Como un regalo de Navidad: el 22 de diciembre, Jorge Fandermole hará la última fecha del año junto a Fernando Silva en bajo, violonchelo y contrabajo, con el que compartió distintas formaciones. "No la pensé mucho", dice Fander sobre la fecha, de cierto riesgo para un espectáculo, pero que también trae la promesa de un "cálido encuentro". Con un nuevo disco casi terminado, Fander va hacer algunos de sus nuevos temas pero también promete los clásicos que creó durante cuatro décadas, para permitir esa comunión que implica el canto compartido en el espectáculo que brindarán en Refi (Vélez Sarsfield 641) el domingo, a partir de las 20.
Y a diferencia de sus últimas presentaciones, esta vez actuará con uno de los músicos con los que viene tocando desde hace años. "Todos los que conocen a Fernando saben que es un gran bajista, violonchelista y contrabajista, un tipo muy creativo y un gran músico, y además, venimos tocando desde hace mucho, de forma intermitente. Después de 2005 comencé a tocar con Marcelo Stenta, y después vino Fernando y después Juancho (Perone) y eso siguió hasta la pandemia, prácticamente, y ya después fue difícil volver a armarlo, pero llevamos una historia tocando", adelanta Fander.
-¿Cómo seleccionaron la lista de canciones en ese repertorio de cuatro décadas?
-Uno arma los repertorios tratando de balancear qué grado de energía tiene y también de equilibrar esa parte del repertorio nuevo, o que tiene poco tiempo, con aquella parte del repertorio más viejo. Mejor dicho, con lo que ha sobrevivido mejor en cuanto al modo en que se comunica, en que dialoga. Ese equilibrio, si uno lo logra, está bueno, porque aparece la novedad, pero aparece también aquello otro que se recuerda y se puede cantar. Está muy bueno que también aparezca la posibilidad de cantar de parte de quienes están escuchando. Cuando uno lo logra, aunque sea parcialmente, se siente bien uno y el que canta también.
-¿Te asombra que haya gente que sabe poesías complejas como las tuyas completas?
-A mí me asombra que la gente pueda acordarse de canciones y sobre todo, me gustaría mucho que los más jóvenes se acuerden de canciones. Te voy a decir por qué: porque reconozco y además reconocen, porque los tengo de alumnos, que son los que tienen más dificultades para recordar las letras, porque han nacido con el vínculo inmediato del celular. Eso que dice Miguel Benasayag, acerca de la sustitución de funciones, debe ser bastante cierto, porque al que tiene el celular en la mano y que busca inmediatamente aquello que podría recordar, la tiene mucho más fácil.
(Miguel Benasayag es un filósofo, psicoanalista, investigador y epistemólogo franco-argentino, y considera que "el cerebro delega funciones a la máquina”, y que “esa delegación es masiva y muy rápida, y no hay tiempo para que usemos lo liberado del cerebro para otra cosa”.)
-El público recuerda tus temas de memoria...
-Ya lo hemos dicho un montón de veces, la canción es una obra que cuando no suena, no existe. Si no está sonando está apenas en la memoria de alguno o sencillamente está ausente, a diferencia de una pintura. A la canción la podés cantar, y el hecho de que alguien las tome y las cante y las aprendas es un motivo de mucha alegría y de orgullo para mí.
-Y en este momento histórico, ¿cuáles son tus desafíos y qué temas te llevan a hacer canciones?
-Yo tengo un enorme conflicto con el lenguaje y me parece que somos varios, porque uno se da cuenta de que hay momentos de la historia que tienen un carácter crítico terminal. Uno siente que es posible que la historia termine, debido a los síntomas humanos. Y en ese contexto, uno no sabe bien de qué manera usar los lenguajes, porque uno se pregunta ¿seguimos por la misma senda? ¿Qué hay que modificar? En todo caso, si hay una impronta poética en la letrística de las canciones, ¿hacia adonde debe apuntar? ¿Qué tipo de cosas deben romperse en un momento en el que probablemente esté todo roto? O qué tipo de rupturas vendrían a salvar un poco aquello que debe ser salvado. Me parece que si uno sigue logrando que los otros puedan seguir identificándose con lo que escribe y de alguna manera emocionándose y de alguna forma transformándose, probablemente el suceso artístico cumpla con su cometido, independientemente de que uno logre atravesar esa crisis de lenguajes, en este momento de tanta fragmentación. No lo tengo claro, en todo caso lo voy trabajando todos los días.
En ocasión de otra pregunta, el músico que editó nueve discos entre Pájaros de fin de invierno (1983) y Fander (2014) considera "justo" hacer un paréntesis para mencionar algo que le parece importante dejar registrado. "Cuando uno ve que otros más jóvenes logran con sus producciones eso que uno está buscando, me parece que hay que reconocerlo y en ese sentido, por ejemplo, yo creo que en términos de canción como yo la entiendo, lo que han logrado José Santucho y Julián Venegas con su disco Ambulantes es un hallazgo, en la poesía de Ambulantes está todo lo que se necesita en este momento", expresa Fander y termina: "Me hubiese gustado escribirlo a mí". Un gran elogio que llega, además, de un referente de la música popular argentina.
Fander dice también que está "muy atento a cómo se perciben las cosas desde los nuevos oídos, por eso tal vez desde la docencia uno tiene una ventana para ver lo que no se ve desde otro lugar, que no se ve desde el escenario. Me interesa saber cómo cómo se habla y cómo se oye lo que se dice, lo que se canta. Porque uno intenta no seguir cantando para los mismos, sería bueno que haya una renovación dentro del público, una renovación de la escucha y de la interpretación".
-Tu posición es muy diferente a la que desdeña todo lo nuevo porque no tiene calidad, y que rechaza las músicas que hacen las nuevas generaciones.
-Las nuevas generaciones son víctimas. Eso lo tengo súper claro, no es que los esté victimizando, sino que las nuevas generaciones son víctimas. El que ahora tiene 20 años, ahí nomás, a los seis, los agarró la crisis mundial del 2008 y nacieron en el medio de un sistema terminal y no van a disfrutar del mismo mundo que disfrutamos nosotros, en términos ambientales, globales, integrales. Entonces, siempre pienso que a los más jóvenes hay que cuidarlos mucho, porque hay una cuestión de responsabilidad intergeneracional. No voy a pensar nunca que ellos están equivocados, porque en realidad, los que fallamos en algún sentido, si falta algo en la comprensión o hay alguna cosa perturbada, somos nosotros, las generaciones anteriores. Los responsables de haber sostenido un sistema educativo. Somos los que no pudimos controlar una crisis, los que no supimos poner suficiente lucha para sostener nuestras ideas.
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