Para el intendente Pablo Javkin, el 2024 cierra con balance positivo. Los indicadores de homicidios, que marcaron gran parte de su primera gestión, se redujeron un 63% en promedio en la ciudad, llegando al 81% en los barrios más calientes. Esa mejora la atribuye al trabajo coordinado con el gobierno provincial y nacional, algo que no se pudo lograr durante su primer mandato. “Si algo puedo decir hoy con cierta autoridad es: no le erramos en lo que pedíamos, ni en lo que exigíamos. Eso es una gran tranquilidad”, sostuvo. En diálogo con Rosario/12, el intendente repasó el trabajo realizado en materia de seguridad y celebró la puesta en marcha de la reforma constitucional en Santa Fe: “En términos personales me encantaría participar, pero sé que hoy cumplo el rol de intendente”.

- Seguridad era el tema que más preocupaba a los rosarinos al inicio de esta gestión, pero hoy los indicadores marcan otro panorama. ¿Qué cambió?

- Hubo una decisión de usar todos los niveles y poderes del Estado para imponer la ley y la Constitución, en la calle y en las cárceles. Salimos de una etapa de profunda cobardía a la hora de controlar en la calle lo que la gente buena y laburante de la ciudad padecía. La expresión más clara de eso fue la payasada del exministro de Seguridad provincial, Marcelo Saín, en su gestión; o la barbaridad del exministro de Seguridad de la Nación (Aníbal Fernández) diciendo que los narcos habían ganado. También cambió la lógica penitenciaria, evitando que los presos de alto perfil siguieran cometiendo delitos, como si no fuese una cuestión del Estado evitarlo. Se rearmó la inteligencia penitenciaria y se pusieron recursos en calle: Rosario pasó de 21 patrulleros a 280 en forma permanente. Pero también con la profundización de las políticas de urbanización y con las intervenciones barriales focalizadas. Abre y Nueva Oportunidad son programas que nos permiten intervenir sobre los barrios donde teníamos la mayor cantidad de homicidios, tanto con fuerzas federales como con los equipos sociales de provincia y municipio. El resultado de eso es que en la ciudad hubo un descenso de homicidios del 63% en promedio, que en los barrios más violentos llega al 81%.

- ¿Por qué no pasó antes?

- Por cobardía ideológica, por carencia de recursos y por decisiones políticas absurdas, principalmente las vinculadas al sistema carcelario. También, porque nunca se entendió que los principales perjudicados por los fenómenos de violencia barrial son los que viven en esos lugares. Generalmente se asociaba la inseguridad a un reclamo de la sociedad más acomodada. Creo que hay mucha hipocresía en las discusiones sobre los roles del Estado, cuando en materia de seguridad el Estado se retiró durante mucho tiempo.

¿Es una tranquilidad estable? ¿O teme que pueda haber un rebrote en los hechos de violencia?

- No hay chances de pronósticos, sino laburo por hacer. Lo que hay que entender es que vamos a seguir teniendo hechos, lo que cambia es cómo reacciona el Estado en toda su integridad frente a esas situaciones. Imaginarse que en una ciudad de un millón de habitantes, con las características de Rosario, no va a haber conflicto es absurdo. Lo importante es cómo cambia la respuesta del Estado. Cuánto tardes en esclarecer un hecho y en intervenir con una fuerza policial es lo que va a definir que se sigan repitiendo.

- ¿Hubo mejor sintonía con el gobierno de Milei para trabajar en seguridad?

- Sin lugar a dudas. Primero, porque tenemos una ministra que conoce perfectamente el tema. Segundo, porque hay una gran tarea de los funcionarios de la ciudad que están trabajando en las áreas federales del ministerio de seguridad, como Federico Angelini, o Germán Pugnaloni. Tercero, se tomó una decisión muy clave que es la implementación del sistema acusatorio en el orden federal. Y cuarto, porque hemos retomado las obras de la Secretaría de Integración Socio Urbana (Sisu) en Tablada, que no habíamos podido concretar. Es un proceso de urbanización del barrio probablemente más violento de la última década, en toda Argentina. Son situaciones concretas y objetivas. A mí no me van a hacer entrar en el juego de subjetivar una decisión política. La verdad que antes no se tomó y ahora así. Eso es contundente.

