Entre la variada gama de proyectos que tienen en vilo las vidas musicales de Leo Genovese, Mariano Otero y Sergio Verdinelli, tres figuras sobresalientes del jazz argentino contemporáneo, hay una que las une. Se llama Trío Sin Tiempo. Llevan a la fecha dos discos grabados. Uno, el debut, justamente llamado Sin tiempo, pero proveniente del 2020. Otro, concebido un año después bajo el nombre de Ritmos de agua. Y un tercero -más un cuarto- por llegar que viene al caso traer porque va a ser parte del repertorio inminente del trío. El que expondrá durante tres fechas (jueves 26, viernes 27 y sábado 28) a dos salidas por noche (20 y 22.30) en una de las fechas postreras de 2024 en BeBop (Uriarte 1658). “Seguro tocaremos temas de los discos que ya están, y también de los que están por venir. Pero, como siempre estamos escribiendo música nueva, habrá algo de eso. Habrá de todo, en verdad”, informa Genovese, connotado pianista nacido en Venado Tuerto, con residencia actual en Nueva York.

Habrá que esperan entonces que el trío caliente ambiente a través de piezas propias siempre dispuestas a ser versionadas, tal el caso de la calórica y abismal “Los pájaros”, la sosegada “Bety”, la enrevesada “Battle of Adwa” o “Molay Bedra”, gema del disco Ritmos de agua. Lo que no habrá que esperar es la presencia de Verdinelli “el baterista que todos quieren en su grupo”, según Leo. El exbaterista del último Spinetta tuvo un accidente con la bicicleta y quedó al margen de la batería por un tiempo. En su lugar, se sentará Carlos “Carto” Brandán, otro gran referente del palo.

-Al menos en la previa de los seis shows en BeBop, prometen un repertorio íntegramente compuesto por temas propios. ¿Por qué el acento ahí, en un género que en general navega cómodo en los standards?

-Es que tocamos standars y nos gusta hacerlo. Pero la verdad es que lo hacemos por separado con otros grupos porque, al componer música los tres, usamos la banda como trampolín para composiciones originales. Además, si no tocamos nuestros propios temas, nadie lo hará por nosotros (risas). Por otro lado, para nosotros las canciones son un vehículo de expresión, una historia, un sueño o una memoria. Por esto, creo que lo que mejor define al trío es el sonido de las almas que lo componen.

-Otra vez en Buenos Aires. ¿Con qué te encontraste ahora?

-Con que acabo de llegar y no soy un extraño (risas). No sé, estoy todavía viendo qué onda. Lo primero que hago cada vez que vengo a Buenos Aires es salir a escuchar música, porque acá ésta viva y crece muy creativa, original. Aprendo mucho saliendo y escuchando, me gusta saber de las bandas nuevas. Me divierte mucho y siempre me voy inspirado de las visitas a la Argentina.

El pianista santafesino renueva sus votos de amor por la música argentina cada vez que vuelve, porque su lugar ya no está aquí sino en Nueva York. Allí donde llegó durante los albores del siglo para estudiar en la escuela Berklee. Allí donde publicó sus primeros discos como solista (Haiku II, Unlocked y Seeds). Allí donde armó el dúo con la cantante y bajista de Portland Esperanza Spalding. Y allí donde ligó un Grammy en 2003 al mejor solo de jazz improvisado, por el que hizo en “Endangered Specie”, tema de Wayne Shorter. “Sigo viviendo allí, sí, pero la verdad es que paso muy poco tiempo. Paso la mayor parte del año de gira entre los grupos de Residente (ex Calle 13), The Mars Volta o con Esperanza Spalding, junto a quien sigo tocando. La actividad es mucha porque el jazz siempre está en ascenso acá y allá, y en el mas allá”, ríe Genovese, que agrega a su imparable hacer, un disco a dúo con Otero, que se publicará durante febrero en Estados Unidos. “Cada vez veo más clubes, más festivales, y más gente joven interesada en estudiar jazz. Se nota mucho que hubo un subidón post pandemia remarcable y eso es muy bueno”, concluye.