En un proceso que reivindica la idiosincrasia del lugar, un grupo de vecinos logró que se restituya el nombre y la delimitación original al barrio La Florida. Así se conoció siempre a esa barriada característica de la zona norte, que mira de frente al río Paraná. Sin embargo, en los registros catastrales del municipio toda esa franja figuraba como barrio Celedonio Escalada, un nombre que nunca convenció a los vecinos. Pero este año dieron el paso: junto a las instituciones del lugar se organizaron, recopilaron documentación y la presentaron en el Concejo exigiendo un cambio en la denominación que, tras el visto bueno de la comisión especial de Nomenclatura, terminó aprobando la solicitud en la sesión del pasado jueves. “Lo importante siempre es recuperar la historia y la identidad del barrio, que es la que van forjando los propios vecinos”, celebraron las vecinales del barrio.

La movida comenzó con un interrogante sencillo: ¿por qué La Florida no figura en el Infomapa del municipio? Quien se lo preguntó es Esteban Ortega, presidente del Club San Martín, que está sobre calle Valentín Gómez. “Siempre me llamó la atención que cuando buscábamos el barrio en el mapa, nos aparecía Celedonio Escalada. Nos pusimos a investigar y en el contacto con otras instituciones del barrio fuimos conociendo que La Florida, como todo el mundo lo conoce, es una denominación que viene de sus primeros años cuando esto era pueblo, pero que después se oficializó de otro modo”, explicó en diálogo con Rosario/12. “Ahí empezamos a ver cómo podíamos hacer para restituirle el nombre original”, añadió.

El problema no era solo una cuestión de nombres, sino también de límites. La ordenanza 1.338, sancionada en 1954, nombra como Celedonio Escalada el rectángulo conformado por el camino Cullen, bulevar Rondeau y la calle Agustín Álvarez al sur; al este el río Paraná; y al norte y al oeste los límites del municipio. “A la conclusión que llegamos investigando es que se hizo una delimitación como para acaparar toda esa franja, sin seguir ningún patrón urbanístico, histórico, social o cultural”, sostuvo Ortega. La delimitación es tan absurda que, bajo esa premisa, la vecinal Florida y la vecinal Florida Norte, quedaron ubicadas en otro barrio.

Desde el club impulsaron una serie de reuniones que tuvieron como protagonista a las dos vecinales y otras instituciones que se fueron sumando. Entre ellas la Parroquia San José Obrero, la Cooperativa 12 de Octubre, la Biblioteca Popular La Florida, el Centro de Salud 12 de Octubre y las escuelas San José Obrero, San José de Calasansz, República Oriental del Uruguay, Ovidio Lagos y el Jardín de Infantes La Florida. “Las instituciones comunitarias tomaron la posta y eso fue fundamental, porque son las que representan a la comunidad. Entre todas elaboramos un documento, bajo un proceso que tuvo como eje una democracia participativa”, evaluó el dirigente.

El petitorio fue presentado en el Concejo en mayo de este año con los argumentos que cuestionaban la traza vigente. Respecto al límite oeste, apuntaron que la delimitación puesta sobre Rondeau dejaba afuera una zona histórica del barrio. “En el plano municipal actual, ambas vecinales figuran dentro de la zona de barrio Alberdi. Es inexplicable, carece de sentido y es una deuda gravísima del municipio”, cuestionaba la solicitud. Lo mismo con el límite sur: “No se entiende por qué se ha trazado arbitrariamente a la calle Álvarez, ya que el límite histórico, del que constan registros, ha sido siempre la calle Vieytes”.

En ese marco se solicitó el cambio de nombre y la corrección de las trazas, con una nueva propuesta: que los límites del barrio sean el río Paraná al este; el límite del municipio al norte, las vías del ferrocarril al oeste, y la calle Vieytes al sur. Esta última referencia –la más compleja para delimitar– se terminó consensuando junto a vecinos y organizaciones del barrio Alberdi. Luego de algunas reuniones en la comisión especial de Nomenclatura, quedó allanado el camino para que el cambio de nombre se rubrique en una ordenanza.

Un barrio con historia

El barrio La Florida, en realidad, nació como un pueblo en 1889. En el relato de los vecinos aparece la figura de Esteban Segundo Frugoni, un empresario rosarino que se encargó de comprar las tierras al norte de Alberdi –en ese entonces también pueblo– que pertenecían a un propietario mendocino de apellido Sasma. Frugoni fue el encargado de comenzar a urbanizar esa zona con el fin de conformar un pueblo al que llamaron La Florida. De a poco los loteos se fueron multiplicando y, para principios del siglo XX, comenzaron a edificarse los primeros chalets y quintas de la zona.

