Diego Schwartzman emergió como uno de los tenistas más destacados de la Argentina. Sus logros lo depositaron en un sitio reservado para privilegiados. Nadie le quitará el camino recorrido, aunque se sabe, desde que anunció el epílogo, que atraviesa la etapa final de su carrera.
Se despedirá el año próximo, en el Argentina Open, aunque hará una parada previa que sorprendió a todos: jugará el Rosario Challenger, el novedoso torneo que se hará del 2 al 9 de febrero -la semana previa del certamen de Buenos Aires-, el más grande del país por erigirse como el único de la categoría 125.
El torneo de Rosario, que tendrá lugar en el Jockey Club, en el que este año Argentina derrotó a Kazajistán por la Copa Davis, no sólo será la penúltima parada de Schwartzman en su trayectoria profesional, sino que configurará una doble función que abrirá una nueva etapa en su vida: participará también de la organización del evento.
"Dejé la actividad profesional por decisión propia y porque quiero encarar distintos proyectos personales. En el tenis sos siempre vos: es imposible pasar desapercibido", soltó semanas atrás el Peque, de 32 años y ganador de cuatro títulos de nivel ATP.
Y palpitó el Rosario Challenger, que tomará la semana que dejó vacante el Córdoba Open: “Quiero agradecerle a Torneos por la organización de este Challenger. Rosario es una gran ciudad yo me acuerdo mucho de cuando viajaba de chico a competir acá; ojalá se hagan eventos en el interior del país”.
Por qué se retira
Schwartzman, dueño de un físico privilegiado durante sus años de profesional -apenas sufrió una lesión importante, en el torneo de Buenos Aires 2020-, tomó la determinación de retirarse por cuestiones ajenas al cuerpo.
"En el último tramo de mi carrera no la estaba pasando del todo bien. Empecé a sufrir ataques de ansiedad en los viajes de avión. Me costó mucho seguir jugando", contó semanas atrás, con la decisión ya digerida. La salida se vislumbró en el inicio del derrumbe, el arranque de la temporada 2023, en la que había ingresado en un espiral negativo del que le costaba salir, habitual para los jugadores que supieron estar bien arriba. Aquel momento de desasosiego no tenía un correlato con su identidad: siempre fue un jugador inteligente, estudioso y perspicaz para manejar el contexto.
Al respecto decía entonces, con el corazón en la mano: "Es difícil encontrar una explicación al momento. Es una pena. Mi nivel es muy bajo y no logro ser competitivo. Mi nivel es muy bajo y me toca perder partidos que quizá antes los ganaba. Estoy jugando con incertidumbre y no entiendo muy bien por qué. Estoy parado sobre una nube que no sé para dónde va a ir. Es un desgaste normal que uno tiene con los años: a veces tiene que ver con despertarse a la mañana con las mismas ganas de hacer las cosas y por un tema de ansiedades que empecé a sufrir".
Lo que le sucedió al ex 8º del mundo es usual en cada rubro de la vida y en cualquier disciplina: se trata del aspecto emocional, muy preponderante en un deporte individual-mental como el tenis. El Peque pertenece a una especie infrecuente: los que llegan bien alto, los que rompen barreras, los que siempre van a más.
Por caso Schwartzman es uno de los doce jugadores masculinos de la Argentina que alcanzaron el top 10 del ranking de singles de la ATP -fue 8° en 2020-. También ocupa el cuarto puesto entre los que más partidos ganaron en cuadros principales de Grand Slam: con 59 éxitos sólo es superado por leyendas como Guillermo Vilas (138), Juan Martín del Potro (97) y David Nalbandian (86). Logros para pocos.
Por eso decidió cortar para pasar la página en su vida: "Por haber hecho siempre lo mismo a uno le cuesta encontrar cosas para después del retiro. Estoy ocupado en ese tema: tratando de aprender lo que me va a gustar en el futuro. Vengo haciendo algunas cosas en los últimos años y ahora tengo más tiempo para enfocarme".
¿Se viene el Schwartzman organizador? ¿Habrá una faceta de emprendedor? Por lo pronto ya tuvo experiencias como empresario incluso durante su mejor momento profesional: en 2020, tras su temporada consagratoria, había anunciado la creación de Stone, su propio equipo de eSports en el mundo de los videojuegos. Ahora el perfil parece encarar por el lado de su pasión de siempre: el tenis. El Rosario Challenger será una experiencia bisagra.