El obispo de Bariloche, Juan José Chaparro, advirtió que “las autoridades” del Estado deben favorecen la apertura de “canales de diálogo” con las comunidades mapuches para que asesinatos como el de Rafael Nahuel “no se repitan y no comencemos a sumar muertos”. El sacerdote negó la posibilidad de que los miembros de la comunidad Lafken Winkul Mapu tengan vínculos con la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM): “Me parece que están armando un enemigo”, puntualizó.
Chaparro fue una de las personas que accedió al territorio de Villa Mascardi, donde el joven de 21 años fue baleado por Prefectura, para ver la situación en que se encontraba el resto de los miembros de la comunidad. “Hay jóvenes varones, mujeres y niños”, describió. Según su relato, en el diálogo con el juez que ordenó la represión y que encabezó esa comitiva, Gustavo Villanueva, los mapuches pidieron “hacer algunos días de duelo” y luego retomar las negociaciones sobre su permanencia en el lugar.
Asimismo, dijo sentir “preocupación y dolor” por lo que ocurrió con Nahuel y pidió “lucidez y racionalidad” para “que se abran caminos de diálogo”. Rescató la decisión del juez de posibilitar la llegada de “ayuda humanitaria”. “Hay que dialogar y hacer todos lo posible por salvar vidas humanas”, remarcó.
A la vez, el obispo relativizó la existencia de alguna relación entre la RAM y la comunidad que, desde el 14 de septiembre, se asentó en un predio lindero al Lago Mascardi, un territorio que reivindica como propiedad ancestral. Es más, puso en tela de juicio la existencia de ese grupo que los gobiernos nacional y de Río Negro califican como una organización que siembra el terror en la Patagonia.
“No conozco la existencia de la RAM. Me parece que se está armando un enemigo”, señaló el religioso quien, con estos dichos, puso en jaque la versión del Gobierno sobre la presencia de esa supuesta organización paramilitar. Según su experiencia en la región, en los barrios más pobres de Bariloche “hay gente que vivía en un lugar y que luego se fue endeudando hasta que de repente no tenían más ese terreno” y comenzaron a buscar otros lugares para vivir. Alguno de ellos, continuó, pudo haber impulsado la toma de un territorio, como ocurre con predios del Gran Buenos Aires, ejemplificó. “Pero de ahí a que se trate de un ejército organizado con armas de grueso calibre, hay una distancia muy grande”, afirmó.
“Que se ocupe un lugar no siempre significa que quienes lo hacen sean grupos RAM u otros”, insistió y recordó que en la zona que abarca su diócesis “hay organizaciones y comunidades mapuches que han estado trabajando para conseguir sus tierras de una manera legal”. Citó entre ellas a las varias comunidades y al Parlamento Mapuche, que tiene sus representantes en Bariloche.
Es más, contó que antes de una de las movilizaciones de los últimos días, varios integrantes de la comunidad mapuche le manifestaron su “preocupación” por posibles “actos de violencia” que los tuvieran como víctimas. “Siempre puede haber otros que se metan”, arriesgó y dijo conocer casos como el “incendio de un refugio” en el que “apareció la palabra RAM”. “Pero yo no los conozco”, reforzó.
Sobre el asesinato de Rafael Nahuel, Chaparro evitó arriesgar si la muerte fue producto de “una ejecución” por parte de las fuerzas de seguridad. La autopsia determinó que el joven murió de un disparo por la espalda con una bala como las que usa el Grupo Albatros de la Prefectura. “La reconstrucción la tendrá que hacer la Justicia”, dijo. “Lo que yo quiero –subrayó– es que se encuentren caminos de diálogo y que haya una solución aunque sea temporaria.”