Un conocido ingeniero agrimensor y docente universitario de Santiago del Estero está detenido con prisión preventiva, acusado de abusar sexualmente de dos de sus sobrinas –hijas de un juez civil– por más de dos décadas desde que ellas eran niñas. También abusó de una mujer de 60 años y de una joven hija de un matrimonio amigo. Las cuatro se presentaron en la justicia. Dos de ellas son abogadas. Pero se presume que las víctimas serían muchas más, entre ellas, compañeras de la infancia de las dos hijas del ingeniero –que no se animarían a denunciar– a quienes habría ultrajado en pijamadas organizadas en su casa y en una finca de fin de semana de su propiedad.
Desde que el caso salió a la luz y se convirtió en un gran escándalo en la capital provincial, la familia del acusado empezó en redes sociales una campaña de desprestigio contra las mujeres, acusándolas de sostener una denuncia falsa. Por el hostigamiento, la justicia dictó contra los hijos del ingeniero la prohibición de contacto y acercamiento hacia testigos y denunciantes. Una de ellas, sin embargo, decidió irse a vivir a otra provincia.
Una trama de horror
La trama es siniestra. Como otros casos de abuso sexual ocurridos en pagos chicos, la vergüenza que sentían las propias víctimas favoreció la impunidad del agresor por tantos años.
El caso llegó a la justicia luego de que Fabiana Macías, una abogada de 35 años y madre de un niño de 9 años, tuvo que ser internada el año pasado por una depresión profunda en un centro de salud mental de Córdoba. En ese contexto, pudo poner en palabras el sufrimiento infinito que la atormentaba: contó que desde que iba a la escuela primaria había sido abusada por su tío, el esposo de la hermana de su padre. El acusado es el ingeniero agrimensor Walter Daniel “Gringo” Costa Mayuli, de 65 años, quien dictaba clases en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, pero a raíz de las denuncias en su contra fue separado del cargo docente.
Fabiana contó a este diario que de pequeñas habían hablado de los abusos con su hermana. Pero –como le sucede a muchas víctimas del mismo delito en la infancia– no pudieron revelarle a sus padres lo que pasaba con su tío. La joven también dijo que en 2020 le habían comentado todo lo sucedido a las dos hijas del “Gringo”, que son sus primas y que en ese momento, ellas, las apoyaron. Este año, Fabiana decidió sacar el tema de la intimidad familiar, hizo publicaciones en redes sociales y la denuncia penal.
Ella y su hermana denunciaron a Costa Mayuli el 6 de septiembre último. Contaron que sufrieron abusos sexuales de parte de su tío, de forma constante, desde que Fabiana tenía alrededor de 9 años y su hermana, un poco menos. A sus relatos se sumó el de otra familiar que rompió el silencio y se presentó en la justicia el 7 de octubre: detalló haber sufrido abusos sexuales de parte del ingeniero.
La denuncia en la prensa
Según contó Fabiana, su tío trabajaría para el empresario Orlando Canido, fundador y propietario de la firma que produce la gaseosa Manaos y es dueño de grandes extensiones de tierra en la provincia.
Cuando la denuncia trascendió en medios de Santiago del Estero, se presentó en la causa una cuarta mujer, abogada, hija de un matrimonio amigo de toda la vida del ingeniero y su esposa. Denunció que también a ella la había abusado en forma reiterada en su infancia; los hechos sucedían –dijo– cuando iba de visita a casa del ingeniero a jugar con sus dos hijas.
Los abusos, según las denuncias, fueron de distinto tenor a lo largo del tiempo. A veces eran tocamientos en los pechos, en la cola, en otros casos, situaciones de abuso con acceso carnal.
Las dos hermanas denunciantes son hijas de Luis Macías, un juez del fuero civil de Santiago del Estero. Ellas y la tercera familiar se constituyeron en querellantes en la causa. Sus abogados son Silvina Castaño y Diego Lindow.
Sus hijos lo defienden
El ingeniero tiene dos hijos varones y dos hijas mujeres. En los últimos días, su familia inició una campaña de desprestigio contra las denunciantes a través de redes sociales, acusándolas de hacer una falsa denuncia. Este tipo de narrativa es justamente la que favorece el proyecto que pretende agravar las penas del delito de falsa denuncia en casos de violencia de género y abuso sexual, impulsado por la senadora del PRO Carolina Losada, con el apoyo del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarano, quien ha sido defensor de violadores condenados como el tres veces gobernador de Tucumán, José Alperovich.
