Víctor Hugo Morales habló este viernes de la detención del gendarme Nahuel Gallo en Venezuela y cargó contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien trasladó sus clásicas mentiras y disparates al plano internacional y de la diplomacia. “El disparate funciona en su vuelo de cabotaje, pero quizás no sea lo mismo aquí que en el exterior”, se lamentó.
El editorial de Víctor Hugo Morales
La pelea entre Villarruel y Bullrich deja en ridículo a la Argentina, tal como nos permitimos decir desde el inicio del tema del gendarme. Ayer, mientras Milei visitaba a la familia de Nahuel Gallo, Villarruel conspiraba contra su propio gobierno, aunque diciendo una verdad: el viaje fue autorizado por Bullrich. Ella misma lo anunció en marzo, en una de sus bravuconadas. “Vamos a enviar gendarmes a la embajada en Venezuela”, dijo. Y lo hizo, pero fue descubierta.
Ahora Villarruel, en un ataque de odio, cuenta la verdad, y uno se pregunta qué hará ahora la Argentina frente a los países a los que pidió ayuda para rescatar al soldado Gallo. Colombia y Brasil, por ejemplo, deben haber creído en un principio la versión del secuestro de Gallo. Sin embargo, ahora se enteran de que Gallo estaba en una misión. Una mentira trae la otra.
Una cosa son las falacias aquí, donde tienen el poder concentrado y pueden reírse en el rostro de la verdad con cualquiera de los inventos de Bullrich. Por ejemplo, Bullrich y la Gendarmería afirman que a Nisman lo mataron. El disparate funciona en su vuelo de cabotaje, pero quizás no sea lo mismo aquí que en el exterior. No en este tema, y no con Colombia y Brasil.
Conociendo a Bullrich a través de historias como las de Maldonado, Nahuel, los espías iraníes que “iban a comprar pan”, las bombas molotov de quienes supuestamente planeaban un golpe en Plaza de Mayo (pero eran quemacoches), la financiación de los mapuches por la reina de Inglaterra, dicho así para matizar con una sonrisa tanto dislate, y el espía ruso que, tirando de una piolita, mataba a Nisman para encubrir el asesinato, lo que ocurrió con Gallo fue que Bullrich se puso a jugar a ser Bond, Patricia "Bond", y le salió el agente 86.
Petri, con su cara de tal, dice que piensa pedirle ayuda a CFK. Otra mentira. Pero como la idiotez no da tregua, mientras hacen el papelón del envío del gendarme, quieren adosar a la exvicepresidenta al inmenso lío que tienen ahora. Que le pida ella a Maduro, ya que son tan amigos, dicen, y de paso volvieron a los insultos destemplados.
Del ridículo es difícil volver. Más fácil de la muerte, dicen. Y el gobierno debe explicar de nuevo a los países mediadores el viaje de Gallo, la autorización y el motivo. El asunto pasó de castaño a oscuro. Después de la confirmación de Villarruel... qué vergüenza, por favor.