Vedette no nació en una casa de la localidad de Florida hace aproximadamente cuatro décadas. Ahí nació Fran, la persona que gestó esa drag poderosa y estelar. Era una casa silenciosa, no por la falta de ruidos sino de palabras. “Tuve una familia muy cerrada. Me hicieron entender que estaba todo mal, pero fueron muy sigilosos. Oculté mi forma de ser y trabajé mucho el ‘confundir’”, dice Vedette ahora sentada en un café de Palermo con su pelo de tonos naranjas y rojos como ave fénix que aprendió a renacer, y no ocultarse. ¿Qué había que esconder? El hecho de ser marica, mostra, diferente. Vedette es una drag queen majestuosa, una anfitriona con poderes que hechizan a la audiencia y una cantante carismática con una voz grave, mezcla de Graciela Borges y estrella pop de los 80.
Está terminando el 2024, se cumple un año del gobierno de Javier Milei, un mandatario performático y cruel que tiene como enemigas a las diversidades sexuales y los derechos humanos. Elevada en sus tacos en el escenario, con su altura culminando en el último rulo de su pelucón esta drag agarra el gel de hormonas y se lo pasa por los antebrazos. Choca de un golpe las muñecas como ese movimiento de la Mujer Maravilla que la convierte inalcanzable a los ataques. “Gracias al Estado”, grita mientras nos invita a ser parte de su transición. Ahora reflexiona: “Quise agradecer la presencia del Estado, la posibilidad de elegir cómo vamos a transicionar. Que mi país nos permita investigar nuestro proceso, decidir el grado de hormonas que necesitamos, la forma en la cual queremos generar nuestra transición”, explica. Habla de un Estado que no te obliga a ser un estereotipo con tal cuerpo, y tales medidas, sino que te acompaña a decidir. “Estaba hablándole a la gente para que agradezcamos lo que tenemos, que lo cuidemos porque todo iba a cambiar”, y cuenta que ya la semana pasada cuando fue a retirar sus hormonas al hospital público le dijeron que no había.
Ella sabe que su pechera de tetas enormes, su peluca rubia y su malla dorada la convierten en un caballo de Troya perfecto. Que cuando alguien va a ver un show drag se espera los lipsyncs, piruetas, glamour y drama de ficción, pero ella además les sirve una bandeja de realidad en la boca para tragar sin digerir. “Al hacer eso quería que la gente vea, que se pregunten cómo: si es un gel, si es que hay pastillas, si te tenés que operar o podés no hacerlo. Es generar la pregunta”. Pero lo hace con el arte y la elegancia de las grandes. Su mensaje nunca es un sopapo sino el encanto del escorpión con diez aguijones hechos uñas postizas. “Siento que ahora la performance es mostrando, siendo poética y explicando todo”.
“Ven a mi casa esta navidad”
En el dibujo animado de 1985 Jem And The Holograms la protagonista Jerrica Benton apretaba un aro en forma de estrella y se convertía en la cantante Jem, ella fue una de las referentes de Fran a la hora de convertirse a la música. “Estaba deprimida porque no estaba siendo fiel a mí entre varias pulsiones y necesidades de ese momento”, esto sumado a un intento de banda fallida la lanzó a su grito de independencia hecho canción. “Podía ser la humillación de mi vida, pero tenía que hacerlo, y así conseguí el sabor de lo que es estar viva, entender para qué estaba acá”. Así nace su primer EP con 5 temas llamado Plutón.
La energía escorpiana es lava que la quema y la renueva, le da nuevas capas de piel. Entonces en 2015 mientras trabajaba en el Departamento de Arte de Ideas del Sur y con la elección de Macri presidente le brotó un hartazgo, “de todo, de mí, de no ser fiel a mi deseo, del mundo que me decepcionaba, de la derecha que avanzaba”, y ese todo empezó a drenar, florecer, escribiendo letras de canciones. ¿Para Fran? No, para Vedette. “Yo sabía que no era el cuerpo en el que yo me movía socialmente el que iba a ocupar el escenario. Porque en la música la imagen es importante, la forma de presentarse. Porque una es de la escuela de Madonna, ¿viste?”, y en un subsuelo porteño, en el Bar Flux, durante una de las fechas de Pop Hereje, un 8 de diciembre de 2016 -día de la virgen- nace Vedette.
