La Copa Argentina de los milagros lo hizo de nuevo y Central Córdoba de Santiago del Estero, por primera vez. Historia grande construyó este miércoles por la noche el Ferroviario al imponerse a Vélez, el gran Vélez, por 1-0 y quedarse con el primer título de Primera de su vida (y la clasificación a la Libertadores 2025). Para el Fortín, segunda final perdida en el año y golpazo de cara a la definición de la Liga, el domingo contra Huracán (y Talleres).
Fue muy flojita -descripción generosa- casi toda la primera mitad de la gran final gran disputada en el estadio 15 de abril, en Santa Fe. Vayan dos situaciones a modo de retrato. Primero, una de Central Córdoba. El reloj marca la media hora de juego y hay lateral santiagueño en mitad de cancha. Abascia saca, Vázquez se la rebota para su zurda y Abascia, que es derecho, le pifia. La pelota se va para arriba y Vázquez, sin pudor alguno, la manda directo a la tribuna, por si las dudas. Ahora, una de Vélez: el hábil Carrizo queda mano a mano con el lateral Meli en pleno ataque velezano e intenta esquivarlo, pero la pelota le rebota a él y se va por el fondo. Carrizo camina varios metros para sacar el córner, a puro acting, mientras el juez de línea señala el saque de arco.
Lo de "casi toda la primera mitad" es porque cuando estaba todo listo para el entretiempo, porteños y santiagueños intercambiaron unas llegadas que despertaron a más de uno. Primero, Carrizo, Romero y Pellegrini manejaron imperfectamente una contra peligrosísima (3 contra 2) y el rubio terminó definiendo con Ingolotti muy encima. Luego, centro al área de Vélez y chilena perfecta de Godoy: era el gol de su vida y el de la del Ferroviario, pero Marchiori metió la mano y la mandó al córner.
Entre lo poquito que ofrecieron los dos, fue mejor lo de Vélez, como era de esperarse en un partido entre el primero de la Liga y también de la tabla anual y el 20º de la Liga y 25º de la tabla anual. Central Córdoba salió a jugar como si fueran los últimos minutos de un encuentro que está ganando; regaló la pelota, se replegó y buscó salir de contra. Claro que, con su mejor jugador en el banco, el Fortín se encontró con demasiada tenencia para tan poca creatividad y, entonces, sus mejores chances también fueron de contragolpe.
Nada de esto pasó desapercibido a los DT, desde ya, y De Felippe salió al segundo tiempo con el veloz Angulo en cancha mientras que Quinteros puso a su crack, Aquino. En consecuencia -por las nuevas piezas y porque era imposible que no lo fuera-, el segundo tiempo fue mejor que el primero.
La velocidad del colombiano cambió el partido. En uno de esos sprints, tomó la pelota en mitad de cancha, avanzó unos metros y abrió con Godoy. "Discoteca", ya por derecha, se apuró y sacó un centro muy malo. Tan malo que, en pleno vuelo, se convirtió en un excelente remate y se le metió por el fondo a Marchiori, quien no pareció tener su mejor reacción. La excelente chilena de la primera parte no pudo ser, el centro mal tirado, sí. Fútbol. Y delirio santiagueño, claro.
Lo que siguió al 1-0 pareció pasar muy rápido. Sobre todo para Vélez, que buscó respuestas en los cambios y nunca las encontró. El Fortín sólo se topó con protestas por un arbitraje -sin VAR- que no lo favoreció y con un travesaño caprichoso con un tremendo zapatazo lejano de Valentín Gómez cuando se terminaba la noche, una que fue 100% santiagueña.