Si sos un habitante crónico de internet, y te la pasás escrolleando sistemáticamente Twitter, Tiktok e Instagram, quizás tengas esta sensación: todas las mujeres que aparecen en tu feed, posiblemente, se vean muy similares. Parece como si todas fuesen primas, o les hizo la carita el mismo cirujano o son parte de una etnia endogámica con un pool genético muy limitado.
Ser flaca, blanca y jóven ya no es suficiente: para encarnar la máxima belleza contemporánea de las redes sociales -cuya frontera con la “vida real” es cada vez más difusa-, hay que tener ciertas características. A saber: ojos rasgados y gatunos, pómulos altos, labios turgentes, nariz de muñequita de porcelana, frente ancha, cejas elevadas, y el cabello lacio. Este rostro viene acompañado, obviamente, de un cuerpo etéreo, fitness, grácil.
Evidentemente no hay que nazca esta cara prefabricada porque es una ficción; pero eso no importa: como si fuese una plantilla calcable, cualquier esteticista sabe exactamente cómo configurarla, -no importa la edad que tengas. Un poquito de ácido hialurónico por acá, un filler por allá…¿No te alcanza la plata? No sos fea, sos pobre. Pero no te preocupes: los filtros de TikTok pueden ayudarte a enmascarar esta falencia, -al menos en el hábitat virtual.
Instagram face: el rostro genérico de la belleza de internet
Durante décadas, la cultura popular premió la diversidad de la belleza en los rostros-ojo, siempre que la muchacha en cuestión sea blanca, joven y flaca-. Muchas mujeres son lindas, pero no todas son inolvidables. Marilyn Monroe era admirada por su sensualidad curvilínea y fulminante. Audrey Hepburn, por su cualidad naif y delicada. Marlene Dietrich, por su misterio andrógino. Madonna, por su desfachatez erótica y desordenada. Jennifer Aniston, por su sencillez, carisma y por parecer “la chica del lado”. Incluso Sarah Jessica Parker, la protagonista de “Sex and the City”, era huesuda y tenía (tiene) una nariz que hoy sería rotundamente inaceptable en la TV. Aún así, era el interés romántico de los galanes más codiciados de Nueva Tork y no dejaba títere con cabeza.
Todo eso cambió con el advenimiento de las redes sociales, donde los algoritmos homogeneizan la idea de belleza, dándole más visibilidad a aquellos rostros que cumplen con esta configuración estética extenuante que, en el lenguaje de internet, fue bautizada como “instagram face” (cara de Instagram). Así se reproduce un ciclo sin fin, de premios y castigos, que genera un paisaje virtual cada vez es más uniforme, donde es difícil discernir si la imagen que vemos es una modelo genérica o inteligencia artificial, o una modelo que imita a una IA, o viceversa.
En Argentina, esta regulación de la belleza se advierte sobre todo en la cultura pop, donde los retoques estéticos uniformantes y la delgadez compulsiva generan la ilusión de que estrellas como Tini Stoessel, Emilia Mernes, La Joaqui y Nicki Nicole, por ejemplo, podrían ser primas lejanas. Si cualquier chica normal y corriente siente que su cara no es lo suficientemente hermosa porque no cumple con estos imperativos estéticos, ¿qué sentirán estas divas, cuyas imágenes básicamente son puestas bajo el microscopio diariamente? Es casi un milagro disruptivo que cantantes como Naty Peluso haya elegido mantener sus rasgos naturales, aunque ellos no encajen en este molde de la pretendida perfección. Entre otras cosas, eso hace que Naty sea aún más hipnótica -e icónica.
Sydney Sweeney, la "hembra humana" que engaña a hombres inocentes
Sin embargo, a pesar de las exigencias corporales inhumanas, Hollywood aún permite cierto tipo de diversidad. Un poco. Tampoco tanto. Dentro de esta categoría, se encuentra una de las mujeres más nombradas de esta semana en las RRSS: una de las bombas más hot del Star System, ni más ni menos que Sydney Sweeney. (Que tampoco tiene nada muy "exótico"; más bien es la viva imagen de la belleza hegemónica occidental).
La actriz saltó a la fama internacional después de haber interpretado a Cassie Howard en la serie “Euphoria, un personaje que vivirá para siempre en nuestra memoria por su personalidad ingenua y su sensualidad dramática, perturbadora y fatal. Sin embargo, ni siquiera ella pudo salvarse de los trolls de las redes sociales; en otras palabras: varones jóvenes y tristes, INCELS malolientes que se relamen las heridas de su ego masculino lastimado, insultando mujeres de forma anónima en la calle online.
Desde que Sydney se hizo famosa, hay un submundo de varones primitivos que se refirieren a ella usando el término “Butterface”, que es una simplificación de “But her face…” que significa algo así como: “Ella tiene un buen cuerpo, pero su cara…”. Parece mentira, pero en múltiples oportunidades la actriz manifestó en sus redes este tipo de ataques, que son constantes. Evidentemente ella es hermosa, pero sus razgos transgreden las reglas de la "instagram face" insoslayable y, ante los ojos de muchos, eso la convierte en una mujer de belleza "mediocre" o "estándar". Una dinámica que es un caldo de cultivo de dismorfia corporal que afecta incluso a mujeres tope de gama de la sensualidad de Hollywood, como Meghan Fox, que manifestó en múltiples ocasiones la inseguridad que le daba...¡su cara! ¡Sí, ella! ¡La actriz "hot" de "Rápido y Furioso!
Esta semana, estos trolls resentidos -no hace falta decir a quien votan, porque es obvio- carentes de motivos para vivir, se relamieron los colmillos cuando uno de su clan fotografió a Sydney con la guardia baja, mientras tomaba sol en la privacidad de su casa. Como si fuese el premio de una cacería, expusieron en las redes sociales el botín: Sydney sin maquillar, en rodete, chilling, y lo que es peor: con los brazos mega musculosos, porque se está preparando para el que podría ser su rol consagratorio, encarnando a una boxeadora.
Inmediatamente, dichos retratos se viralizan en las redes sociales como un reguero de pólvora: la jugosa delicia que sienten algunos ver a una diosa sobre la tierra adoptando una forma humana e "imperfecta". La confirmación de lo que los trolls sostienen: ella NO es linda, engaña a los hombres con maquillaje y looks de alta costura para hacerles creer que lo es. ¡Es una tramposa que merece ser castigada! ¡Estafó los pobres e inocentes hombres!
Parece ser que en la era tirana y adictiva de la internet de plataformas, muchos varones no están familiarizados con las mujeres de verdad, no salen de sus sótanos con olor a moho y no comprenden que una mujer, para pasar de ser una chica que toma sol en rodete, a una muñeca que posa en la red carpet de la MET gala, básicamente necesita de un ejército de estilistas y modistas. Y se sienten decepcionados y estafados cuando descubren esta realidad, igual que un niño cuando se entera que Papá Noel son los padres. Pero alguien se los tiene que decir: la "instagram face" no existe espontáneamente, muchachos.
Sydney les dio un cross en la mandíbula exponiendo en sus redes sociales estos mensajes violentos que pintan de cuerpo entero lo que ellos son: INCELS que encuentran en la misoginia un motor de vida; cobardes que no intercatúa con chicas en la vida real y que, como los habitantes de la caverna de Platón, creen que los espejismos de las mujeres que ven en TikTok y en Pornhube son la realidad y la vara con las que deben medir a todas las "hembras humanas", -como se refieren ellos a las mujeres.