Desde mediados de 2023, Níger está gobernado por el autodenominado Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CNSP), una junta militar que asumió el poder con un discurso anticolonial contundente. Este posicionamiento responde a décadas de injerencia francesa que, a pesar de la independencia política del país en 1960, ha seguido marcando su destino. La situación se agrava por las pésimas condiciones de vida de la mayoría de la población, lo que hace comprensible el respaldo popular al nuevo régimen.

Aunque inicialmente medios franceses catalogaron el cambio de gobierno como un “alejamiento de Occidente” y anticiparon un colapso social, los pronósticos no se materializaron. Por el contrario, el acercamiento del CNSP a China no sólo permitió sortear sanciones internacionales y el aislamiento diplomático, sino que también trajo cierta estabilidad macroeconómica. En el plano social, el apoyo al régimen sigue siendo considerable.

En septiembre de este año, el CNSP inició un proceso de descolonización cultural, interviniendo en espacios públicos emblemáticos. En Niamey, la capital, la junta militar ha sustituido nombres y homenajes a figuras francesas por reconocimientos a personalidades vinculadas a la resistencia anticolonial. Por ejemplo, el monumento a los caídos en las guerras mundiales fue transformado en un homenaje a las víctimas civiles y militares de la colonización, desde sus inicios hasta el presente.

Otro gesto destacado fue la sustitución de un homenaje público a un explorador francés por una representación de Thomas Sankara, líder de la independencia de Burkina Faso y su primer presidente. El acto, que contó con la presencia de diplomáticos de ambos países, subrayó la conexión histórica y cultural entre Níger y su vecino Burkina Faso, naciones limítrofes que comparten desafíos similares.

Además, la icónica Avenida Charles De Gaulle fue renombrada como Avenida Djibo Bakary, en honor al destacado líder de la lucha por la independencia de Níger. Durante la ceremonia, el general Abdou Harouna, gobernador de Niamey, declaró: “El colonizador, en memoria de su paso, marcó algunos de nuestros centros urbanos, bastiones y sitios turísticos con el nombre de quienes nos causaron daño. De ahora en adelante promoveremos nuestros intereses nacionales, revalorizando nuestra historia y honrando a nuestros antepasados”.

Djibo Bakary, el primer alcalde de Niamey, figura clave en la lucha por la independencia en 1960 cuando Charles de Gaulle era presidente de Francia. Imagen: AFP

A pesar de estos avances simbólicos, Níger sigue enfrentando desafíos estructurales. Aunque es uno de los principales productores de uranio del mundo, el país continúa siendo uno de los más pobres, con una economía dependiente en gran medida de la agricultura de subsistencia. La explotación de su riqueza minera ha beneficiado históricamente a Francia, mientras que los nigerinos no han visto mejoras significativas en su calidad de vida.

La independencia económica de Níger sigue siendo esquiva. El país utiliza el franco CFA, una moneda acuñada en Francia y compartida por otras naciones de África Occidental como Benín, Mali y Senegal. Este sistema monetario perpetúa una relación desigual con Francia y fomenta la corrupción, complicando aún más los esfuerzos por lograr autonomía económica.

Además, la inseguridad en las fronteras con Malí, Burkina Faso y Nigeria, causada por grupos yihadistas, agrava la crisis humanitaria. A esto se suman los efectos del cambio climático, como la desertificación y las sequías recurrentes, que golpean a una población mayoritariamente dependiente de la tierra, perpetuando el círculo de pobreza.

El proceso de descolonización cultural liderado por el CNSP representa un hito en la búsqueda de Níger por redefinir su identidad y proyectar su soberanía. Sin embargo, el país enfrenta el desafío de traducir estas reformas simbólicas en cambios estructurales que impacten de manera tangible en la vida de su población. En un contexto de inseguridad y explotación económica, el futuro de Níger dependerá de su capacidad para consolidar una independencia real, tanto económica como política.