Hacia 2005, un estudio de rutina dejó boquiabierto al científico estadounidense James Fallon. Su tomografía tenía ciertos elementos compatibles con los de una patología severa. Los estudios de sangre complementarios fueron taxativos: tenía el gen MAO-A vinculado al comportamiento agresivo. Un año después de que el autoproclamado psicópata hiciera su descubrimiento, llegaba a la televisión Dexter. Buen vecino, hematólogo forense de la policía, algo freaky pero querido por todos, por un lado; asesino serial, ángel exterminador y psicópata ávido de sangre, por el otro. De allí en más, en sus nueve temporadas se contabilizaron un total de 149 cadáveres. El flamante reinicio de la franquicia, Dexter: pecado original (Paramount+), va hasta los orígenes de uno de los villanos más simpáticos y antihéroe osurísimo del nuevo siglo.

“Estoy yo siguiendo los consejos de mi padre”, dice el protagonista (Patrick Gibson) justo el día en el que empieza una pasantía en la policía de Miami en 1991. También es la jornada en la que Harry Morgan (Christian Slater) se reincorpora a la fuerza tras una larga ausencia. Su esposa, y la madre adoptiva de Dexter acaba de fallecer, y el gurrumín comienza a mostrar señales de que su instinto más salvaje no puede ignorarse. Básicamente, la precuela explora la forma en la que el joven debe aprender a canalizar su oscuridad interior mientras pasa de estudiante a asesino en serie vengador. Lo que vuelve más retorcido y disfrutable al asunto es el estricto modus operandi, los mandamientos que diseñará su papá, conocido como el "código Harry". ¿Las dos más importantes? Que no te atrapen y nunca matar a un inocente. Como todo neófito o experto en la materia ya sabe, Dexter Morgan solo asesina a criminales indeseables, aunque han existido ciertas y notables excepciones.

La gran novedad de Dexter: pecado original pasa por el nuevo rostro para el personaje. Gibson, a quien antes se lo había visto en The OA, se ha declarado un fan de la franquicia. “Es la eterna fascinación por el lado oscuro”, dijo el actor irlandés. Claro que resulta extraño no ver los rasgos imperturbables de Michael C. Hall (también productor ejecutivo de la ficción). “Si fuera 100% monstruo lo habría justificado de otro modo. Tiene que convivir con esa monstruosidad y mantenerla a un nivel bajo”, había dicho el actor sobre su bebé al momento del estreno de Dexter: New Blood. Su ausencia, cabe decir, no es total. El showrunner Clyde Phillips, responsable de varias temporadas de la saga, encontró la manera de que estuviese presente como la voz interna de Dexter. Y esos soliloquios juguetones tienen un buen feedback con los gestos del lozano Morgan. Como si el Dexter del pasado oyera al que le habla desde ¿el más allá? El anuncio de Dexter: Resurrection para el 2025 puso su fecha de defunción en veremos.

Otro aspecto destacable tiene que ver con el ida y vuelta con el creador de código al que se apega su heredero. Slater, quien tuviera uno de sus primeros papeles en Escuela de jóvenes asesinos y luego de su paso por Mr. Robot, ha encontrado un enorme filón como un pater familias sombrío y empático. También serán de la partida su hermana (Molly Brown), y otros viejos conocidos como Angel Batista (James Martinez), Maria LaGuerta (Christina Milian) y Vince Masuka (Alex Shimizu). Los personajes de Patrick Dempsey como el detective Aaron Spencer y el de Sarah Michelle Gellar como la forense Tanya Martin resultan intrigantes, ya que no formaban parte de la mitología de la serie. ¿Y qué pasó con James Fallon? Mientras que el científico decidió dar charlas TED sobre su descubrimiento y publicar un libro, su compadre ficcional, como cuenta esta nueva entrega, tuvo una bandera de largada manchada de sangre.