Desde Mendoza
Es sábado y La Cabrera de Mendoza reabre sus puertas luego de tres días, tras la muerte de un empleado el martes pasado. Las luces se encienden, hay fuego en las parrillas, las mesas reciben otra vez a los comensales --pocos-- que degustan al amparo de tres lujosos hoteles en el mismo lugar en que un parrillero falleció mientras trabajaba. La muerte escaló en los medios por las denuncias sobre lo ocurrido después: trabajadores obligados a seguir sus labores con el compañero muerto en el piso. Página/12 reconstruyó los hechos a partir de testimonios que relatan la "película de terror" vivida esa noche, mientras el restaurante sigue negando que las cosas hayan ocurrido de esa forma.
La noche
Pasaron cuatro días enteros desde la noche del martes en la que Walter Nuzzo, parrillero de La Cabrera, falleció tras sufrir un infarto mientras asaba. Casi no hay gente en el primer turno de la noche del sábado, un panorama distinto al que los testigos presenciales de la muerte del trabajador dicen haber visto el martes: había un salón repleto, un patio al 90 por ciento, mozos corriendo de un lado al otro para sacar los exclusivos cortes que llegan a superar los 50 mil pesos. Hoy están ocupadas apenas seis de las treinta mesas internas bajo la luz baja del salón y de la galería: las noticias parecen haber causado efecto. La parrilla a la vista, mientras tanto, está encendida con cortes sobre ella, pero ya sin Nuzzo. El contraste lo aportan las mesas del patio: allí arranca un evento con música incluida.
Por la noche del viernes terminó el período de duelo que anunció La Cabrera mediante un comunicado, después de que la noticia se viralizara a partir de publicaciones de medios locales narrando que, tras desplomarse, al asador lo intentaron reanimar los médicos durante más de media hora, mientras la gerencia instaba a los trabajadores a que siguieran con sus labores. El relato indicaba que eso siguió incluso después de confirmada la muerte y hasta que el cadáver fue retirado cerca de la 1 de la madrugada. La Cabrera lo negó.
Página/12 intentó acceder a través de tres vías a las autoridades del lugar para conocer su versión de lo ocurrido el martes, más allá de la letra del comunicado. No tuvo respuesta. En el escrito dijeron que Nuzzo murió de forma "súbita y sorpresiva" y anunciaron el "duelo" hasta el viernes a la noche. Marcos Trionfi, gerente corporativo del Grupo Huentala, a cargo del restaurante, sí hizo declaraciones públicas a medios locales. Dijo a MDZ Radio que "inmediatamente frenamos el servicio" y que "a los minutos se cierran totalmente las puertas del restaurante".
La versión no se condice con la que Página/12 pudo reconstruir en Mendoza a partir de tres fuentes de las que se resguarda la identidad por evidentes razones: dos testigos directos de lo ocurrido dentro del restaurante y una allegada a los trabajadores de La Cabrera del círculo de empleados de locales gastronómicos de esa zona de la capital mendocina. Esta última relató lo que sabe: “Le dio un ataque y estuvieron haciéndole reanimación más de media hora, pero no cerraron la cocina y tuvieron que seguir como si nada, y para cuando lo declararon muerto el cuerpo quedó ahí un buen rato más”.
Pero son los dos testigos presenciales los que aportan precisiones. Uno de ellos, que vivió todo de cerca, brinda detalles: todo comenzó alrededor de las 21.15 con el salón a tope, cuando Nuzzo comenzó a sentirse mal, se retiró de la zona de parrillas y terminó por desplomarse en la de pastelería. Agrega que los médicos llegaron rápido e intentaron reanimarlo durante alrededor de 40 minutos. En todo ese tiempo, afirma, el servicio continuó: "Ustedes sigan, no se distraigan", es la frase que, asegura, los responsables del lugar dijeron a los trabajadores. Y agrega: "No se cortó el servicio en cuanto se descompensó, eso no fue así en absoluto".
El espacio por el que pudieron haber ingresado los médicos no es demasiado largo: desde la puerta de La Cabrera hasta el acceso al sector de cocina hay unos 50 metros, aunque también se puede ir por el patio o un atajo por el hotel Hualta, pegado al restaurante. De cualquier modo, los comensales tuvieron que haberlos visto pasar, y es por eso que, según refieren las fuentes, comenzaron a preguntar por lo pasaba y hasta hubo quejas por demoras en los platos. Las dos fuentes directas del hecho refieren que recién a partir de las 22, cuando se confirmó la muerte del parrillero, se tomó la decisión de "cerrar cocina".
