Si en el rock argentino no existiera una banda como Babasónicos, habría que inventarla. Es uno de los proyectos musicales más provocadores y consistentes de los últimos 25 años y más, una pandilla intelectual y desfachatada de confabuladores, que siempre se las ingenió para dialogar con su época con viveza, estilo y una sonrisa socarrona. Arrogante rock - Conversaciones con Babasónicos, del periodista Roque Casciero, es una inmersión a ese mundo privado en donde la música surge como resultado de una larga progresión de ideas y conflictos internos, definiendo un carácter siempre móvil y vibrante. “Lo que me fascina es entender de dónde salen las canciones, de qué manera se llega a la música”, dice Casciero, redactor histórico del NO, subeditor de Cultura & Espectáculos de PáginaI12 y editor de Silencio.com.ar. “Pero obviamente me interesaba mucho más en un libro y con Babasónicos, porque estamos hablando de una banda especialmente relevante en ese aspecto.”

Arrogante rock encuentra en esta segunda edición actualizada y publicada por Planeta (la primera fue hace exactamente una década, a través de Zona de Obras) el relato completo de los 25 años de historia de la banda, incluyendo los últimos diez, marcados por la muerte del bajista Gabo Mannelli. “Gabo fue el primer amigo que se me murió”, cuenta Adrián Dárgelos en un momento. “Uno está preparado para que se mueran sus abuelos y sus padres, porque es una fantasía de la vejez que vas formando en tu crecimiento. Pero más difícil que eso es pensar que un amigo ya no va a estar… o que se termina la inmortalidad.”

El libro es un relato coral en el que las preguntas resultan disparadores para que cada integrante del grupo logre revolver en su memoria. “Lo que más me sorprendió fue todo lo que admiten sobre cómo los dejó la muerte de Gabo. Porque ellos tenían una cosa de ‘seguimos adelante, seguimos adelante; está Carca, vamos para adelante’, y estaban hechos mierda por dentro”, dice Casciero.

¿Cuál creés que fue el impacto de la muerte de Gabo en su música?

–Aparece una forma de componer distinta. En el momento de hacer A propósito les faltaba uno de los que participaban en la edición de los temas. Como ellos usan muchas secuencias y demás, toda su música pasa por una edición digital, y les faltaba él. Por eso tuvieron que recurrir por esa vez a Tucán Bosa, por ejemplo, para que los ayudara. Fue un momento difícil para ellos.

¿Qué es lo que más te interesa de la intimidad del grupo a nivel conceptual, de su modo de abordar y definir su arte?

–A mí lo que me gusta, sobre todo, es su forma de trabajo y que siempre están llenos de ideas. No es una banda de ocurrencias. Hay una elaboración de las ideas, que a veces van muy lejos y son procesadas por toda la banda de maneras inesperadas. Quizás sí partan de una ocurrencia, como por ejemplo en Deléctrico. Esa canción surge de que Panza, esperando a Gabo para que pusiera los cables en el estudio porque era el único que había ido al Industrial y tenía un poco de noción sobre electricidad, dice: “Bueno, ¿va a venir o no va a venir Deléctrico?”, y de esa ocurrencia nace un hit enorme. Pero no se quedan sólo en eso: Adrián lo toma y lo convierte en otra cosa, porque después viene la parte de “cuando no significa no”, que es medio adelantado a lo que se está viviendo hoy.

¿Y cuál creés que sea el mayor mérito de Babasónicos? 

–Me parece que tienen un montón, pero uno es plantear una discusión de ideas que por ahí no están dando vueltas o que se enuncian desde una forma medio de protesta. Ellos en vez de protestar discuten y me parece que eso es súper interesante. Y lo hacen tanto desde las letras y desde las ideas que hay detrás como desde la música. Hay una forma de discutir eso musicalmente con la época que me parece crucial en un grupo como Babasónicos.