- ¿Cómo le explica a un funcionario de Nación que intervenir o urbanizar es positivo, cuando el leitmotiv del gobierno es que debe haber menos Estado?

- Yo no tengo dificultad para que la gente que trabaja con nosotros en seguridad lo entienda. Por el contrario, la única intervención del Sisu en el país es en Tablada. A veces es difícil entender el impacto que tiene en un vecino pasar a ser frentista. Implica integrarse a una ciudad. Frente a eso, mi rol como intendente, que es un trabajo temporal, es pelear para que esas cosas se den. Y si se dan, lo voy a aplaudir. Lo que no podría es caer en el cinismo de decir que no se avanzó, cuando sí se avanzó. No esperen eso de mí. Como también hay que entender que tuvimos personas que venían con un discurso más favorable a la presencia del Estado, que se cagaron en la presencia de seguridad del Estado en nuestra ciudad.

- Así como en seguridad hubo acompañamiento, ¿hubo algún otro tema en que no haya sentido respaldo de Nación?

- Nosotros tenemos un conflicto muy marcado en materia de transporte, que se ha agudizado con una concentración en el subsidio de transportes sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba). Hay varias discusiones para dar, pero también está muy claro que la prioridad para Rosario era recuperar la calle. Nosotros tuvimos casi un millón y medio de personas en los eventos de Rosario, el último mes. Esa masividad expresada en la calle es un cambio de piel para la ciudad. Por supuesto que hay diferencias con el gobierno en la visión que tenemos sobre el Estado, pero en lo primordial, sobre todo después de lo que pasó en marzo con una banda que planificó el asesinato de cuatro trabajadores que paralizó la ciudad, sería muy cínico no reconocer el enorme aporte que hemos tenido del gobierno provincial y también de la Nación.

- Uno de los temas que más críticas genera en la oposición es el transporte. ¿Cómo es hoy el panorama?

- Cuando empezó el año teníamos un 26% de aportes de subsidios nacional al sistema. Eso desapareció y lo que hicimos durante el año fue ir reemplazando ese subsidio, en parte con tarifas, en parte con aporte municipal, y tuvimos una evolución. Ahora vamos a reemplazar, antes del ciclo lectivo, 120 de los 690 coches que tiene la ciudad. Si pudiéramos sostener ese ritmo, en poco más de cuatro años bajaríamos enormemente la edad de la flota, que es el objetivo que viene. Desde la pandemia hasta acá fue muy difícil hacerlo, porque tuvimos un año con el servicio funcionando en el 10% del nivel de pasajeros habitual. El dato positivo es que hoy tenemos un número de usuarios superior a la previa de la pandemia. Significa que la gente volvió a subirse al colectivo.

- Ese dato va a contramano del aumento del precio del boleto en el año.

- Lo que hay que ver ahí es el valor relativo. La tarifa plena la paga apenas un 33% de los usuarios. El resto paga una tarifa más baja, sea por los atributos sociales de Sube o por el esfuerzo que hace la provincia con el boleto escolar gratuito. Muchas veces, cuando se da la discusión de la tarifa, se presume que toda la ciudadanía paga el mismo valor, pero no es así. Pero además, la Argentina está en un proceso de reacomodamiento de valores relativos. Históricamente el boleto de colectivo estuvo ligado al valor de la tapa del diario o a lo que cuesta un café. En Rosario, aun en una situación donde tuvimos aumento tarifario, el precio del boleto está muy lejos de lo que vale un café en un bar. Obviamente que el boleto tiene un uso de frecuencia cotidiano y sabemos que pesa. Lo que hemos logrado es estabilizarlo y achicar la brecha con el costo real.

- ¿Qué intenciones tiene el municipio con Puerto Norte?

- Es una gran oportunidad para completar el desarrollo urbanístico de esa zona. Eso nos permitiría incorporar como compensaciones obras que permitan el desarrollo de otros barrios. Pero soy muy prudente porque eso implica un acuerdo con Nación y enviar al Concejo indicadores para el desarrollo de esos terrenos. Soy un convencido de que uno tiene que aprovechar esas oportunidades para compensar en términos geográficos y avanzar en un desarrollo mixto: una cosa es la altura que vos podés tener frente al río y otra lo que permitas en el corredor sobre la avenida Francia, que implicaría un acceso a la vivienda en sectores medios. En ese contexto estamos trabajando con Nación y veremos cómo avanza. Esos terrenos nunca fueron cedidos al municipio y bienvenido sea que Nación no los deje como un baldío. Vamos a discutir en qué condiciones.

