A veces, el personaje se antepone. ¿Cómo resolver, en este sentido, una película sobre Nora Cortiñas? ¿Cómo filmar, desde cuáles elecciones formales, a una Madre de Plaza de Mayo? El desafío, puede decirse, es en cierto punto el mismo que el de cualquier otro proyecto; pero, sin embargo, no. Aun cuando el planteo moral sea intrínseco a toda imagen y a todas las relaciones que entre ellas posibilita el montaje, una persona como Nora Cortiñas implica una responsabilidad diferencial. Personaje o Persona. El rebote es espejado, y en la mixtura entre ambas caras está el asunto: dramático, estético, moral.

Por otro lado, que una película sobre Nora Cortiñas se estrene el mismo año de su fallecimiento (el 30 de mayo), agrega una pieza sustancial. De esta manera, Norita (mañana a las 20.30 en El Cairo Cine Público), la película de Jay McNamara y Andrea Carbonatto Tortonese, oficia de manera precisa en el relato que de sí necesita la memoria; y en este entramado siempre difícil, que logra conquistas y conoce retrocesos, el cine ocupa un lugar nodal. Por eso, ver y oír a Nora Cortiñas en la pantalla grande, aviva el ánimo de maneras tan espirituales como concretas.

Quien haya visto la serie documental Argentina ’78 (2024, Lucas Bucci y Tomás Sposato) encontrará, necesariamente, un efecto réplica entre sus capítulos y este documental; no solo y obviamente por la época aludida o recreada, sino por la participación de Cortiñas, en imágenes que responden a soportes diferentes: el streaming y la sala de cine. La coincidencia de ambas producciones se suma a otras, más o menos recientes (como Norita, Nora Cortiñas -2012-, de Miguel Mirra); entre ellas, se trazan recorridos por el mapa del imaginario social. De esta manera, (re)encontrar el decir y hacer de alguien como Nora Cortiñas contrasta y discute con el tiempo presente, con sus dictámenes y retóricas: basta leer las noticias y hechos políticos de estos días. Allí sucede un pleito, que puede estar implícito en la voluntad de los realizadores, y que debiera ser explícito, ¿o no?, en la mirada de los espectadores. ¿O solo se mira Argentina ’78 por los goles de Kempes?

En términos formales, Norita exhibe una voluntad narrativa de exposición cronológica, con entrevistas y material de archivo, dedicados a narrar la conversión de esta “mujer de la casa” en una activista. Ella misma dice que no era revolucionaria, y que sus ideas estaban más cerca del machismo. “Salir a la calle”, tal su expresión, es lo que le hizo comenzar a tomar consciencia del lugar ocupado en la sociedad; el hecho que la impulsó fue trágico, como lo significa el secuestro y desaparición de su hijo Gustavo Cortiñas, el 15 de abril de 1977, en la estación de Castelar. La decisión de “salir a buscar” a Gustavo la volverá, al revés de esa persona que vivía paredes adentro, una mujer revolucionaria y feminista.

Aun cuando el recorrido sea cronológico, el documental de McNamara y Tortonese elige también hacer pie en hechos más cercanos en el tiempo, a los que relaciona desde la misma atención; así lo hace con el movimiento de mujeres, que ocupa calles mientras acciona en su reclamo por la interrupción legal del embarazo. La relación intrínseca entre las Madres de Plaza de Mayo y el movimiento de mujeres señala un vínculo político que interesa particularmente a la puesta en escena; en este sentido, la tarea de Madres de Plaza de Mayo excede lo particular, afecta a la generalidad de una sociedad -el denominado “empoderamiento” existió antes, gracias a ellas-, y trasciende fronteras: algo que la película retrata en las participaciones de las Madres en actividades internacionales.

En otro orden, y tal vez también por la mirada amplia que el documental propone, Norita es una película que explica, si se quiere, “demasiado”, como en lo relativo a la caracterización de los ’70 en Argentina, la Triple A y el golpe de Estado, entre otras cuestiones. ¿Ser o no ser explicativo? Al respecto, podrían aducirse dos consideraciones. Por un lado, la producción de Jane Fonda y la música de Gustavo Santaolalla abren la película al mercado externo y los diferentes públicos, bienvenido sea. Por el otro, la (sobre) explicación de ciertos hechos permite un nexo con los más jóvenes. Y se sabe, son hechos que habrá que volver a contar una y otra vez, de todas las maneras y tantas veces se pueda. De ello depende el ejercicio de la memoria, algo que la propia Nora Cortiñas señala con sus palabras, preocupada por legar lo hecho en quienes le siguen. Palabras que accionan de manera urgente, sea porque el contexto no ayuda, sea porque Nora Cortiñas ya no está. Si llegar al mundo es tomar la palabra, la palabra suya, la de las Madres, son palabras a tomar.

De paso, y entre lo mucho que se puede señalar, admira escucharla contar sobre su decisión de apostatar; sobre cuando tomó de la sotana a Juan Pablo II para contarle sobre las torturas y desapariciones en Argentina; “es algo que pasa en muchos lugares el mundo”, contestó el hombre.

Vale también destacar la elección del registro animado en la recreación de los numerosos momentos que el relato de Cortiñas despierta en la imaginación; de esta manera, la calidez del dibujo y el uso de ciertos códigos (como los cuervos que vigilan, gobiernan y torturan) permiten sostén estético y emocional al documento de la palabra. Por eso, ¿cómo dibujar a Nora Cortiñas? ¿Cómo filmarla?

Desde el afecto, por ejemplo. Es lo que esta película hace.

Norita   7

(Argentina/Estados Unidos, 2024)

Dirección y guion: Jayson McNamara, Andrea Carbonatto Tortonese.

Música: Gustavo Santaolalla, Juan Luqui, Paco Cabral, Matías Tozzolla.

Montaje: Ana García, Julia Straface.

Fotografía: Francisco Villa.

Dirección de arte y animación: Andrea Tortonese.

Con: Nora Cortiñas, Juanita Morales, Nora Strejilevich, Ana María Careaga, Antonia Canizo, Elia Espen, Haydée Gastelú, Marta Vasquez.

Duración: 88 minutos.