Amén de hacer esas canciones que con el tiempo se convirtieron en himnos de la cultura pop, algo que es inevitable para Elton John es la exposición. O más bien la sobreexposición. Quizá por eso es uno de los artistas aún en actividad con más registros audiovisuales acerca de su vida y obra. Esa colección se ensanchó recientemente con el estreno en la plataforma Disney+ del documental Elton John: Never Too Late. Sus directores fueron el esposo del artista, el productor canadiense de cine David Furnish, y el realizador cinematográfico y televisivo estadounidense R.J. Cutler, quien le tomó el gusto al documental como formato. A tal punto que sus últimas producciones se encuadraron en ese lenguaje, entre las que destaca The World’s a Little Blurry, en torno a Billie Eilish.
En este caso, el film usa de disparador para el relato la despedida de Elton John de los escenarios con la gira “Farewell Yellow Brick Road”. El último show (también disponible en Disney+) se produjo el 20 de noviembre de 2022 en el Dodger Stadium de Los Angeles: la primera ciudad que recibió al artista fuera de su país y el mismo estadio en el que años más tarde se consagró en una gran bestia pop. “Estoy en la última etapa de mi vida”, se sincera el músico en el documental. “Mis hijos se preocupan por mi mortalidad porque saben cuántos años tengo. Por eso quiero aprovechar el resto de lo que me queda con ellos”. Él mismo explica que no dejará la música, ni de hacer otras cosas, pero se cansó de salir de gira. Algo comprensible para alguien que en marzo pasado cumplió 77 años, y cuyos hijos tienen 11 y 13 años.
Esa entrevista, consumada junto a otras más en medio de la previa del recital definitivo en la megalópolis norteamericana (como el entrevistador aparece fuera de cámara y no está en los créditos, puede que las preguntas las hicieran Furnish o Cutler), fue alternada con las que le hizo el periodista inglés Alexis Petridis (en el rol de ghost writer) para la autobiografía del músico: Me (2019). Durante ese mano a mano para el libro, Elton John habla del vacío que sentía en el pináculo de su popularidad, a los 27 años. “No tenía más que mi éxito y mis drogas”, le dispara a su interlocutor. “Quería ser la persona que era antes de todo eso”. Esto sucede minutos después de comenzar el largometraje, que arranca ubicándose en 1975, con un músico desenfrenado rockeándola en vivo con “Saturday Night’s Alright (For Fighting)”.
Never Too Late (título tomado del tema homónimo que hizo para la banda de sonido del documental, aunque hay otro suyo llamado igual que está en la película El rey león) versa sobre el deseo de la estrella de dejar de mendigar amor. Esa carencia, que padeció desde su infancia y continuó hasta que conoció a su pareja en 1993 (se casaron en 2014, cuando se legalizó el matrimonio igualitario en Inglaterra), lo puso en la senda de la autodestrucción. Y vaya que le llevó muchos años salir de ahí, lo que lo convierte en un sobreviviente. Eso sí: el rock no tuvo la culpa de su descontrol, ni de su depresión, ni de su anhedonia, porque hay que hacerse cargo de subirse a ese trampolín de la fantasía. Al final de cuentas, él lo sabía. Como bien dijo Charly: “La entrada es gratis, a la salida vemos”.
Sin embargo, hay que ver al menos el documental dos veces para resolver palmariamente su trama. No basta sólo con el título “Never Too Late” (en español significa “Nunca es demasiado tarde”) para entender de qué va este proyecto audiovisual e incluso la venta que aparece en la tapa genera más confusión: “Arriesgó todo para encontrarse a sí mismo”. La película, que transcurre dando saltos temporales, aunque sin perder coherencia cronológica, puede dividirse en varios segmentos. Y en todos ellos se alude a ese agujero emocional. La primera parte gira en torno a su infancia, su hogar disfuncional y su introducción a la música. No aporta nada diferente a lo que se haya dicho antes sobre Elton John, salvo que sus herramientas para encarar el piano como un arma rockera las tomó de Winifred Atwell, Little Richard y Jerry Lee Lewis.
El segundo segmento abarca el debut de su carrera solista, las grabaciones de sus primeros discos y su llegada a Los Angeles. Porque la historia así lo exige, acá el letrista Bernie Taupin, sempiterno socio compositivo de John, tiene un lugar protagónico. Pero luego desaparece hasta el final del documental, cuando el músico lo llama a escena en su último recital para presentarlo frente el público. Este tramo de la trayectoria del artista lo recrea fabulosamente la biopic Rocketman (2019), en la que el actor Taron Egerton encarna de manera sublime al icono. Incluso, el film es más expeditivo que Never Too Late al momento de tratar su adicción al alcohol, la cocaína y al sexo, su manejo de la fama, su conversión a la estética glam a partir de sus complejos físicos y el reconocimiento de su deseo homoerótico.
El documental toca su relación tóxica con su mánager y posterior pareja, John Reid. Aunque no es el único pasaje que se refiere a su homosexualidad. Uno de los instantes cautivantes del relato es cuando el músico asume públicamente su identidad sexual, en 1976, en una entrevista para la revista Rolling Stone. Esto significó un alivio para él, pese a que impactó en su imagen. Previamente a esa revelación, ocurre lo mejor de Never Too Late, devenido en tercera parte: la amistad entre Elton John y John Lennon. Es una evocación sustentada en anécdotas, fotos y video raros, y situaciones musicales, como la confección conjunta del tema “Whatever Gets You Thru the Night”, que tocaron en un show de Elton en el Madison Square Garden, de Nueva York, en la que fue la última vez que el ex The Beatles actuó en vivo.
Un recurso que atraviesa a la realización es la animación no ficcional, a la que se acude cada vez que Elton John recorre su pasado. De hecho, su intento de suicidio se revisitó de esa forma. Tras anclarse un buen rato en la mitad de los '70, el documental de casi dos horas resume los siguientes años poniendo el foco en la lucha del artista por salir del foso, lo que alcanza buen puerto cuando este londinense conoce a su futuro esposo. Si bien el estilo del relato no es su fuerte, Never Too Late tiene a favor el material de archivo, la curaduría musical y el regreso al Troubadour, el bar donde Elton debutó en Los Angeles. El desenlace del film tiene al músico en medio de la gira que lo lleva al Dodger Stadium. Una vez que llega ahí, y tras explicar al público la razón de su retiro, ese hombre maduro, sin apelar a la sensiblería, finalmente saborea el alivio.