Cómo afecta la tecnología nuestra experiencia como seres humanos y de qué modo impacta en nuestras vidas. Cao Fei, nacida en China en 1978 –considerada una de las artistas más importantes de su país natal y del circuito internacional–, aborda estas cuestiones con El futuro no es un sueño. Exhibida en el Malba, se trata de su primera exposición individual en América Latina.

Producida por la Pinacoteca de San Pablo, la muestra está compuesta por nueve proyectos que incluyen una treintena de obras, la mayoría de ellas videoinstalaciones creadas desde principios de la década de 2000 hasta la actualidad, dispuestas en un gran montaje inmersivo. “Hoy sabemos que no se vive más sin teléfonos, sin una serie de aplicaciones, de una serie de cosas que vienen de la experiencia digital, pero también de la tecnología en general”, explica la brasilera Pollyana Quintella, curadora de la exposición. Y añade: “¿Qué soy yo adentro de las redes sociales y afuera? ¿Cómo construir una identidad que es ahora siempre muy híbrida? Hoy, los teléfonos son como prótesis. Entonces, el teléfono ahora es parte de nuestro cuerpo. ¿Cuál es la experiencia de ser humano esencial, natural? Esto está en cuestión”.

Las obras de Fei, quien desde 2003 participó tres veces en la Bienal de Venecia, evidencian una tensión dicotómica en el uso de la tecnología. Sus trabajos tienen una visión crítica de ciertos usos de la tecnología, los modos de control, la precariedad de nuestra vida y nuestra subjetividad. Pero también ponen el foco en cómo la tecnología puede abrir nuevos mundos y expandir los límites de lo que conocemos como posible. Es una artista que trabaja con este tipo de visión integrada. 

Y si bien tiene una mirada crítica, también apuesta a que la tecnología debe ser considerada como un campo en disputa: ya no es posible relacionarse con la realidad sin considerarla. Además, en sus creaciones, Fei usa la tecnología con trabajos en Second Life (que son más antiguos) y ahora con creaciones en el Metaverso chino. Al tiempo, desarrolla videos más tradicionales, películas e imágenes.

La automatización laboral como un pulpo que engulle trabajadores, según Cao Fein. Foto: Archivo.

UTOPÍA DE QUIÉN

Hay que ir con tiempo para dejarse llevar por la experiencia inmersiva de los videos. Para Fei, la contaminación entre los distintos trabajos es clave. En Whose Utopia (2006); Asia One (2018) y 11.11 (2018), Fei explora el trabajo en las fábricas, con una visión crítica de ese mundo mediado por la tecnología. “China produce todo lo que consumimos, nuestras ropas, las cosas más diversas. Y a veces lo que pasa es que el trabajo chino ahora es un modelo laboral en otros lugares también: esta precarización es global y cada vez más difícil. Entonces, ciertamente, hay una crítica dura”, afirma la curadora, para quien el mundo del trabajo chino representa cada vez más el mundo del trabajo global.

En Whose Utopia, al hacer foco en los sueños de los trabajadores de una fábrica de lámparas, Fei examina cómo impactan los modos de producción capitalista en la ecología local del trabajo y en el sistema social. Por otra parte, en Asia One y 11.11, lo que está en juego es el consumo acelerado proporcionado por la poderosa economía de compras online. Vistas juntas, estas películas nos invitan a reflexionar sobre el perfil de los cambios ocurridos en un contexto cada vez más asociado al libre mercado y al modelo de economía neoliberal.

Whose Utopia es una película, mix entre documental y ficción, que pone el eje en los sueños de los trabajadores de una fábrica de iluminación en Foshan. En primer término, la artista les envió a los trabajadores un cuestionario con una serie de preguntas como, por ejemplo, ¿qué esperás lograr en el futuro?, ¿cómo te sentís en relación con la fábrica? También invitó a los trabajadores a participar de talleres, a hacer y enseñar sus sueños en la fábrica. Por ejemplo, el anhelo de uno de los trabajadores era ser luchador de taekwondo. La artista lo invitó a ponerlo en práctica. Por lo tanto, en lugar de hacer los movimientos rutinarios que requiere la confección de una lámpara, el trabajador hizo una performance propia en el contexto laboral, un sitio impensado para esa actividad.