“Los abusos han sido sostenidos en el tiempo. Hay muchas pruebas. Su defensa dice que los hechos están prescriptos, pero no niega que hayan existido”, dijo la abogada Castaño a Página/12. Según la denuncia, los ataques sexuales contra las sobrinas habrían ocurrido desde 1998 aproximadamente, hasta el 2023. “Es un depredador”, describió la letrada. Entre quienes avalaron la palabra de las denunciantes hay dos empleadas domésticas que trabajaron en la casa de las hermanas, dos ex parejas de Fabiana, la pareja de la otra hermana, las psicólogas y psiquiatras de ambas –que fueron relevadas del secreto profesional– y amigos de las dos familias.
La abogada contó que la mayor de las denunciantes, una mujer de alrededor de 60 años, casada, proveniente de una familia muy conservadora, nunca se animó a hablar hasta ahora porque tenía temor de que no le creyeran. También detalló que las dos hermanas, sobrinas de Costa Mayuli, “tienen graves daños en la salud psicológica y psíquica” como consecuencia de los abusos sufridos. Fabiana padece agorafobia --miedo a andar por la calle-- y depresión profunda, indicó.
La mayor de las hermanas dio una entrevista al periodista Fernando Lagar en la Radio GEN 106.1, de Santiago del Estero. “Quiero ser feliz, aunque me digan que no se puede”, le dijo muy conmovida. Fabiana contó que a raíz de los abusos sexuales padecidos tiene “secuelas de por vida”. “No puedo trabajar, no puedo salir, tengo ataques de pánico”. Dijo que denunció penalmente a su tío “por la niña y la adolescente que no pudo hablar en su momento”. Y contó que ella y su hermana eran muy unidas con las dos hijas del ingeniero, que son sus primas. “Nos hemos criado juntas, íbamos al colegio juntas”. El vínculo entre ambas familias, obviamente, se quebró a partir de las denuncias penales.
La causa tramita ante la fiscal auxiliar Florencia Torres Cianferoni, integrante de la Unidad Fiscal para delitos contra la integridad sexual de la Circunscripción Capital. En el caso de las dos hermanas, la acusación es por “abuso sexual con acceso carnal, abuso sexual gravemente ultrajante y abuso sexual agravado por la guarda y por resultar un grave daño a la salud mental de la víctima”. En relación a la otra familiar, la acusación es por abuso sexual con acceso carnal y gravemente ultrajante.
El ingeniero Costa Mayuli fue detenido el 30 de septiembre. El 1 de noviembre el juez de Control y Garantías Gastón Merino le dictó la prisión preventiva. El magistrado dispuso que fuera trasladado a la Unidad Penitenciaria N° 1 pero justo ese día, el acusado alegó una descompensación y fue llevado al Hospital Regional. Para la querella se trató de una maniobra para evitar la cárcel. Recién el 6 de diciembre quedó preso en el penal. Su defensa presentó en los últimos días un habeas corpus: busca que cumpla la detención en su domicilio, paradójicamente, pidió que sea en la casa y en la finca propiedad de Costa Mayuli, donde las cuatro víctimas relatan que han ocurrido los abusos que se están investigando. La audiencia para tratar el pedido de habeas corpus se hizo el último jueves y el juez dispuso un cuarto intermedio sin llegar a una resolución.
La protección a los testigos
La justicia dictó además una serie de medidas cautelares para la protección de varios testigos que declararon: a los dos hijos y dos hijas del ingeniero se le impuso la restricción de acercamiento e impedimento de contacto contra las denunciantes y otros familiares cercanos.
“Yo era niña, iba a las pijamadas, ahí me abusaba. Era el modus operandi. Estoy convencida de que hay más víctimas. Se tienen que animar a hablar. Juntas unimos fuerzas para que sea condenado”, dijo la cuarta denunciante en otra entrevista, donde prefirió no dar su nombre y que su rostro saliera por streaming borroneado, para no ser identificada. Contó que su mamá era muy amiga de la esposa de Costa Mayuli, que es una bioquímica jubilada. “Mi papá era ingeniero, eran colegas, amigos, compañeros de fútbol”, dijo. Frente a las acusaciones de que se trata de una falsa denuncia, la mujer, que también es abogada, dijo: “Te cuesta tanto hablar que cuando tomás el coraje de contarle a alguien es porque realmente lo has padecido”. Y agregó: “La denuncia la he hecho pensando en mi hija. Quiero dejarle el mensaje de que no hay que callarse”.