Hablan de un contexto de llanto, desesperación y, mientras tanto, idas y venidas entre el salón y la cocina: "Una película de terror insostenible", describe una de las fuentes. Entonces sí, afirman, se les pidió a los comensales que se retiraran con las explicaciones respectivas, pero los y las trabajadoras tuvieron que quedarse preparando el lugar para el día siguiente y con el cadáver aún allí, según el relato. Las dos personas coinciden en que el miércoles La Cabrera cerró por presión de los empleados, que se organizaron para reclamarlo, y que sólo por eso pudieron asistir al velorio del parrillero realizado el jueves en el Complejo Velatorio Parque Jardín Mendoza de la zona de Luján de Cuyo.
Del otro lado, en sus declaraciones públicas, Trionfi negó todas las acusaciones, a las que calificó de "absolutamente inhumanas". Y aseguró que "el equipo está realmente afectado" por la cuestión. Desde Huentala también afirmaron que pusieron a disposición una combi para que los empleados fueran al velorio y dos equipos de psicólogos. Las fuentes de este diario, sin embargo, aseguran que casi nadie tomó la combi, que la mayoría eligió ir por su cuenta, y que el apoyo psicológico se limitó a una sugerencia en la reunión en que los empleados reclamaron el cierre del local por unos días.
Nuzzo, al que el comunicado del restaurante califica como “colaborador”, trabajó para la empresa durante siete años. Tenía 43. Hace un mes obtuvo el segundo puesto del Torneo Federal del Asado realizado en el Parque San Vicente de Godoy Cruz. Participó de esa competición en representación de La Cabrera.
El mediodía
El panorama del mediodía del sábado fue aún más desolado que el de la noche: una sola pareja tomaba una bebida en el amplio patio de mesas bajas, sillones y sombrillas que, junto a algunos árboles y arbustos, hacen sombra de un sol que se cuela por el costado del edificio del Hotel Sheraton. Sólo el ruido del agua de una mini cascada artificial entre las mesas llegaba a la calle. El cerco de vidrio semipolarizado que separa al restaurante de la vereda completaba el clima de hermetismo.
La hilera de edificios comienza con el Sheraton de veinte pisos hacia el cielo y su casino. Pegado, el Huentala, hotel boutique de cuatro estrellas con tienda de vinos. Y al final, el Hualta, presentado como Winery Hotel con bodega incluida. Por allí se ingresa a La Cabrera, “casa de carnes”, o simplemente parrilla, sucursal de la cadena homónima fundada en Buenos Aires y con sede en Miami. Según consta en la web de la compañía, todo funciona bajo la órbita del Grupo Huentala.
Que la muerte de Nuzzo resonó en la población mendocina se notaba al dialogar en las calles: en los alrededores del restaurante nadie era ajeno a lo ocurrido. A sólo cuatro cuadras de Plaza Independencia y a tres de la peatonal Sarmiento, la zona de La Cabrera es de amplia circulación de turistas que entran y salen de los hoteles, y de transeúntes que usan el sábado para pasear. Es el caso de Román Alonso, que descansaba con termo y mate bajo la pérgola de la Plazoleta Pellegrini y calificó como una "barbaridad" lo ocurrido el martes. Así y todo, sostuvo que no le extrañó, por la situación laboral del rubro en general: "Es un secreto a voces cómo trabajan, muchos informales y con jornadas larguísimas", dijo a este diario.
Lo mismo apuntó Cecilia Toranzo, que se dirigía hacia Plaza España. Ella calificó a la muerte de Nuzzo como una "tragedia", pero no eximió al restaurante de responsabilidades: "Si es cierto que lo dejaron ahí con los otros trabajando, no tienen perdón", advirtió. Una pareja de treintañeros que salía del Sheraton también definió a lo ocurrido como "trágico". El muchacho dijo que el restaurante "no tiene la culpa de que alguien muera así" y les otorgó el beneficio de la duda sobre lo sucedido después. Y agregó que en caso de ser cierto, "debe ser una situación muy difícil de manejar". Ninguno de los dos quiso dar nombres a este diario.
La Cabrera tuvo que cerrar los comentarios en su cuenta de Instagram para evitar las críticas tras la difusión de la noticia. En el comunicado dijeron que lo hacían "debido a la delicada situación". Pero en Google algunos comentarios aún logran colarse dentro de la sección de consultas del lugar. El primero, con más de 500 me gusta, pregunta: "¿Acá es donde se muere un empleado y obligan a seguir trabajando como si nada hubiese pasado?".