“Hicimos lo que hacemos siempre, ya sea con un ritmo kraut o con lo que reivindique el ritual. El techno es eso: repetición, y el bombo en negra te lleva a algo poderoso, casi ancestral”, reflexiona Ariel Mirabal Nigrelli, cantante y guitarrista de Winona Riders, sobre No hagas que me arrepienta, flamante álbum del grupo que lidera. Se trata de otro hito en su rauda carrera, al subirse esta vez a la pista de baile.
“A nosotros siempre nos gustó el techno, sólo que en esta ocasión le dimos más lugar. Tal vez antes metíamos una guitarra en vez de un sintetizador. En ese sentido, no hubo un clic. Nuestro disco anterior fue un punto de quiebre entre la música orgánica psicodélica que veníamos haciendo y todo lo que queríamos hacer. Desde el principio estuvo la idea de hacer un disco techno, uno dub y uno acústico. No forzamos nada”.
- ¿Por qué creés que causó desconcierto que hayan hecho algo así, al punto de algunos de sus seguidores lo consideran un volantazo?
- Mucha gente especula y nos pone cierta responsabilidad con la que no tenemos nada que ver. Simplemente nos divertimos y hacemos lo que nos sale. Ahora nos salió esto. No tengo idea de qué haremos el disco que viene.
- ¿No es muy prematuro pensar en eso?
- Ya estamos maqueteando.
- Decís que lo que hacen es espontáneo. ¿Hubo algo que sí fuera pensado?
- Todo lo que hacemos es pensado. Por ejemplo, los temas más garageros, los guitarreros, decidimos que fueran aún más guitarreros. Además de los temas techno, hay otros como Fiesta en el ascensor o Falsos reyes, que son más sucios. Así que no nos encerramos sólo en el techno, sino que doblamos la apuesta de lo que se hizo antes.
- Para vos, ¿cuál es la diferencia entre ser laborioso y ser manija?
- El laborioso concreta, el manija piensa y no hace otra cosa más que pensar.
- A pesar de lo joven que sigue siendo como proyecto, llevaron a Winona al límite de lo recitalero, lo creativo y lo expositivo. Mientras Duki se levanta angustiado de una rueda de prensa porque ya hizo todo a los 30 años, ustedes le agregan más adrenalina a eso. ¿No temés que se puedan quemar?
- Por un lado, decimos: “Vayamos a fuego lento”. Las comidas más ricas se hacen así. Nada nos apura. Pero, por otro lado, decimos: “Sin prisa, pero sin pausa”. Yo me acuesto pensando en esto, y en la mañana agarro el celular y veo qué está pasando con esto. ¿Por qué voy a tener miedo de querer hacer las cosas de alguna forma? Es lo lindo de lo genuino y es lo más difícil de todo, porque es ser fiel a uno mismo dentro de un mundo y un contexto que hacen lo imposible para que no lo seas. Si lo seguidores de la banda reaccionan de la forma en que reaccionan es porque ven algo que no se piensa mucho.
- Si sus seguidores reaccionan así es porque ven en ustedes esa posibilidad remota y antigua de la rebeldía. Eso es posible en un recital de la banda. Además, ellos están atentos a los que vos decís. Sos un líder generacional.
- No pretendo llenarle el plato al otro porque te terminás empachando. Hay una cuestión de desesperación con muchos artistas. Es una cagada querer tener cautivo al público para que no se vaya. Pero es entendible por cómo funcionan el contexto y la industria. El perro huele tu miedo. Eso, sumado a que hacemos lo que nos gusta, por más que a veces pueda ser contraproducente, es lo que el público busca. Yo también lo hubiera buscado. Somos la banda que siempre quisimos ver en vivo y nunca pudimos. Y seguimos sin poder verla porque ahora estamos nosotros.
- ¿Cuál es el fin en todo esto?
- No ofrecemos nada que no podamos dar. Hacemos, y quien se quiera sumar es bienvenido. No es que queremos conquistar el mundo. Somos cinco personas cumpliendo sus caprichos, nunca pensamos en si lo que estamos haciendo es acertado. Es algo tan simple como seguir a tu intuición.
- Es atractiva su arrogancia. En eso, en el riesgo y en la sofisticación se parecen a Babasónicos. Están más allá del bien y del mal, e incluso de la tendencia.
- El riesgo deja de existir cuando no lo hay. ¿Riesgo a qué? ¿A qué la gente deje de escucharnos o a que nos cierren las puertas? Hicimos un montón de cosas para que eso pase. Lo de Babasónicos nos lo dicen, y más con este disco. No soy fanático de esa banda, y por lo tanto no me influencian. Salvo por algunas cosas musicales que me copan. Pero entiendo a qué se refieren con la comparación, esa forma arrogante de plantarse ante la industria. Y hasta ahí, porque los siento medio adentro. En algún momento los entenderé mejor. Sí creo es uno de los pocos artistas a los que les chupa un huevo todo.
- ¿Cuál Winona te gusta más: el salvaje o el contemplativo?
- Los dos. Somos el yin y el yang. A veces más con uno que con otro. Pero por algo están ahí los dos conviviendo. Son nuestros momentos de catarsis y todo lo contrario también.
