas que se reinventan. Ya me queda viejo un disco que hicimos hace dos años.
-Se celebró la aparición de ese “nuevo under” conformado por ustedes, Winona Riders, Dum Chica y Ryan porque se supuso que esta forma de entender el rock no sólo era una respuesta a la música urbana, sino que también la sepultaría. Y luego de que lo pasó en el Buenos Aires Trap, esa extinción parece imposible.
S.P.: -Por más que se le haya puesto un nombre a esta camada, no representamos a un mismo género. Sólo somos una gran escena. Que haya una movida de rock alternativo me da esperanza de que vas a tener muchos colores. Sí siento que somos respuesta a lo plástico, aunque creo que esta cosa fácil de escuchar no se va a terminar. La verdad es que tampoco está mal. La música pasó a ser un canal de entretenimiento tanto como lo es un streaming.
-¿Aceptan eso o se resisten?
S.P.: -Las dos cosas. Está buenísimo que cada uno haga lo que se le cante el orto. Nosotros seguiremos pegándonos la cabeza contra la pared.
-Si Cerati tenía entre sus referentes musicales a Spinetta, existe la sensación de que su generación desea cortar con la continuidad del rock argentino. ¿O se sienten parte?
S.P.: -Hay mucho rock que escucho -y que bancaba más de chico por una cuestión de actitud- y me parece lo mismo que el trap, aunque con guitarras. Tampoco me interesa que nos escuche ese rockero ortodoxo, más cabeza de termo. Pero siento admiración por Spinetta, Charly y Cerati porque agarraron elementos de afuera para hacer una música argentina. Y eso que hicieron es bien tanguero. Nosotros intentamos hacer eso mismo. El tango es lo más rockero del mundo.
-A propósito de eso, ¿ya tienen idea de cómo será lo nuevo de Mujer Cebra?
S.P.: -Estamos con ganas de frenar la pelota para entrar a grabar. Los dos discos que hicimos fueron más por una necesidad de sacar música rápido, pero lo nuevo lo queremos cocinar un poco más. Tampoco tenemos apuro en sacarlo. El segundo disco ya lo siento lejos, por eso este show es como una especie de despedida. Es más abrir una etapa que cerrar otra.