Empecé a escuchar Depeche Mode en 1989. Es decir, hace 35 años. Cuando yo tenía quince, dieciséis, no había en el mundo nadie más cool (no era esa la palabra que usábamos, no circulaba aún entre nosotros, seguramente decíamos “con onda” o “fachero”) que Martin Gore. 

Para mí, un adolescente, hijo de padres de clase trabajadora y criado en un barrio del FONAVI en un minúsculo pueblo de la provincia dEntre Ríos, un chico que soñaba despierto con tener algún día su propia banda e intuía o más bien deseaba que la vida fuera algo más que cuatro calles de tierra resecaprejuicios chismes