Una humilde cama encarna los dormitorios de los empleados que trabajan en estas fábricas, en general provenientes del interior de China, que emigran a las grandes ciudades para trabajar entre doce y dieciocho horas diarias. Whose Utopia pone el eje en las condiciones de trabajo actuales y se pregunta quién se beneficia del gran progreso económico que China logró a partir de principios del siglo XXI. Además, reflexiona sobre las condiciones del trabajo contemporáneo.

En Asia One, se puede ver una fábrica absolutamente automatizada, despojadas de personas. Las máquinas reemplazaron a los trabajadores. Sólo algunos humanos controlan el trabajo de las máquinas. “Apunta un poco al futuro del trabajo en China, pero no solo en China, sino también en el contexto global. Sabemos que esto será una cosa cada vez más frecuente”, señala la curadora. Y añade: “Y este es un filme, una película ficcional, donde vemos dos personajes que se enamoran también. Acá hay una cosa que es importante, porque al lado de esta película hay una tele, que es un documental sobre la misma fábrica, pero hablando un poco de los modos de producción de esta fábrica. Lo que Fei hace muchas veces en un mismo proyecto es un trabajo ficcional y un trabajo documental”.

"Whose Utopia", parte de la muestra que se exhibe en el Malba. Foto: Archivo.

SEGUNDA VIDA

Hay una serie de trabajos en los que Pei explora la plataforma Second Life y pone en cuestión la experiencia de la virtualidad. En uno de ellos creó un avatar suyo que se llamaba China Tracy, una especie de barbie cyberpunk que camina por el espacio de Second Life, buscando su amor. En la plataforma, empieza una relación amorosa con un hombre apolíneo. Pero, al tiempo, el personaje le confiesa que no es un hombre joven y apuesto, sino un viejo norteamericano, preso, que pasa el tiempo evadiéndose en Second Life de su triste vida. Con este video, Fei nos interpela sobre los límites –y peligros– de relacionarnos virtualmente con otros en distintas aplicaciones.

Second Life no terminó siendo muy diferente de los modos de organización social que ya rigen nuestros comportamientos. Quince años después, la artista concentró parte de sus experimentaciones en el metaverso, un espacio de realidad virtual, de tinte inmersivo, que borra las fronteras entre el mundo digital y el físico. Con esta tecnología, señalan desde un texto en la sala del Malba, la artista se aboca a la construcción de una nueva ciudad, como muestra Duotopia (2022). Si bien es bastante serena y contemplativa, al apuntar a un mundo sin conflictos imaginado por las utopías digitales, esta obra incluye extractos del histórico Manifiesto futurista de Filippo Marinetti, como si fuera una advertencia de los peligros que puede generar el uso acrítico de las nuevas tecnologías. Su obra, de hecho, nos lleva a pensar en otros autores, como Herbert Marcuse, que ya en el siglo pasado advertía sobre los riesgos de la sociedad industrial avanzada. También, en las estructuras tecnológicas, políticas y culturales de las sociedades capitalistas modernas, ligadas a la conformidad y homogeneización de pensamiento.

Frente al riesgo de la uniformidad, Fei también creó Oz, un nuevo avatar diseñado para Duotopia, la ciudad ficticia, quince años después del nacimiento de China Tracy. El avatar tiene tentáculos y una apariencia de género neutro. Oz alude a seres que son producto de cruces entre diferentes especies, ya no de humanos sino de seres híbridos que trascienden la vida que hasta ahora conocemos. “Mira al mundo, con cicatrices, pero resiliente, encarnando un punto de inflexión en el dominio de la tecnología en constante expansión”, dice Fei sobre Oz, su creación.

El futuro no es un sueño se exhibe en el Malba, Figueroa Alcorta 3415. Hasta el 17 de febrero.