El recorrido de algunas tecnológicas de Wall Street fue exponencial este año. Una de las que se destacó nuevamente fue Nvidia. Se trata de uno de los principales desarrolladores de chips del mundo. El precio de su acción en enero era de 50 dólares y ahora es casi el triple. La explicación está en el furor por el futuro de la inteligencia artificial y los cambios estructurales que los inversores esperan para los próximos años.

La carrera tecnológica por desarrollar una inteligencia artificial que muestre las mismas capacidades para hablar, escribir, escuchar y reconocer el entorno que tienen los seres humanos parece haber entrado en una nueva etapa. Meta, Google, OpenAI, Amazon y otras corporaciones de Occidente invierten miles de millones de dólares para ser la nueva estrella del sector.

Por otro lado, en China algunas empresas como Alibaba empezaron a lanzar recientemente productos de código abierto que juegan a la par de los modelos pagos y más sofisticados influenciados por ChatGPT. El gigante asiático tiene una estrategia planificada para impulsar la inteligencia artificial. Se trata de uno de los puntos que lo ubican en la frontera de esta tecnología.

En medio de este furor por los chats que sorprenden por la forma en que escriben y hablan, empiezan a aparecer robots que imitan el comportamiento de las personas desde el aspecto físico. Por el momento estos desarrollos están poco maduros, los movimientos de estos robots humanoides son toscos, pero en perspectiva parecen salidos de una película de ciencia ficción.

El futuro llegó

Las fantasías sobre el futuro de la inteligencia artificial son variadas, con ingenieros, inversores, economistas, historiadores y toda clase de analistas que hacen hipótesis que llaman la atención. Desde los que comparan el desarrollo de la inteligencia artificial generativa con la carrera por crear la bomba atómica hasta aquellos que plantean que el mundo del trabajo será irreconocible en poco tiempo (con el riesgo de reemplazo masivo del trabajo humano).

Las exageraciones y los cambios radicales de un instante a otro generalmente nunca ocurren. Sin embargo, la tendencia a medida que avancen los años parece ir en una misma dirección: la digitalización y automatización de las tareas vinculadas a servicios. Un paralelismo con lo que ocurrió con la automatización de gran parte de las tareas de la industria fabril.

En este último punto es interesante repasar algunos de los últimos productos que salieron al mercado anclados en la inteligencia artificial. Uno de los que más ruido está generando se vincula al mundo de los programadores, se llama v0.dev y está impulsado por la empresa Vercel. La plataforma de v0 se dedica a desarrollar código a partir de indicaciones en lenguaje natural.

El lector que quiera probarlo seguramente terminará fascinado con el potencial de este tipo de herramientas. Por ejemplo, para hacer un sitio web no es necesario tener conocimiento de html, css y javascript. El lector simplemente tiene que pedirle a este programador virtual que se encargue del desarrollo de la web siguiendo cada uno de sus deseos e indicaciones.

El programador virtual, una vez que recibe el pedido, comienza a escribir una línea de código tras otra y, cuando termina, los resultados que muestra superan todas las expectativas. Imaginar algo así un par de años atrás sólo podía ser fruto de una alucinación. Ahora es una realidad que potencia la productividad de miles de programadores y que seguramente en unos años volverá obsoleto el desarrollo de software tradicional.

Un dato de color de esta plataforma v0.dev es que forma parte del ecosistema de productos de Vercel, empresa fundada por Guillermo Rauch. Se trata de un argentino de 33 años que creció en Lanús, estudió en el secundario Carlos Pellegrini y actualmente es una figura con nombre propio en Silicon Valley. Su empresa está valuada en más de 3000 millones de dólares y hasta ahora rechazó todas las ofertas que recibió para vender Vercel.