Sergio Orozco mueve sus dedos flacos con nerviosismo. Usa frases para parecer formal: "cabe destacar", "cabe aclarar". Pide disculpas a cada rato por ciertas imprecisiones. Está en plena declaración como testigo ante el Tribunal Oral Federal 6 (TOF6) que juzga el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner. Será el último en testificar este año: las audiencias se reanudarán recién el 12 de febrero y seguirán unos meses más. Le dicen "Checho" y fue también uno de los vendedores de copos de azúcar del grupo que manejaba Gabriel Carrizo, acusado como partícipe secundario, y que integraban Fernando Sabag Montiel --el hombre que quiso dispararle a la expresidenta-- y su novia, Brenda Uliarte. Pero, además, el departamento donde vivía Orozco con su mamá en Barracas era donde se juntaban los llamados "copitos" y donde tenían la máquina para hacer algodón de azúcar. Funcionó como una base de operaciones. Desde ahí fueron a Telefé a despegarse del ataque a CFK, fue el último lugar donde estuvo la chica antes de que la detuvieran tres días después del atentado y por donde también pasó esas primeras horas Carrizo, detenido dos semanas más tarde. 

"No teníamos jefe en sí, teníamos líder y el líder era Carrizo", describió Orozco ante el tribunal que preside la jueza Sabrina Namer. Quería engrandecer a su amigo, a quien suele visitar en la cárcel, y a la vez lo expuso. "Checho", delgado, moreno, de pelo corto y 28 años, dijo que trabaja en el Hospital Elizalde y que como ese ingreso no le alcanza vendía copos de azúcar. Su relato apuntó, como el de la mayoría de los amigos y allegados a Carrizo, a la teoría de que éste solo hablaba en broma y que nada de lo que había dicho en mensajes posteriores al atentado, donde se adjudicaba habar participado y hasta entregado una arma a Sabag y Uliarte, era en serio o real. 

El relato de este joven fue entre sórdido, bizarro y por momentos confuso o contradictorio. Duró más de cuatro horas, lo que provocó la postergación de las declaraciones de los otros miembros del grupo de "los copitos" que aguardaban ahí en tribunales: Miguel Angel Castro Riglos, Leonardo Volpintesta y Lucas Acevedo. Pese a su cercanía con los personajes centrales de esta historia, "Checho" se mantuvo en la posición de que no sabía nada vinculado al atentado. 

Relaciones

Según Orozco, Carrizo era como un hermano para él. Se conocían desde 2021, de la fila del boliche Arkham. A Sabag también lo conocía "del boliche" y lo pintaba como un desastre: alguien impuntual, a quien tuvo que ayudar a vender los copos y que tenía problemas espirituales. "Checho" relató que hacía fiestas en esa casa en Barracas, que trataba de sacar a su mamá de ahí en esos momentos. En alguno de esos eventos dijo que se la cruzó a Brenda, a quien le pagó por tener sexo dos veces, y la criticó porque "no sabía hacer copos". Por los días del intento de magnicidio Castro Riglos vivía en su casa, en su misma habitación. Antes del hecho dijo que no habían fabricado copos de azúcar y que habían mudado la máquina a la casa de Acevedo en Bernal. Otro dato curioso fue que a él justo se le acababa de perder un teléfono celular cuando fue a jugar al fútbol y que el 1 de septiembre se compró uno igual. En un chat llamado "Girosos" había visto al pasar una foto de un arma compartida por Sabag, pero insistió en que no le daba importancia, y que tampoco hablaba de política. La pista política, igual que la financiera, es uno de los grandes temas excluidos de este juicio. Orozco no es el primer testigo en decir que no habla ni le importa la política. 

El día del atentado

Orozco contó que la noche del atentado estaban en su habitación juntos Carrizo, Volpin Testa, Castro Riglos, Acevedo y él. Vieron la noticia en el celular de Castro Riglos en  Facebook. "Este pibe me suena", habría dicho el dueño del teléfono. "Boludo es Nando (Sabag Montiel)", le habría respondido él. Según el testigo todos "se sorprendieron", "Acevedo estaba más o menos calmado", "Castro Riglos no me acuerdo", y "Carrizo y Volpintesta querían hacer chistes o bromas sobre el tema ese". "Podríamos decir que estaban eufóricos", describió. En su caso dijo que "estaba más o menos con miedo" porque circulaban videos de notas que les habían hecho ese año a Uliarte y Sabag Montiel en Crónica TV, y en una de ellas estaba él, en Tigre. En esas entrevistas Brenda cuestionaba los planes sociales, que extrañamente se habían reiterado en distintos días y lugares. A "Checho" le preguntaron si le gustaba Sergio Massa y dijo que no. 