- ¿Por qué entiende que hubo diferencias con las declaraciones públicas que hizo la exintedenta Mónica Fein?

- La ciudad inició el trabajo para la recuperación de esos terrenos con Hermes Binner y un conjunto de abogados que iniciaron el juicio contra las primeras cerealeras. Refinería era el barrio de la muerte, producto del accionar y de la denuncia de los vecinos vinculados a cerealeras. Si el planteo es que se lo den a la municipalidad, ojalá se diera. Pero no creo que haya una polémica al respecto. Discusiones y debates puede haber. Lo que siempre la ciudad tuvo claro es que esa zona no debe estar cerrada al desarrollo urbanístico.

- ¿Qué expectativas le genera la reforma constitucional?

- Las mayores. Por fin vamos a tener la autonomía. Rosario tiene un montón de perjuicios en términos ambientales, de manejo del suelo, de integración con otras ciudades, de usar nuestros recursos para obras. Eso es producto de no tener autonomía. Pero la reforma nos va a permitir avanzar en estos procesos y es muy importante. Pero también a nivel provincial vamos a poder avanzar en reformas de instituciones vinculadas a la justicia y la seguridad; cuestiones que se hicieron en base a leyes y, por lo tanto, no tienen un sostén constitucional. Evidentemente es un sistema vetusto, sin proporcionalidad de las Cámaras, con reelección indefinida para algunos cargos y sin reelección para el gobernador. Hay un montón de inconsistencias. Fue una buena constitución para su tiempo, pero ya pasaron sesenta años. Creo que es un momento preciso para dar el debate.

- ¿Va a ser constituyente?

- Tengo una contradicción. Obviamente por formación, el debate legislativo me interesaría. Pero a la vez soy intendente. La estrategia la va a definir el gobernador y está bien que así sea, porque es quien impulsó el proceso. Le he transmitido que, lo que considere que sea el mejor aporte, lo haré. Sea como constituyente o no. No lo veo como imprescindible. Pero hoy no tengo el foco en eso. En términos personales me encantaría participar, pero sé que hoy cumplo el rol de intendente. En definitiva, lo que defina el gobernador estará bien.

- ¿Cómo ve a la coalición para el año que viene?

- Muy firme. Va a ser una elección un poco extraña porque la primaria va a estar marcada por la elección de constituyentes y luego vamos a tener una elección más localizada. El frente seguramente tenga varias opciones.

- ¿Intuye una interna fuerte dentro del frente?

- Siempre nos fortalecieron las internas. Yo tuve una competencia muy dura las dos veces en materia de primarias. Soy un gran defensor de las PASO, pero para defenderlas hay que animarse a competir. Hay sectores que defienden la primaria, pero después van con lista única. ¿Cómo le pedimos después a la gente que la valore? La primaria tiene un gran valor cuando se compite y permite el surgimiento de liderazgos nuevos. En las elecciones generales pasadas Unidos ha estado incluso por encima de la sumatoria de las primarias. Es un buen dato. Y es lo mismo que hay que lograr el año que viene: tener primarias competitivas, pero que después fortalezcan al frente en su conjunto.

- Luego de la pandemia y la suba en los indicadores de violencia durante el primer mandato, ¿qué balance hace de este año de gestión?

 

- Trabajar de memoria con el gobernador es un cambio notorio. Miramos la ciudad y la política de una manera muy común. Teníamos muy claro lo que había que enfrentar. A mí me toco los primeros años un rol de exigencia de las cosas que había que hacer. Si algo puedo decir hoy con cierta autoridad es: no le erramos en lo que pedíamos, ni en lo que exigíamos. Eso es una gran tranquilidad. Pero hay muchos cambios estructurales que nosotros pudimos hacer en los primeros cuatro años. Es un buen año porque empiezan a florecer cosas que plantamos en el primer mandato. Uno trata de ver esto siempre como un proceso: ni los momentos que parecen tan buenos son los mejores, ni los que parecen tan malos son los peores.