Mariano Mellino despedirá un 2024 consagratorio este sábado desde las 19. Y lo hará con su fiesta, Audioholics, que edición tras edición se posicionó como una novel costumbre argentina. Sin embargo, a diferencia de las dos fechas que soldateó en abril pasado en Mandarine Tent, este tótem de las bandejas locales coronará la celebración de sus 20 años de trayectoria con otro sold out en uno de los templos de la música electrónica porteña: Mandarine Park.
“Es el escenario más grande que tiene la Argentina”, aclara el productor y DJ de Villa Madero acerca del recinto ubicado en Costanera Norte y Sarmiento. “Presentaremos nuevo contenido visual y también habrá muchas sorpresas para el público, que es algo que teníamos muchas ganas de hacer en esta ocasión. Será el cierre de un año maravilloso y lo queremos celebrar con todos”.
- ¿Cuál es el punto de partida de tu carrera?
- Empecé a tocar y a dar mis primeros pasos tras estudiar para ser DJ. Y me tocó ver a Hernán Cattáneo en una fiesta masiva poco tiempo después de la muerte de mi papá. Así que me sentía un poco perdido en la vida, porque en ese momento tenía 18 ó 19 años. Recuerdo esa imagen solitaria de Hernán en un escenario tan grande, con tanto público, y sentí esa misma sensación. Ése fue el clic para dedicarme a esto, para que pase lo que pase pueda hacer feliz a la gente. No sólo fue el momento bisagra de mi carrera, sino también de mi vida porque ahí terminé de entender lo que quería ser.
- ¿Cómo fue tu under?
- En nuestro país había otros géneros que dominaban la escena de la música electrónica y era muy difícil que los clubes quisieran contratar a los DJs que tocábamos progressive house. La verdad es que los primeros años fueron difíciles porque no nos daban mucho espacio. Ya poner música electrónica era complicado, y te hablo de 2002 ó 2003. Pero con el tiempo, la influencia de Hernán, y lo que provocó a nivel mundial, se le empezó a prestar más atención al género. Y hoy por hoy en la Argentina es el estilo más fuerte. Más allá de eso, uno se la rebuscaba para armar su fiesta. Gracias al trabajo que hicimos muchos artistas, hoy por hoy hay más puertas abiertas para la nueva generación.
- Con la híper masividad que alcanzó la música en los últimos años, aunado a la vitrina expositiva en la que se convirtieron las redes sociales, existe la sensación de que ese under no existe más. ¿Te pasa lo mismo?
- Sigo teniendo mucho under encima. En la Argentina tengo la posibilidad de tocar en eventos masivos. Pero en muchas fechas que hago en Europa, Asia o Australia, lo principal es el sonido, la música y la reunión de la gente. Es algo que nunca quiero perder porque de ahí vengo, y ahí quiero cerrar mi carrera. Mi deseo es dejar una huella para mi público y para la escena de la música electrónica argentina. Artistas como Eric Prydz tienen una compañía detrás que los ayuda a desarrollar eventos más grandes. Nosotros, con las herramientas que tenemos y con el cariño del público, tenemos la posibilidad de hacer eventos como los que hacemos. Si bien lo tomamos con seriedad y lo disfrutamos, el undergound siempre está. Y deseo de corazón que nunca deje de estar.
- Ahora que mencionás a Eric Prydz, en octubre último presentó en el Movistar Arena una experiencia inmersiva, con hologramas incluidos, que dejó la vara alta no sólo para los eventos de electrónica sino también para los recitales. ¿Cómo te subís a ese tren tecnológico?
- Lo que él hizo pasó a ser, desde lo visual, un espectáculo de ciencia ficción. Nuestra prioridad es la música, y a partir de eso armamos un concepto que le transmitimos a esa tribu, a ese grupo de amigos que va a bailar. Me refiero a la famosa “Marea marciana”, en la que los artistas que trabajan con nosotros generan propuestas creativas en vivo y en tiempo real. No es algo que tenemos armado desde antes. A veces sale bien y a veces hay cosas que ajustar. Pero esa autenticidad es la que buscamos con Audioholics.