Esa noche bautismal presentó “Ven a mi casa esta navidad”, videoclip incluido, y dos temas más del EP. Fue uno de esos momentos que muchas diversidades ansían e imaginan toda la vida, practicando coreos en las habitaciones, recibiendo premios imaginarios durante la ducha, dirigiendo videoclips mentalmente cuando suena la música favorita en los auriculares. “Siempre fui muy fantasiosa. Cuando vi Robocop quería ser robot. Le preguntaba a mi papá como me podían operar para serlo”, y dice que vivía en un mundo muy abstraída, mirando X-Men, Conde Pátula, “dibujos muy maricones tipo Snorkels”. She-Ra, la hermana de He-Man, era otra heroína que admiraba, siempre presente esto de “ser una persona y ser otra. Es también el poder del drag en el show, en Vedette, en mi yo con mi personalidad”
Identidad secreta, identidad revelada
Fran pre-Vedette era una marica en las sombras, sin levante, y que cuando estaba con alguien y demostraba un poco de pluma la dejaban. “Los novios que tenía me odiaban cuando era maricona. Me duraban hasta que íbamos a bailar y veían que yo no me controlo con la música, que siento”. Hasta que la espada del poder, el aro mágico, el truque, la convirtieron en drag, de repente “esas maricas que no me daban ni la hora o me habían destratado ahora me celebran con Vedette, ¿qué está pasando?”
Pero el movimiento pendular se va aquietando, y Fran está trabajando en darle más espacio a cada una, “siento que somos dos personalidades sobre todo ahora que estoy ya con las hormonas”. Es el cuerpo de Fran el que se va pareciendo cada vez más al de Vedette, y es la fuerza drag la que cada vez más se funde en la persona del día a día. “Estoy trabajando mi cuerpo para que no sea un proceso tan largo ir de una a otra, este es un momento de comunión, de nueva génesis”.
Estudió cine porque quería dirigir sus propias películas pero el arte se la llevó para su lado. En la tele pasó por ShowMatch dándole un toque maricón a todo lo que podía, estuvo en Pol-Ka y también en las producciones de Cris Morena. Había en los departamentos de arte algo muy cuir, maricón y de mujeres en comunidad con disidencias que la atraía y dónde se fue desarrollando. Noches de salir de las productoras y como obrera y devota del glam si veía que en la basura había algún tesoro descartado se lo apoderaba para revivirlo en gran truque.
“Mi último novio fue hace 9 años y lo dejé por los tacos”, dice sin metáforas porque ese chico le armó un planteo cuando ella se los compró y “lo dejé ahí”. Faltaban años para que naciera su drag, en Fiesta Trabestia. En ese 2016 nadie la conocía, pero Le Brujx -creadora de la fiesta- se jugó por la nueva propuesta, porque así era la bruja y la fiesta, un espacio para expresarse. Todavía sin peluca, con una coleta, con mucha energía y una sidra, comenzó: La música fue su primer poder revelado.
Luego vinieron los eventos como la Tongue Pop. Ahí nace la Vedette anfitriona: “Fue una sorpresa, pero era parte de esa fantasía mental que todas tenemos de ‘voy a conducir mi propio Talk Show’”. El primer desafío grande surgió cuando tomó el escenario del Teatro Margarita Xirgú durante el desfile Ke Santa de la marca Tebas, creada por Pako Neimann y Horacio Rubianes. Esa noche más de 700 personas presenciaron el Bing Bang de esa cantante que hoy sigue produciendo. Pero el ascenso meteórico se topó con un eclipse: la pandemia.
Pandemia
Mientras el mundo dejó de funcionar y en las casas todos hacían masa madre, Vedette no se quedó llorando por las fechas truncas: “Debo haber sido la única persona que nunca hizo siesta, no te exagero: escribí, mandé mails, edité, peiné, ordené, lo hice todo”. Es que junto al productor Gonza Gorosito habían encontrado una forma de hacer de esos días un hecho artístico al crear un programa online llamado Marcá M para mostra.
Después de eso nada fue lo mismo. “Volví distinta porque la pandemia fue mi primera experiencia real de laburar solo con disidencias. Sentí lo lindo que era de laburar para nosotras, generar contenido para nosotres, me di cuenta de lo que era también nuestra forma de pensar, nuestra necesidad, nuestro humor, e hicimos la productora +Visibles”.
Volvió a los espacios de siempre, espacios main, dónde las maricas solo suelen estar tras bambalinas, casi como los ratoncitos de La Cenicienta que preparan todo para la hetero rubia. Y al volver a ese universo tan heteronormando pensó: “Cuánto que no se está viendo, que no se está contando, cuánto que se pierde cuando no estamos las disidencias”. Y empezó a taconear y zurcir alianzas en espacios como ShowMatch: “Pachano me abrió la puerta”.
