“Tenemos más despedidas que Los Chalchaleros”, bromea Mariano Fernández, cantante, compositor y guitarrista de Me Darás Mil Hijos, una de esas bandas que a comienzos de este siglo abrieron las puertas para salir a jugar y colaboraron para romper con las barreras entre los géneros. “En realidad, a nuestra defensa, nunca hicimos una despedida. Siempre fue un 'hasta luego'”, distingue Fernández, quien el año pasado reunió a todos los integrantes originales del grupo para celebrar los veinte años de la publicación del primer disco. “Lo que arrancó como una excusa para festejar el disco debut, empujados por la gente del Torquato Tasso, terminó con una serie de doce conciertos gracias a la buena respuesta de la gente”, explica el músico antes de presentarse este domingo 15 de diciembre a las 18 en Camping (Av. Libertador 999).
Después de publicar Santo remedio (2013), la orquesta regresó para homenajear a Santiago Fernández –hermano de Mariano-, fallecido en enero de 2017, y realizaron cinco fechas en distintos lugares. “Luego paramos un tiempito para ver cómo seguíamos, pero vino la pandemia y ahí quedó. Para lo del Tasso nos juntamos para ensayar y armamos un ciclo. Al principio era solo eso, pero el reencuentro entre nosotros fue muy mágico, y nos motivamos con el ida y vuelta. Se alinearon los planetas y estábamos todos disponibles”, revela el cantante. La química entre los integrantes de la banda trajo sus frutos: en agosto lanzaron una nueva canción, "Esto o aquello", con la colaboración de Manuel Moretti, cantante de Estelares. “Con Manu nos conocemos hace muchos años y nos vimos crecer. No solo es uno de los mejores cantantes que hay acá sino también uno de los letristas más inspirados”, resalta Fernández.
En la actualidad, la banda se completa con Gustavo Semmartín (guitarra), Muhamad Habbibi Guerra (guitarra y banjo), Federico Ghazarossian (contrabajo), Carolina Flechner (batería), Leonora Arbiser (acordeón y piano), Christine Brebes (violín), Santiago Díaz (percusión), Damián Rovner (trompeta), Carlos Alvarado (trombón) y Germán Cohen (trombón). En ese plan celebratorio, el año pasado rescataron la grabación del primer show grande de la banda, el 18 de marzo de 2003 en Teatro Maipo. “Fue un trabajo arqueológico, apareció la carpeta con el multipista, lo masterizamos y lo editamos”, explica el cantante. Además de “Esto o aquello”, en el verano de 2025 lanzarán otras dos canciones nuevas: una balada rockera con cuerdas y piano llamada "Procesión" y una titulada "Nada más", que tiene “un sonido de la parte más tradicional de Mil Hijos”, con criolla, violín, acordeón y banjo.
-La canción con Moretti tiene una frase sugerente: "Si los que no están nos siguen doliendo/ Y la libertad se siente a destiempo", ¿Qué significado tiene?
-Tiene múltiples significados. Creo que arrancó un poco pensando en el entorno y no solo en mi hermano sino en tantos que no están, como Palo Pandolfo, Toto Rotblat o Martín Elizalde. La música también recobró un significado más social y contextual, que es algo que pasa habitualmente en las canciones. En este caso se resignificó en el mismo proceso de creación de la letra, porque empecé con una frase dedicada a los cercanos y cuando hicimos la primera escucha nos dimos cuenta que también estábamos hablando de la realidad política.
-¿Cómo ves esta época en términos de industria musical a diferencia del momento en la que ustedes arrancaron, a comienzos de siglo?
-Creo que la industria está completamente en transformación. Todavía estoy tratando de entender un poco todo. Hay muchísima más facilidad y accesibilidad para hacer música y grabar que cuando nosotros arrancamos. En la actualidad se está produciendo mucha música. Después, otra cosa es hacer tu camino, y generar tu espacio frente a tanta oferta y diversidad. El mainstream se reconfiguró por completo. Hay algo que me gusta de esta nueva generación, y es que ese mainstream se lo inventaron ellos e hicieron que todo el mercado se les subiera atrás. Eso me parece admirable. Hay un lugar donde vos podés generar tus propias reglas, pero después hay que remarla como siempre.
-¿Y a nivel sociopolítico cómo incide la época en la música?
-A nivel sociopolítico es imposible no hacerse cargo. Son épocas de resistencia, porque hay un ataque claro, inclusive con título oficial de batalla cultural. Entonces, hay que subirse al ring y defender lo que uno cree. Sería necio de mi parte hacer como que eso no me afecta, no me inspira o hacer como si nada pasara, cuando en realidad está pasando de todo. Creo que lo principal es salir a sostener la bandera de la cultura, de la necesidad de esa cultura, y expresarse desde el lugar que uno pueda y tenga sobre lo que está pasando. No dejarse vencer o pasar por encima por un discurso que hoy es hegemónico, y que es claramente anticultura. Al menos le reconozco eso: es honesto, en algún punto. Eso por lo menos te hace saber adónde estás parado. Están logrando que nos unamos personas que teníamos muchas diferencias entre nosotros, porque se polarizó mucho. Es importante decir libremente lo que uno siente. No es la misma libertad que ellos pregonan. La primera discusión semántica de la batalla cultural es en torno a la libertad. ¿Cuál es la idea de libertad? ¿Hacer lo que se te cante o la libertad de respetar al que tenés al lado? La discusión es entre el individualismo total o construir algo en conjunto que nos haga realmente libres.
-Si bien provienen de la cultura rock, desde los inicios indagaron en el tango, el bolero, el foxtrot, la música balcánica y latinoamericana, ¿En esta época se terminaron de romper los prejuicios sobre qué música interpretar?
-Así como los rockeros sufrieron el prejuicio de los tangueros, nosotros sufrimos el prejuicio de los rockeros cuando empezamos. Y hoy eso ya está mucho más abierto. Después inventaron ese concepto vago y difuso que es el de world music, pero en definitiva tiene que ver con la accesibilidad a los distintos folklores del mundo, y a que la influencia no te venga solo por lo que mamaste o lo que te vendía la radio. Hoy tenés un abanico impresionante de información, hace más de una generación que sucede eso. Lo mejor que uno puede hacer como artista es empaparse de todo y poder elegir; es decir, dejarse conmover e influir por lo que te emocione en el camino. No estar atado ni al mandato de tu historia ni del mainstream ni de que alguien te diga qué tenés que escuchar. Estar abierto te da la posibilidad de encontrar emociones y sentimientos en cosas que quizá ni te imaginabas.
-Y en este panorama, ¿qué lugar tiene la canción?
-La canción justamente trasciende los géneros. Es el común a todos los estilos y a todo el abanico musical, inclusive cuando es experimental. La canción es el formato y un poco el corazón de la música; es eso que le da un principio y un final a una pequeña historia, a un devenir musical. Es lo que le da forma, lugar y espacio a la música en general. Nosotros siempre fuimos muy fans de los diferentes tipos de canciones. Es súper amplio, pero sigue vigente. El disco como concepto ya es más difícil de encontrar, pero la canción sigue siendo el soporte principal sobre cómo mostrás esta expresión a la que nos dedicamos.