Hace 14 años en un contexto social muy distinto al actual, donde se promovía la inclusión en el mercado laboral de aquellxs trabajadorxs que se encontraban excluidos de la formalidad, las cooperativas representaron una alternativa para mejorar su situación económica. Fue así como la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) tomó la iniciativa de formar la Red Textil Cooperativa que nació en 2013 luego de que un grupo de trabajadorxs lograron organizarse a partir de una demanda del Estado de compra de guardapolvos.
“La idea de la red es ordenar, organizar y profundizar el trabajo de esas cooperativas textiles, para que podamos generar trabajos más redituables, hacer compras conjuntas para abaratar costos y trabajar en conjunto lo que nos permite tomar trabajos de mayor escala, distinto de lo que cada cooperativa individualmente podría hacer. La Federación llega para potenciar el encadenamiento productivo y maximizar en todo sentido las oportunidades de estas cooperativas”, explica Melen Vergniaud, presidenta de la Red.
Hoy la federación está integrada por más de 40 cooperativas de las provincias de Salta, Chaco, La Rioja, San Juan, Catamarca y Buenos Aires. En la Red hay cooperativas que producen su propia tela como Iinimbo en Chaco, otras realizan estampados y algunas son parte de toda la cadena productiva del rubro textil: desde la creación de la materia prima, hilandería, corte, confección y estampado, hasta que la prenda está lista para ser comercializada.
Melen es presidenta de la red desde hace dos años, participa de la federación desde sus inicios e integra además La Maqueta, una de las cooperativas de base. Actualmente el consejo de la Red está integrado en su totalidad por mujeres cooperativistas: Norma Sisterna es la secretaria general y forma parte de la cooperativa Sion de La Matanza y Elsa Vega es la tesorera, integrante además de la cooperativa Beraca de la provincia de La Rioja.
La red produce para empresas privadas y también para organismos públicos mediante licitaciones de mayor escala que lograron hacer gracias a la unión de todas las cooperativas. “Tenemos un equipo técnico que trabaja en la compra y separado de los cortes de telas destinado a cada una de las cooperativas para que todos los productos salgan iguales y un centro de logística para su distribución”, señala Melen, pero además unos de los principales objetivos de la red es formar a sus integrantes para que las prendas que producen sean idénticas en Chaco, La Rioja o Buenos Aires.
Capacitaciones para todxs
Desde el inicio de la pandemia la red fue convocada para producir barbijos y kits hospitalarios para profesionales de la salud (cofias, delantales y botas). “Hicimos más de 500 mil kits, fue un momento de mucho trabajo. Para nosotras fue importante porque si no se salía a trabajar en ese momento, no podíamos llegar con dinero a nuestras casas. A la vez hicimos un aporte produciendo un insumo de primera necesidad”, explica Melen.
Otro de los trabajos que enorgullece a la red textil es la confección de los muñecos de la serie animada educativa “El asombroso mundo de Zamba”, un proyecto del que participaron en colaboración con distintos ministerios, a partir del cual pudieron acceder al uso oficial de la imagen de los juguetes. “Fue un proyecto súper interesante del cual fuimos parte varios años y fue una experiencia muy linda para las compañeras y los compañeros que lo produjeron. Nos sentimos parte de esa batalla cultural que se daba y además, las compañeras se capacitaron y aprendieron a confeccionar muñecos junto a diseñadores del Ministerio de Industria de ese momento. ”
Tiempo después consiguieron otro proyecto de gran escala junto al Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires a partir de la confección de mochilas y apósitos menstruales reutilizables que se entregaban con el Programa Qunita. “La Federación fue parte de una licitación y llegamos a producir 68 mil toallitas, eran kits que venían con tres toallitas cada uno que iban dentro de la mochila de Cunita para las madres de niñas y niños que nacían en hospitales públicos de la provincia de Buenos Aires”.
Salud menstrual y cuidado del medio ambiente
Cada vez que se incorpora la oportunidad de confeccionar un nuevo producto, la red arma un equipo de capacitación para que cada unx de lxs trabajadores aprendan a confeccionarlo y desarrollar de esa manera un producto igual y de la mejor calidad.