- Para quien aún no fue a verte en vivo, ¿podés explicar qué es la “Marea marciana”?
- La “Marea marciana” es un concepto que inventaron los fans, y que tiene que ver con este fanatismo mío por el mundo marciano, los ovnis y demás. Empezamos a jugar con eso y así se fue armando una gran comunión. A la gente le encanta ser parte de esa marea, todos los que vienen a escucharme se sienten marcianos. Fue el propio público el que empezó a llamarme “Marciano” Mellino.
- Desde incluso antes de que ese beat orientado a la pista de baile se impusiera, la dialéctica entre la música electrónica y el espacio exterior ya existía. De hecho, El planeta prohibido (1956) fue la primera película mainstream que tuvo una banda de sonido compuesta enteramente con instrumentos electrónicos. ¿De dónde viene tu fascinación por esto?
- Soy una persona muy curiosa, siempre me llamaron la atención el universo y el tema de los ovnis. Y pasó que tengo ahora una gran facilidad para ver luces en el cielo. Fui al Uritorco, por ejemplo, y avisté luces hermosas. Es una experiencia muy linda que, una vez que te pasa, no lo podés creer. A muchos amigos que nunca avistaron los ayudé a que vean. Esto es algo que tomé con mucha responsabilidad. La música electrónica tiene ese romance con la galaxia, y creo está relacionado con la vibración, los sintetizadores y la energía convirtiéndose en música.
- Aparte de girar y de organizar tu fiesta, este año produjiste música nueva. No deja de sorprender la manera en que te reinventás sin correrte de tu identidad estética. Para muestra está tu último single, Kalamazoo, que ofrece una lectura alternativa del sonido típico del progressive.
- Busco cosas que me sirvan para introducir en vivo, con otros tintes y con herramientas musicales de otros géneros. También soy curioso con la música, y me gusta desafiarme. Sin ir más lejos, pronto lanzaremos un remix de un tema de Manu Chao, con quien tengo muy buena onda y quedó hermoso. Me gusta experimentar. Me parece que está bueno hacer música con otros artistas de estilos distintos al de uno. Lo más sano que le puede pasar a mis fans es que descubran nueva música y no quedarme en el lugar que ya conozco.
- En el cierre del festival Buenos Aires Trap, Bizarrap brindó un set más próximo al house y al EDM que de propiamente al trap. Aunque no es el primero que lo hizo: uno de los precursores de ese cruce fue Omar Varela. ¿Qué opinás sobre ese flirteo que tiene la música urbana con la música dance?
- Bizarrap es un artista al que respeto muchísimo y que revolucionó la música a nivel mundial. Y es un orgullo que sea argentino. El diálogo entre la electrónica y la música urbana es lógico porque ambas se producen con Ableton o con otras plataformas. Está bueno que se animen a probar con la electrónica, sobre todo porque para eventos masivos como el que ellos hacen, el groove o el beat de la música electrónica genera baile.
- Esta edición de Audioholics sucede luego del regreso de Creamfields y del anuncio de la vuelta del Ultra. ¿A qué le debés el retorno de los festivales masivos de música electrónica a la ciudad?
- La gente dejó de ir a las fiestas masivas en parte por un tema de confort. Hoy por hoy los eventos están mejor producidos, y además la gente volvió a elegir escuchar electrónica. Es una música que reúne a generaciones de público. Los fans de siempre eligen volver y los nuevos fans eligen estar, entonces se produce algo muy lindo que tiene que ver con un espacio en común donde todos convivimos y la pasamos bomba. Eventos masivos como Creamfields o los que se hacen Mandarine Park, en muchos casos superan a los recitales porque son espectáculos muy lindos de presenciar. En el caso de Audioholics, tenés a artistas talentosos trabajando en las visuales, las luces y en el armado del escenario. Sumamos a exponentes que hacen que los shows pasen a ser una obra de arte por todos lados.
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