Orozco insistió en que "todos en el grupo tomamos todo a chiste". Pero a la vez comentó que le sugirió a Carrizo que no publicara un estado donde escribió: "El próximo sos vos Alberto", en alusión al expresidente Alberto Fernández. Dijo que en la madrugada fueron a Crónica "a aclarar algunas cosas" pero que no los recibieron. 

Algunas de las pruebas que comprometen a Carrizo son mensajes que le envió a su hermanastra (y otros conocidos), donde él se describía como partícipe del intento de magnicidio y decía "el arma es mía, Andrea". Horas más tarde le señalaba que la que había usado Sabag, una Bersa calibre .32, era distinta a la suya, que era "calibre .22 corto" y que ésta la irían a esconder con Uliarte. Orozco declaró que estando en su casa Carrizo habló con la hermanastra pero que no sabía si era por mensajes de Whatsapp o audios, ni qué hablaba. Al rato se corrigió: "Lo poco que recuerdo, él decía que el arma era de él y todas esas cosas. Pero eso fue una total falacia porque él nunca tuvo un arma". Intentó justificar que lo había recordado a raíz de de que Volpintesta le comentó: "Viste que Gabi le hizo un par de bromas a su hermanastra". 

A cuento de este relato, la fiscala Gabriela Baigún aludió a una declaración ante escribano que habían firmado Orozco y Volpintesta a instancias del abogado defensor de Carrizo, Gastón Marano, después de su procesamiento en los comienzos de la causa. Esos escritos no son parte del juicio, pero integran la estrategia por presentar a Carrizo como un bromista cultor del humor negro que no habló en serio cuando decía que habían mandado a matar a CFK. Es lo que el propio Carrizó declaró en primera instancia y ante el TOF6 que lleva adelante el juicio. Antes de empezar sus preguntas a Orozco, Marano lo saludó: "Qué bueno volver a verte". 

Orozco contó que con Brenda hablaron el día después de atentado y que ella les aseguró que no veía a Sabag Montiel desde hacía dos días. La versión de "Checho" es que le creyeron y se preocuparon por ella, que la recibieron al mediodía del 2 de septiembre a la casa de Barracas. En especial dijo que "como Carrizo era el líder "estaba preocupado porque era su empleada, es natural de un empleador preocuparse por su empleado, por el bienestar". Según el testigo, tanto Carrizo como Uliarte recibían amenazas por las redes. El había puesto algún comentario en un posteo sobre Sabag, ella había aparecido en las notas de Crónica. 

La joven apareció con el pelo de otro color: de colorado pasó a un rubio tirando a naranja. "Cambió de color de pelo por el evento mediático --dijo Orozco-- y vino con un gorrito toda tapada para que nadie la reconociera". A ella, agregó, la habían llamado de Telefé y por eso acordaron ir todos ahí, a una entrevista. "Le prestamos un tapado (de piel) que era de la mamá de Castro Riglos", "zapatillas de mi mamá", "había como un plan de aparecerse como una diva y estar en la tele", "yo salí de traje porque pensaba que había que ir presentable". La nota en en televisión fue llamativa, ya en su momento. Carrizo, según Orozco, había repartido los roles para esa exposición. Se decían amenazados, sorprendidos por Sabag, ajenos al hecho, y que querían trabajar. 

El domingo 4, Brenda estuvo en la casa de "Checho" otra vez. El contó que la dejó encerrada en una habitación mientras se fue a un cumpleaños. Más tarde la acompañó a tomar el tren. Salieron de la casa de Montes de Oca sin que la policía, que se supone que los observaba, hiciera nada. En la Estación Palermo del tren San Martín finalmente fue detenida porque un secretario de la jueza María Eugenia Capuchetti mandó a parar la formación, alertado porque desde la oficina de escuchas de la Corte le dijeron que su celular se movía. Orozco dijo tener temor por ser el último que había estado con ella. Después Carrizo le blanqueó que estaba involucrada. Con los días se conocieron chats donde ella planificaba el atentado. Los "copitos" acordaron entregar sus celulares para despegarse en la investigación. Orozco dijo que lo hizo ante la jueza y el fiscal, de manera voluntaria. A Carrizo le costó caro porque terminó detenido.