“La Florida fue pensada y diseñada como pueblo, con el núcleo fundacional alrededor de la plaza Ovidio Lagos. Frugoni hizo un mapa de ese pueblo y donó los terrenos para hacer la comuna y la comisaría sobre la plaza”, explicó a Rosario/12 Silvia Giacobbe, referente de la vecinal Florida Norte. “Pero eso quedó sin efecto porque a los pocos años La Florida se adosó a lo que es el ejido urbano de Rosario que, hasta ese momento llegaba al arroyo Ludueña. Es decir que La Florida tuvo, desde sus principios, un diseño urbanístico que es identitario de esa zona”, agregó.

Entre la documentación presentada en el Concejo para argumentar la restitución del nombre original aparece el libro “El barrio La Florida. Historias y testimonios”, escrito por el párroco Rogelio Barufaldi, en conmemoración del centenario del lugar. Los vecinos del lugar lo definen como “un militante” del barrio que dejó un legado fundamental. En el libro –repleto de información sobre la zona– figuran una suerte de “mandamientos” que debían regir para el barrio, donde se reafirma “el nombre centenario, significativo y vegetal de La Florida, aboliendo toda disposición que hubiere en contrario en el pasado, presente o futuro”.

“Cuando La Florida cumplió cien años, el padre Barufaldi hizo un libro que hoy es el archivo del barrio. Es una fuente histórica donde está todo registrado. Fue un libro hecho con la colaboración de todas las instituciones barriales y que habría que volver a reeditar. No es fácil encontrar una persona que haya hecho un registro de ese estilo con tanto cuidado”, expresó Giaccobe. Y añadió: “Él peleó por la identidad del barrio y la restitución del nombre va en ese camino. Lo importante siempre es recuperar la historia y la identidad del barrio, que es la que van forjando los propios vecinos”.

En 2006, Barufaldi fue declarado ciudadano distinguido de la ciudad por el Concejo Municipal. El padre falleció en mayo de 2014, a sus 82 años, pero en la Biblioteca Popular La Florida aún se conservan su obra como un tesoro. “Es un libro con testimonios de la gente que vivió en el barrio y que fue vital para el cambio de nombre. Fue uno de los responsables de que tengamos todo el archivo de información sobre La Florida. Su trayectoria dejó una huella y todos lo recordamos con mucho respeto”, rememoró María Luisa Carletti, secretaria de la biblioteca y responsable de la Asociación de Bibliotecas Populares de Rosario.

Los que se vienen

Una de las impulsoras del proyecto en el Concejo fue la concejala Julia Irigoitia. La edil del peronismo preside la comisión de Gobierno, de la cual depende la comisión especial de Nomenclatura. En términos técnicos, lo que se aprobó el jueves en el Palacio Vasallo fue una modificación de la ordenanza de barrios donde se fijaron las nuevas delimitaciones para los barrios Celedonio Escalada, La Florida y Alberdi. Ahora esos nuevos parámetros deberán impactar en los registros catastrales y en el Infomapa del municipio.

“Los vecinos se acercaron al Concejo con un expediente y registros históricos que daban cuenta que La Florida comprendía un área distinta a la fijada en la ordenanza de barrios. Nosotros empezamos a intercambiar la información con la junta histórica y el área de catastro del municipio, que forman parte de la comisión de Nomenclatura, en carácter de asesores”, detalló Irigoitia a Rosario/12. “Se dio un diálogo muy respetuoso entre distintos actores, donde todos coincidimos en que era un error la norma vigente. Cuando las ordenanzas se diseñan atrás de un escritorio sin estar en contacto con las fuerzas vivas de la ciudad, es natural que ocurran este tipo de desperfectos”, evaluó.

De ese ida y vuelta se consensuó la nueva delimitación, que salió aprobada en el Concejo. Sin embargo, no es el primer proceso del estilo: a mediados de noviembre el barrio Saladillo pasó a llamarse República del Saladillo, pero también hay otros barrios que cuentan con una denominación popular que difiere de la nomenclatura oficial, como Islas Malvinas (Refinería) o Lisandro de la Torre (Arroyito). Por eso, el Concejo tiene un proyecto en carpeta para trabajar esos aspectos el próximo año.

 

“El acuerdo que construimos a nivel parlamentario es darle curso al pedido sobre Saladillo y La Florida, porque hubo una participación muy activa de los vecinos, con una propuesta contundente. Pero para el año que viene nos queda por debatir una ordenanza de Fernanda Gigliani que propone un proceso participativo para la denominación y la delimitación de los barrios y hacer un repaso, o una ratificación, de la ordenanza de barrios. Lo empezaríamos a tratar el año que viene y hay que reunir las voluntades para que se apruebe. La idea es que haya un rol activo a las vecinales y que el Ejecutivo impulse algunos procesos de participación”, adelantó Irigoitia.