La ingeniería política del Gobierno, el plan de edificación de una identidad, no está apoyado en la política económica sino en la tan mentada batalla cultural, una confrontación con sectores determinados que orquesta un juego de amigos y enemigos que les da a los libertarios su herramienta, al menos este año, más efectiva. Una herramienta que es útil para armar una épica mientras el ajuste hace estragos en casi todos los sector