Su otra casa-marica fue el programa Corte y Confección dónde tenía más libertad para expresarse. De repente se encontró haciendo panchos y papas fritas con tela, combinando ropa y eligiendo colores, “nadie me decía nada malo, me celebraban mariconeando. Significaba que había lugar para mí”. No habla de esos años de tele y autogestión pandémica, esos le dieron un timing filosisimo que hasta hoy la acompañan. Fran habla de esos días de infancia.
“Yo fui a un colegio industrial, era como una prisión de máxima seguridad. Se puso bravo”, más siendo el hermano marica de un hermano mayor que estaba casi egresando en el mismo colegio de Florida, Vicente López. En algún momento su padre con desentendimiento y hartazgo le dijo “Si no puedes contra ellos, únete”, pero Fran pensó que, mejor: si no puedes contra ellos ¡confúndelos!
El primer día de clases apareció con las dos mechitas de pelo del frente teñidas de rubio “como Geri de las Spice”. No pasó ni una semana que ya lo tenían agarrado del cuello. Había aceptado que era la vergüenza de esa familia silenciosa. Y aunque moría de ganas por estudiar las especializaciones en orfebrería y diseño textil, esas eran opciones impensadas para “un hombre”. Así que se decidió por química, hoy es Técnica en Tecnología de los Alimentos.
Cuando se le pregunta qué cosas no comparten Fran y Vedette la carcajada tragicómica dice: “los traumas”. “Vedette es mi lado perfecto, prístina la que no está afligida por todo. Se alimenta de eso, es su combustible, es la transmutación. Ahí está mi Géminis porque yo estoy convencida que somos dos en mi cuerpo y como no hay profundidades al conocimiento sobre nuestra psiquis, estoy convencida de eso”, explica.
“Pasé de incogible invisible a leyenda”, escupe y se sigue riendo sabiendo que a las leyendas tampoco las besan.
El escenario como aquelarre
Cuando la convocaron a hacer un recital en el Teatro Margarita Xirgú dijo que no, “mejor una revista”. Y así nace DragaPalliza, ese show que reúne tantas mostras, tantos estilos, tantas banderas y orgullos en una sola nave nodriza. Para muchxs fue una gran escuela, pasar de trabajar para el público a la altura de una silla de bar o escenario de boliche a tener que enamorar al seguidor, darle tu pupila más enorme y enamorar palcos, balcones y butacas.
“Me hizo entender el show”, y repasa casi como un Olimpo de mostras los nombres de tantas personas que pasaron y con las que dice estar agradecida. Y si le preguntas si en ese momento, en ese abrir la puerta para ir a jugar, en ese convocar y acompañar siente que nació como Madre Mostra, la respuesta es categórica: no.
“Con mi madre no tengo un buen vínculo, entonces no. Yo me considero huerfanita”. Pero su lugar de lideresa, capitana o sindicalista de las dragas es indiscutible. Ella comprende que hay una cierta maternación en construir este respeto por el trabajo de quienes hacen drag, “pero a todas les digo ‘hermana’”. Cuenta que Dragapaliza fue como pasar de una pecera a un estanque, entonces el pececito hace un ‘crecimiento kinesiológico’, porque así lo vivió ella, en sus vértebras separándose para abarcar más escenario, sus dedos elongándose para en el ‘pointing’ (ese arma de lipsync que te apunta) llegar a la última persona de la última fila. Para ella, para todes, siempre, así es Vedette.
Casi termina 2024 pero otros de sus poderes es la multiplicación de las presencias y escenario. Desde hace un tiempo es junto a su manager Alejandra coproducen con el Espacio C el evento Noche de Mostras. Ahí las drags no solo compiten por un premio sino que también tienen un espacio dónde lucirse. “No es una obra de teatro como la dragapaliza, pero es un drag escenográfico”, porque en todo lo que hace siempre hay un espíritu de semillero, ella está segura que si vamos a llegar, no puede ser en soledad. “Quiero que las dragas tengamos laburo, laburo bien pago, laburo bien iluminado, laburo valorado. Hay capital en todos lados, conozcámonos, hagamos un hagamos ruido, ¡hagamos el sindicato!”.
¿Y qué pasa cuando alguien no se anima? ¿Cuando alguien se le acerca con esos miedos? En eso Vedette se define como una “madre de útero hostil”, corta: ¡hacelo! “Nadie es linda cuando nace, ni los bebitos que son un asco y están llenos de mocos, horrible todo, la peluca mal puesta, la pestaña triste, la boca finita, todas fuimos ella y de eso se trata”.