Nada por perder 7 puntos
Rien à perdre; Francia, 2023
Dirección y guion: Delphine Deloget.
Fotografía: Guillaume Schiffman.
Intérpretes: Virginie Efira, Félix Lefebvre, Arieh Worthalter, India Hair, Mathieu Demy, Alexis Tonetti.
Duración: 112 minutos.
Estreno en salas.
El debut en la ficción de la documentalista francesa Delphine Deloget no podría empezar mejor. Exterior, noche. Un adolescente lleva a toda carrera a su hermano menor, todavía un niño, por las calles de Brest, en un carrito de supermercado. No están jugando, precisamente, aunque la situación no deja de tener algo cómico. El más chico se acaba de quemar intentando hacer papas fritas y van de urgencia, como pueden, al hospital. ¿Y la madre? Está trabajando, como todas las noches, en la barra de un bar no muy sofisticado, donde unos rockeros ya veteranos van a divertirse y emborracharse por un rato.
El accidente no es grave, por suerte. Y la madre (no hay padre a la vista) sale corriendo hacia el hospital ni bien se entera de la situación. Pero alguien del servicio médico, cumpliendo protocolos, hace la denuncia judicial. Los chicos se han presentado solos, sin adultos responsables a la vista. Y la maquinaria de los servicios sociales se pone en marcha, implacable, kafkiana. De nada sirve que todos –amigos, vecinos, familiares- puedan dar fe de que Sylvie (Virginie Efira), a pesar de las apariencias, es una madre no solo presente sino también amorosa con sus hijos. Pero sucede que las cosas no se le han dado fáciles, evidentemente. No sabemos nada de su pasado, pero su presente indica que se las arregla sola para mantener la familia sin tener que recurrir a los padres de sus hijos, que ni siquiera andan por ahí. El “sistema”, en esencia patriarcal, no entiende de matices, y Sylvie puede llegar a perder la custodia de su hijo menor. Pero, por supuesto, hará todo lo que esté a su alcance por impedirlo.
La estructura narrativa de Nada por perder no es precisamente original, ni pretende serlo. Lo que hace la diferencia con tanto drama social es la intensidad de la puesta en escena, la potencia de su notable protagonista y la verdad que trasunta la película toda, su nobleza intrínseca, que proviene del compromiso de todos los involucrados, incluidos los chicos que interpretan a esos dos hermanos que están dispuestos a defender a su madre tanto como su madre daría la vida por ellos.
Incluso un personaje como la rígida asistente social, que asume el rol un tanto estereotipado de la antagonista, tiene sus matices. Al lado de Sylvie, tan vehemente y desestructurada, Mademoiselle Henry (India Hair), puede parecer gélida, hierática. Hay algo un poco siniestro incluso en su mirada. Pero en algún momento la directora y guionista se ocupa de equilibrar la balanza y de poner matices allí donde parecía que no los había. Como solía expresar el cine humanista de Jean Renoir: “todo el mundo tiene sus razones”.
Si hubiera que buscar alguna genealogía cinematográfica más específica, no parece sin embargo que estuviera en el cine francés, sino en el del inglés Ken Loach. Más precisamente en Ladybird, Ladybird (1994), donde también una madre soltera luchaba en soledad contra los insensibles engranajes del sistema social para mantener la custodia de sus hijos.
A diferencia de aquel título un poco olvidado, Nada por perder es un film menos melodramático, más luminoso, quizás porque Virginie Efira (ver entrevista aparte) tiene cierto “star power”, una fotogenia de la que ya supieron antes sacar ventaja directores como Justine Triet (en Sibyl), Paul Verhoeven (en Benedetta) y Rebecca Zlotowski (en Los hijos de otros). Y que ahora Delphine Deloget también aprovecha, pero sabe bajar a tierra, como si pudiera hacer de la actriz –una de las figuras más convocantes del cine francés actual- una mujer como cualquier otra, pero al mismo tiempo única, diferente.