“Estamos en alerta total”; “lo que hay es desconcierto”; “esto termina con funcionarios presos”. Las frases las repiten los jueces electorales refiriéndose a la situación de los comicios de 2025. Los magistrados afirman, por ejemplo, que no se sabe quién va a imprimir los padrones. Lo hacía la Casa de la Moneda, pero en el cierre ordenado por Javier Milei se vendió la máquina que hacía ese trabajo. Está claro que en China no se pueden imprimir. Casi todo el operativo de entrega y repliegue de las urnas lo hace el Correo Argentino, que cerró 800 sucursales y despidió a 5.000 empleados. El Correo dice que lo puede hacer igual, aunque sub-contratará varios correos privados, que nunca hicieron la operación y nadie sabe cómo la hará. En medio del caos y la incertidumbre, el rumor es que el Correo está pidiendo cifras descomunales para hacerse cargo. Los militares que estaban al frente del Comando Electoral (toda la seguridad del comicio) concurrieron la semana pasada a despedirse: dejaron sus cargos y el rumor es que se van porque no quieren comprometerse con un operativo improvisado. Habrá que constituir un Comando Electoral nuevo. Nadie sabe quién imprimirá la Boleta Única de Papel (BUP) el nuevo sistema que regirá en 2025. Votada la ley en el Congreso, las boletas ya no las imprimen los partidos, sino el Estado: la licitación no está ni cerca de ponerse en marcha. Y, para colmo, según un documento emitido por Alejo Ramos Padilla, juez electoral del distrito clave, Provincia de Buenos Aires, la BUP requerirá del doble de autoridades de mesa (presidentes y vocales): en el caso bonaerense, antes se necesitaban 40.000 autoridades, en 2025 se necesitarán 80.000. El magistrado se queja de que ni siquiera se sabe si va a haber o no primarias abiertas, obligatorias (PASO) ni cómo se harán las elecciones combinadas entre cada provincia y el estado nacional. Cuando los jueces hablan de que van a terminar funcionarios presos es que auguran que habrá licitaciones truchas, sin tiempos para presentar ofertas y con adjudicaciones que desembarcarán en la justicia penal.

Advertencias que se suman

La primera magistrada que dio el alerta fue María Romilda Servini: sostuvo que con los despidos y recortes en el Correo, las elecciones están en duda. Página/12 publicó la advertencia de Servini el 2 y el 8 de junio pasados. En el juzgado decían que, por ejemplo, el proceso electoral utiliza 16.000 vehículos del Correo, incluyendo mulas y lanchas. Se lleva todo el material -urnas, planillas, boletas- y, además, es el Correo el que reúne los primeros resultados, a través de telegramas que llegan a centros regionales y luego a Capital Federal. Con la reducción, todo está en duda.

En la Cámara Nacional Electoral (CNE), el organismo judicial que coordina todo el acto, también hay máxima preocupación. Cuando falta relativamente poco tiempo, no se sabe quién va a imprimir los padrones, algo que requerirá una licitación a las apuradas. La Casa de la Moneda ya no podrá hacer ese trabajo porque el gobierno la cerró y, además, vendió la maquinaria especial que se ocupaba de esa impresión.

En el edificio de la CNE, que tiene entradas por Leandro N. Alem y la calle 25 de mayo; están asombrados porque todavía no hay rastros de las licitaciones para imprimir el padrón y tampoco para imprimir la Boleta Única de Papel en 2025. Como se sabe, el Congreso Nacional dictó una ley por la cual en las elecciones nacionales -diputados, senadores en el año que va a empezar-, ya no habrá boletas de los partidos sino una única boleta, grande, en la que figurarán los primeros candidatos de todas las listas. Pero, además, la ley indica, que en esa boleta única no podrán estar los candidatos provinciales, o sea, legisladores provinciales, concejales. Por lo tanto, sí o sí dos elecciones distintas, aunque hay alternativas en los formatos.

Jueces y camaristas están alarmados porque ese nuevo sistema electoral requerirá un enorme esfuerzo en la capacitación de autoridades de mesa y de los votantes, que ahora tendrán que marcar en el cuadradito correspondiente, ya no tendrán que meter una boleta de un partido en la urna.

¿Y cómo se harán las elecciones?

Ramos Padilla le mandó a la CNE y al gobierno de Axel Kicillof un texto de 22 páginas en que advierte que “ya se vislumbran dificultades”, por lo que puso en marcha reuniones con todos los protagonistas del proceso electoral: el gobierno provincial, el Ministerio de Educación (se necesitan escuelas); el Ejército Argentino, el Correo.

Ramos Padilla dice, tácitamente, que se necesita definir cómo se van a hacer las elecciones, combinando las nacionales con las provinciales. Y marca las distintas alternativas:

*Elecciones simultáneas. Se hacen la elección nacional y la provincial el mismo día, las dos con boletas únicas de papel. Eso requiere, dos urnas, autoridades de mesa suficientes, lo que multiplica por dos la necesidad de presidentes y vocales de mesa: en lugar de 40.000, unos 80.000. En las elecciones de 2023, Ramos Padilla emitió 120.000 telegramas para convocar esas 40.000 autoridades de mesa. Este año la cifra no podrá bajar de 200.000 telegramas. El magistrado insiste en que es necesario pagarles bien a las autoridades de mesa, caso contrario será muy difícil conseguir la cantidad de personas requeridas. Como es obvio, hay que capacitar a todos los que estarán al frente de las mesas ese día. Como las urnas pasarán de ser 40.000 a 80.000 se necesitan nuevos espacios donde ponerlas y un operativo mayor para hacer la distribución.

