En estos días en que vuelve a sonar la canción de León Gieco dedicada a Pocho Lepratti, creo que nos merecemos un repaso aunque sea rápido de la forma en que el encantador vehículo fue incluido en la música argentina. También hay una referencia en la economía, pero eso sería harina de otro costal.
Por supuesto que el folklore no tiene mucha bicicleta. Ahí todo es caballo y carro.
El tango tampoco tiene mucho. Es curioso, eso sí, que la que más recuerdo es La bicicleta blanca, de Horacio Ferrer y que el tema remita a algo tan parecido a lo de Pocho.
El tema habla de un cristo contemporáneo que va en su bicicleta tratando de mejorar el mundo hasta que la misma gente le destroza la bicicleta, que era justamente el símbolo de la justicia y el esfuerzo de ese flaco por ayudar a los demás.
Recuerdo también un poema de Pedroni al que le puso música un tal Coco Dominguez, cantado por Los Trovadores de los ochenta. El poema La bicicleta con alas fue escrito para celebrar la inauguración de un velódromo en la ciudad de Esperanza. Siguiendo la agenda del progresismo (me atrevería a decir: del PC) es un hermoso alegato por la paz en el mundo y la libertad de las personas: "Tan pronto los hombres / dejen de guerrear, / la bicicleta del mundo volará".
Hay menciones al pasar, claro, como aquel chico de barrio que pasa en bicicleta y le tira onda a la cantante, pero ahí no hay metáfora, simplemente una escena muy “setentas” que consistía en salir a bicicletear y visualizar gente para ver si se podía pescar algo más que miradas.
Serú Girán dejó un inolvidable álbum llamado Bicicleta, pero no hay canción.
En la canción de León, la bicicleta representa el trabajo de Pocho yendo de aquí para allá acompañando a los humildes de Ludueña o los de su escuela. En Rosario, la bicicleta de Pocho se hermanó con las bicicletas numeradas (hasta llegar a 350) de los murales con que Fernando Traverso eligió homenajear a su amigo desaparecido.
En general, con la excepción del tema de La renga (gracias Huguito Cortés), el rock es más de los trenes, la voiture y hasta las motos que van a mil o los gordos motoneta.
Sergio Makaroff, un prócer del rock nacional, cuenta una historia en la que sufre el robo de su Mountain bike y la evoca como una herida abierta. Igual, le sirvió para valorar a sus amigos, que le prestaron ya no una, sino dos. Gracias, Fabio Rodríguez.
Lamentablemente, el poder metafórico se va perdiendo a medida que la cancionística se basa en hablar solamente de los problemas del individuo y la pareja, una tendencia que está destrozando la lírica de nuestro cancionero.
Para Dillom, la bicicleta no es metáfora de nada, es solamente el vehículo en el cual él se desplaza buscando a su chica. Y para Duki la bici es un grato recuerdo que con el paso del tiempo adquirió connotaciones sexuales: “Quiero montarte como mi primera bici”. No sé si es muy ingeniosa la frase, pero les aseguro que no es la peor de la canción. Gracias, Javier Galarza.
Ser ciclistas hoy.
Pero el tiempo pasó y ocurrió que entre los ciclistas actuales, sobre todos los que construyeron una identidad en torno al pedal, hay algunos que se comportan al modo de las sectas y han encontrado una veta ideológica en el uso de la bicicleta asociado a la libertad... individual.
La bicicleta como vector de consumo del vehículo y de los accesorios; la salida en manada a cagarse olímpicamente en los semáforos ¿qué se cuece en el alma de gente que arma una comunidad para transgredir las normas de la comunidad poniendo en riesgo la vida propia y la ajena?
Sería interesante analizar si la cultura neoliberal ha logrado convertir al sencillo vehículo de tracción a sangre que antaño fue usado como símbolo de lo colectivo y del acompañamiento de los humildes en un refugio del individuo solo cuyo máximo deseo es ser libre.
Una intimidad reducida al solipsismo de "mis asuntos", como disociados de la comunidad, generaría una comunidad como sumatoria de individualidades y no como diversos sujetos unidos por un común necesario para existir. Porque es ese común el que da sentido de trascendencia para soportar los dolores de la existencia.
Entre el vehículo y su circulación por el mundo material, y la idea y su desplazamiento de significaciones en el mundo de los poetas, la bicicleta fue y vino sirviendo de apoyo a las historias que se cuentan.
Ojalá la letrística argentina deje de temerle al mundo exterior, ese que está más allá de la cama, la pieza y la casa.
Ahí quizás la canción pueda ser un elemento para representar al mundo como algo más que un conflicto individual o a lo sumo entre dos personas, que es el infierno de la intimidad en el que se ha sumergido la canción popular desde hace unos años.