- ¿Lo hacen por miedo al aburrimiento?
- No, es lo que nos piden nuestro cuerpo y nuestra cabeza en ese momento. Ahora está la cuestión del disco nuevo, con el techno, que empezó a calar entre los seguidores.
- ¿Decís que hay resistencia contra ese sonido?
- Un poco. Es que tiene que haberla. Si sos una banda que da igual, estás perdido.
La entrevista transcurre cerca de Plaza Serrano, en uno de esos pubs irlandeses que supieron estar de moda dos décadas atrás. En el ocaso de la tarde, aparte del músico de Winona Riders, ese pedazo de Palermo lo habitan en ese momento unos hinchas del club de fútbol inglés Arsenal, que están viendo un partido de la Copa de la Liga de Inglaterra con un sonido estrepitoso. Antípoda de la calidad de audio del nuevo álbum del grupo de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires, que presentarán este sábado desde las 19 en el Teatro Flores (Av. Rivadavia 7806). Entre sus 12 temas despunta Separados al nacer, donde el frontman hace alarde de su condición de letrista. “Necesito mantener mi estatus, resonando en lo alto un gong. Y la Luna atrás se va agrandando, ya no le quiero cantar al sol”, versa uno de sus pasajes.
- El viraje hacia la electrónica no afectó en el trabajo de las letras. ¿Cómo lograron mantener ese balance?
- Hubo mucho laburo de letras, yo me enfermé escribiendo. Compuse prácticamente todos los temas de este disco, y me metí en la poesía en parte gracias a mi novia, porque ella también escribe. La fonética es el outfit que usás para tocar. Yo estoy conforme, y Ricky (guitarrista y cofundador de la banda) también. Está bueno que no haya comentarios del todo positivos del disco. Al principio todo el mundo hablaba bien de nosotros, y eso me alarmó.
- Al momento de componer este disco, ¿cómo asociaron la estética lírica con la sonora?
- Cuando tenés un tercer disco, uno ya tiene su estilo de componer. El tema Fiesta en el ascensor tiene una parte que menciona la palabra “nitroglicerina”, y en Separados al nacer está la frase “Ya no le quiero cantar al sol”. Eso es fruto de esta constancia de escribir. Hay que escribir todo lo que se te ocurra, y literalmente escribirlo. Si bien en el celular es más fácil y rápido, ver tu letra te permite analizarlo más. Después está la cuestión de seguir al inconsciente. Ahí está todo. El sentido de lo que estás escribiendo o cantando ya va a llegar. Si está eso en tu inconsciente, es por algo. Es importante que convivan lo impulsivo y lo que tiene un significado más profundo.
- ¿Cuál de las canciones fue la que más tiempo te llevó hacer?
- La canción V.V., pero porque tiene un significado explícito. Llevar la composición a cosas cotidianas que todo el mundo pueda vivir o no, pero que al menos sean vivibles, es lo que me anima a terminar un tema.
- El título alude a la vicepresidenta. ¿Cómo nació ese tema?
- Es imposible huirle a este momento político, más que nada a la incertidumbre o a la crisis que le genera a uno. Este disco pide cosas a los gritos. Era algo guardado que necesitaba salir. Supongo que era lo que tanto yo como mis compañeros de banda sentimos cuando pasó lo que pasó, con este gobierno y con todo lo que se viene. Si bien lo que pasa es una mierda, la música y el arte en general reflotaron con las crisis que hubo en este país. En un año capaz haremos otro análisis porque lo que está plasmado ahí está pasando ahora.
- ¿Hay otros u otras artistas en tu misma sintonía?
- Dillom es el que más estragos hizo. Otras bandas son más tibias, pero es su elección. Yo no podría. De todas formas, no es fácil hacer temas con esa semblanza. Capaz en los próximos discos de estos colegas sí haya algo así.
- Tras una entrevista que hiciste para el NO, en la que hablaste del “nuevo under”, a Spotify se le ocurrió armar una playlist con esa etiqueta. Tiempo después, ¿seguís pensando que existe un nuevo under?
- Ya estaba eso, sólo que se encontraba más escondido. Es lo que dije antes: la recepción negativa del público también es fundamental. A raíz de eso, pasaron otras cosas más. Tenés que estar preparado mentalmente porque no es fácil cuando hay gente puteándote. Aunque confieso que también nos gusta hacer enojar.
- Eso fue lo que lograron en un show de este año en el Anfiteatro de Parque Centenario. Así como en los viejos tiempos, les cayó la policía. Al igual que la vez que actuaron en Niceto Bar.
- Hay algo ahí reprimido que quizá la gente encuentra en un show de Winona. Lo que desbordó en Parque Centenario es que estaba la policía afuera queriendo cancelar. Activaron el interruptor de la gente, y ésta se volvió loca.
- ¿Qué pasa cuando estás sobre el escenario y ves que podés generar todo eso?
- Me encanta. Tanto el Anfiteatro como Niceto Bar pudo haber terminado muy mal, y por algo no pasó. Pero siento que es momento para prenderle fuego a varias cosas. Lo que nos incentivó a crear este proyecto fue eso: todo estaba demasiado tibio.