Fue un “maremágnum”, un “terremoto”, un “huracán”: así definió Fidel Castro al acto que lo tuvo como protagonista en mayo de 2003 en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la UBA. El episodio es recordado sobre todo por las condiciones en que sucedió: se había organizado una conferencia en el aula magna, pero la presencia de miles de personas alteró los planes. A cielo abierto, habló durante dos horas y media sobre el Che, la política argentina, la educación y la salud cubanas y el bloqueo, entre otros temas. Mañana con PáginaI12, los lectores podrán adquirir un CD doble con el discurso completo de aquella intensa jornada, que lleva el nombre de Y en eso llegó Fidel.

“He vivido algunos años, pero nunca ni siquiera imaginé un acto tan azaroso y tan increíblemente emocionante como éste”, decía Castro, al observar a una multitud –30 mil personas– que a cada rato aplaudía, gritaba “Olé, olé, Fidel” y “Cuba, el pueblo te saluda”, y despotricaba contra Bush. Docentes y la embajada de Cuba habían organizado una charla para las 19 en un salón donde cabían 800 personas. En medio del desborde y las dudas sobre la realización del acto –ya que las condiciones de seguridad hacían imposible que se desarrollara adentro–, se dijo que instalarían una pantalla afuera de la sede universitaria. Pero apareció el canciller cubano, y dijo: “Fidel no se va a ir sin hablar”. Y agregó que el acto tenía que ser a la intemperie.

Y en eso llegó Fidel. Se ubicó en un estrado improvisado ante periodistas, camarógrafos y fotógrafos. Y en una noche fría, cerca de las 21, les habló a los “hermanos estudiantes, trabajadores, compatriotas argentinos”. “Buenos Aires está enviando un mensaje a aquellos que sueñan con bombardear nuestra Patria”, concluyó, después de decir que la organización había subestimado al pueblo argentino. “Esto parecía la Plaza de la Revolución”, comparó.

Este discurso –dividido en tracks por temas en los CDs que presenta este diario– fue el broche de oro de la tercera visita del comandante a estas tierras. Había llegado el 24 de mayo para la asunción presidencial de Néstor Kirchner y se fue en la madrugada del 27. Compartió agenda con otros expresidentes, como Lula da Silva y Hugo Chávez. Aquél discurso en Derecho fue el símbolo más poderoso de un momento histórico en la relación entre el líder cubano y el pueblo argentino. 

El discurso tuvo de todo: índices, historia, anécdotas, definiciones contundentes, momentos graciosos y poéticos, ideas para el futuro. Es una postal de época atenta a la coyuntura mundial, pero también contiene ideas no perecederas. El primer gran tema fue lo que llamó la “tiranía nazifascista universal”: se refirió a los ataques “sorpresivos y preventivos” de Estados Unidos en Irak. “Nadie jamás en la historia, ningún imperio, hizo semejante amenaza”, advertía. A pedido del público recordó al Che: contó que admiraba especialmente su voluntad y fortaleza espiritual. También destacó su inteligencia, cultura y sensibilidad. “Es uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y desinteresados que he conocido, lo cual no tendría importancia si uno no creyera que hombres como él existen por millones en las masas”, sentenció, y recibió una ovación.

Una y otra vez volvía sobre la educación y la salud. “Sin una revolución educacional bien profunda, la injusticia y la desigualdad continuarán prevaleciendo aún por encima de las satisfacciones materiales de todos los ciudadanos del país”, opinó. Ilustró muchas de sus afirmaciones con datos que reflejaban el éxito del modelo cubano en materia educativa, por sobre el resto de Latinoamérica y también Estados Unidos.

En el segundo CD se encuentran temas como el bloqueo y la democracia norteamericana, la organización política y el costo de vida en Cuba, los medios masivos de comunicación, la importancia de la universidad, la sociedad de consumo, la fuga de capitales y el sistema de educación por radio. Es relevante lo que se halla llegando al final, que actualmente queda descontextualizado. “El símbolo de la globalización neoliberal ha recibido un colosal golpe”, dijo al hablar de política argentina, y aludiendo, sin nombrarlo, a Carlos Menem. Había mencionado ya al ALCA, y resaltado la “enorme necesidad” de Latinoamérica de “evitar que ese veneno se implante”. “Vemos en América latina un movimiento de avance”, celebró. La noticia de que Kirchner era presidente la había tomado con “satisfacción y júbilo”. 

Con un “Hasta la victoria siempre” se despidió. La respuesta fueron más gritos, que coronaron aquella inolvidable celebración de dos pueblos. El encuentro del pueblo argentino con las palabras de un líder que resonarán por todos los tiempos.