Un ejemplo de lo subversivo del psicoanálisis es hablar de “desexualización” cuando en el resto del mundo se habla de hípersexualización.

En la conferencia de Christiane Alberti, El psicoanálisis hacia la juventud, que se desarrolló el 27 de noviembre pasado en el XVI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, realizado en la Universidad de Buenos Aires, la expositora transmitió un modo de leer los efectos del valor que se da en nuestra sociedad a la transparencia. De la temprana exposición de los niños y jóvenes a una sexualidad sin velo a través de la pornografía, los contenidos explícitos en su música y sus interacciones.

Ella expresa que la particularidad contemporánea es que los sujetos no hacen síntoma, porque el discurso moderno no da lugar al síntoma y esta imposibilidad, deja a los sujetos sometidos a una “prevalencia de la realidad por sobre lo real”.

Dirá que la “desexualizacion” ocurre cuando la sexualidad se reduce a una acción sin deseo, sin síntoma. Que cuando la “zona de la realidad” es la que prevalece, cuando el objeto sexual mismo se va por la pendiente de la realidad y no se presenta más investido de libido, erotizado, es cuando se presenta como un “paquete de carne”. 

Ahí es cuando surge esa “zona de caída”, una dimensión que en lugar de provocar el deseo, provoca la caída del deseo en una reacción de asco.

Para ejemplificarlo hará referencia a una película de Steve McQueen llamada “Shame” que retrata ese desencanto y una sexualidad reducida a un hacer, sin erotismo. La cito: “La película nos presenta a Brandon, un joven adicto al sexo, que practica encuentros furtivos y fugaces, frecuenta a prostitutas, mira films pornográficos en el trabajo y en su casa, masturbación compulsiva sobre el fondo de salidas a discotecas, el film es extraordinario por mostrar maravillosamente bien cómo Brandon se esfuerza por colmar el vacío y el film muestra al mismo tiempo las formas de colmamiento del vacío en la modernidad, en un mundo de traders tejido en el ideal de independencia. Es en el cuerpo, en la búsqueda de un goce permanente e inmediato como el sujeto intenta colmar el vacío, no supone nada de un saber no sabido sobre sí mismo, se abandona no al destino que le hace el inconsciente sino a una consumación donde se anula toda división, en la estricta dependencia corporal y que vuelve imposible la puesta en forma de un camino". 

"Dicho de otra forma, el síntoma mismo está desinvestido y llevado a la adicción", sigue Alberti.

Y agrega: "¿Qué queda entonces? Queda la vergüenza, afecto fundamental del lazo con el Otro, que muestra que no se trata aquí de un vacío forclusivo, de un vacío psicótico, que Brandon es sensible al Otro, al efecto del significante, pero no logra hacer la hipótesis del saber inconsciente, se defiende de la vergüenza en el acting, en la masturbación compulsiva, es una defensa que no aspira más que a volverse demanda al Otro.”

La conferencia de Alberti está disponible en Youtube

 

*Estudió en ICdeBA. Estudia en Maestría en Clínica Psicoanalítica-Idaes-UNSAM