Para la Red, la oportunidad de fabricar toallitas fue el puntapié inicial para pensar en la salud menstrual y el cuidado ambiental, en ese sentido Melen explica: “Hoy estamos intentando desarrollar la confección de toallitas con los desperdicios que generan nuestras propias cooperativas en la producción de otras prendas. Tenemos un cálculo entre mínimo y máximo de los desperdicios que puede generar una cooperativa mensual y anualmente. El desperdicio textil es muy nocivo porque lleva muchísimos años en degradarse, entonces buscamos a través de la toallita, reutilizar esa tela y a la vez aportar un cambio que tiene que ver con la salud menstrual. Las toallitas descartables no solo afectan al medio ambiente, le hacen mal a nuestro cuerpo y también plantean un consumo de algo que se desperdicia en un momento en el que el acceso a ese tipo de productos que tienen que ver con la salud menstrual es cada vez más costoso. Dar el debate e instalar productos así es lo que nos proponemos también cuando encaramos algunos trabajos más allá de generar trabajo digno para las compañeras y compañeros que lo producen”, asegura la presidenta.
El cooperativismo en tiempos neoliberales
¿Cómo afecta a las cooperativas las medidas que está implementando el gobierno nacional?
--Sabíamos que el rumbo que tomó el gobierno nacional iba a ir en detrimento de nuestra clase trabajadora, de las cooperativas de mujeres y disidencias. La industria en general y también el sector textil se vio muy afectado, siempre se corta por la parte más delgada, ahí donde están las trabajadoras y trabajadores de la confección que conforman la mayoría de nuestras cooperativas. Cuando hay recesión, la industria y el consumo caen y si se tiene que elegir entre comer o renovar el vestuario, las personas van a priorizar la comida. Nosotros que producimos, en general, para el consumo interno vemos la caída de nuestro trabajo. También porque la apertura de importaciones implica una competencia desleal para nosotros porque competimos con precios irrisorios para la confección de algunas prendas entonces dejamos de poner un precio justo y digno a nuestro trabajo, empiezan a regir las leyes de mercado y a imponer los precios de los trabajos.
¿Qué significa ser cooperativista en este contexto?
--Este es un gobierno que estigmatiza y apunta directamente contra los pobres y contra las y los cooperativistas. Ser cooperativista en este contexto pareciera que no está bien visto, es como si no fuera un trabajo digno y una herramienta para generar trabajo, así que luchamos contra todo eso en este contexto. Es difícil porque a la vez que hay que salir a buscar trabajo para llevar el pan a nuestras familias, tenemos que estar luchando contra esa estigmatización y las políticas que lleva adelante este gobierno que nos perjudica como los cambios en el monotributo social o el congelamiento del Potenciar Trabajo. Esas son herramientas que no dan de comer a las compañeras pero sí representan una ayuda al momento de buscar dignidad para las y los trabajadores del sector. Batallamos sobre este contexto, donde hoy no hay Estado, hay más federación y se intenta sostener la organización. No hay Estado nacional, pero sí hay Estado provincial, hay compañeras y compañeros que ocupan funciones y que piensan que las cooperativas son una herramienta para organizar el trabajo dignamente, para generar nuevo trabajo, para incluir al mundo laboral a los sectores más postergados y vamos con ellos de la mano de eso.
El sector textil se caracteriza por tener mano de obra esclava, empleo informal, precarización laboral. ¿Crees que las cooperativas son una salida para frenar esas formas de opresión?
--El textil es un sector históricamente con trabajo precarizado, esclavo, a destajo, con largas jornadas. Las cooperativas y la Federación plantean y piensan el trabajo de otra manera, en una actividad que sea digna, donde las condiciones de trabajo y las jornadas laborales sean otras, intentando sacar a las compañeras de sus casas para que el hogar se pueda habitar para vivir y el trabajo se pueda realizar en la cooperativa: separar eso es fundamental. Además, pensamos en el trabajo digno desde la construcción de un precio justo para quienes trabajan, más allá de que la presión viene siempre obviamente de un empresario que está por encima de esas trabajadoras y trabajadores que producen, lo que hacemos es pensar en que se puede construir un precio justo para lo que se está produciendo y puedan llegar a tener un sueldo digno sin necesidad de estar 12 horas trabajando en la máquina. Todo eso se construye en lo cotidiano, se construye a la hora de poner un precio para algo, no solo a la hora de pensar en qué condiciones trabajamos.
¿Qué lugar ocupan hoy las cooperativas frente a una precarización laboral cada vez más instalada?
--Las cooperativas vienen a ocupar, no solo en el sector textil, sino en todos los rubros y ramas, el lugar de generar trabajo digno de otra manera, con otras prácticas, donde el eje es lo humano y no lo económico. Más allá de que generamos empresas sociales para vivir, nuestro principal objetivo es que vivir sea digno. Desde la federación también promovemos, insistimos y difundimos estas prácticas para que podamos generar un encadenamiento productivo más digno para todos los que formamos parte de esa cadena.