Al final del día habrá que hacer dos escrutinios en cada mesa: uno por cada urna.

*Elecciones concurrentes: Se hacen el mismo día las elecciones nacionales y las provinciales, pero las primeras con boleta única y las provinciales con boletas de papel de cada partido Esto hace que se necesite una cabina de votación para la nacional (donde el votante marque los candidatos que apoya) y un biombo para las elecciones provinciales (detrás del cual el votante elija la boleta del partido que prefiere). Y, por supuesto, dos urnas, autoridades de mesa de cada proceso.

Al final del día, también habrá que hacer dos escrutinios, uno por cada urna.

Aunque no lo han dicho de manera explícita, tanto Servini como la CNE hicieron una evaluación muy negativa de las elecciones concurrentes de CABA de 2023: las máquinas porteñas no funcionaron en muchísimos lugares y la gente se fue sin votar en ninguna de las dos elecciones, la nacional y la de CABA. Quedó la impresión que la CNE no va a permitir las elecciones concurrentes justamente porque sostienen que elecciones provinciales mal hechas pueden arruinar la nacional. Y, además, hay provincias donde se permiten las listas colectoras, enganchadas y otras variantes. De todas maneras, se verá cuando le toque decidir a los jueces en esta materia.

*Elecciones desdobladas: se hacen las elecciones nacionales un día y las provinciales otro día distinto. Es una decisión política de las autoridades de cada provincia. Desde ya que el costo es mayor, porque se trata de dos elecciones. Como la organización es distinta para cada proceso, habrá competencia por las autoridades de mesa, se requerirán dos operaciones militares, policiales.

*¿Y habrá PASO? Es otra cuestión señalada por Ramos Padilla: todavía no se sabe si habrá primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. En este terreno, si sacan las PASO, hay fuerzas políticas que ni siquiera tienen en su carta orgánica cómo se eligen los candidatos. Las PASO significarían otra elección, aunque termina habiendo menos partidos porque sólo pasan a la elección nacional los que superen el 1,5 por ciento del padrón electoral.

La advertencia esencial es que se entra a 2025 sin haber definido cómo serán los procesos electorales en cada provincia y, sobre todo, sin la menor previsión de la estructura y organización que se necesita.

Más estado que nunca

El gobierno que aboga por la desaparición del estado se encuentra con una elección en la que el estado ocupa más lugar que nunca: por primera vez tendrá que imprimir las boletas únicas de papel, algo que hacía antes cada fuerza política que, a su vez, debían entregarlas en los centros del operativo. Por supuesto que los candidatos no se conocen y no se puede imprimir nada todavía. Pero se requiere una licitación para producir unas 55 millones de boletas, largas, en la que entren las cabezas de cada lista. Nada está en marcha.

La cuestión de los padrones también está en el centro de la escena. No hay muchas imprentas con capacidad para imprimirlos y, desde ya, ninguna con experiencia dado que, desde el regreso de la democracia, es un trabajo de la Casa de la Moneda. La alternativa de imprimir en el exterior está excluida, porque es poner en duda la seguridad de los datos de todos los argentinos.

El Correo está en el centro de la escena. Con los retiros voluntarios se fue gran parte del aparato especializado en elecciones. La distribución del material (BUP, urnas, planillas) en los distritos del Gran Buenos Aires es una operación más que difícil, con una secuencia que debe ser muy precisa. El Correo canaliza los votos desde el extranjero y hace el recuento provisional de la elección la misma noche del comicio, reuniendo los telegramas y planillas. A priori, para la elección nacional son 110.000 urnas y 17.000 escuelas. Las autoridades del Correo afirman que ellos pueden hacer el operativo, aunque como cerraron muchas sucursales tendrán que contratar correos privados. Cuando sucedió eso, en elecciones anteriores, hubo enormes fallas.

El Comando Electoral (militares, policías y otros funcionarios) también deberá ser organizado desde cero, con gente sin experiencia alguna. El rumor extendido entre los jueces es que los militares que acaban de dejar esos cargos claves se fueron justamente porque no hay previsión alguna.

La cuestión de la Boleta Única de Papel plantea el fuerte desafío de la capacitación, el mayor de la elección 2025. En los lugares donde se aplicó por primera vez, terminó habiendo un 10 por ciento de voto en blanco y nulo: ciudadanos que marcaron dos candidatos en la misma categoría, ciudadanos que marcaron un candidato en una categoría y no marcaron en la otra y así sucesivamente. Todos los porteños recuerdan (mal) la elección 2023, con larguísimas colas y mucha gente que se fue, enojada, sin votar.

La política de la motosierra anti-estatal arrasa con los jubilados, los medicamentos, los sueldos, los empleados del Correo y amenaza ahora con terminar en escándalo -eso opinan los jueces- en la organización de las elecciones 2025. El sistema electoral argentino le permitió ganar a todas las oposiciones y nunca hubo un cuestionamiento serio a los resultados. Esos antecedentes democráticos están ahora en riesgo.