De Diciembre 2001 y Junio 2002 a hoy: hay dos fechas emblemáticas que marcan a fuego el comienzo del milenio en la región Argentina.

Una es el diciembre trágico, con el estallido social de 2001 en las jornadas de los días 19 y 20.

Estos acontecimientos fueron preanunciados meses antes en acontecimientos como los anuncios económicos del blindaje del gobierno De La Rúa Cavallo, el grotesco de Chacho Alvarez y la banelco, que casi nadie menciona por estos días, el masivo repudio de votos nulos y en blanco en las elecciones legislativas, que evocan la novela de José Saramago Ensayo sobre la lucidez.

Vale recordar también la voluntad popular expresada masivamente en la consulta del Frenapo (Frente Nacional Contra la Pobreza).

En suma, una multiplicidad de manifestaciones que venían emergiendo desde el declive del menemato y de la "convertibilidad" peso/dólar.

Ilusión de movimiento que terminó con un tendal de muertos en las calles de diversas ciudades y la impunidad de los verdugos.

La protesta social expresada en las asambleas de vecinos, en las fábricas y establecimientos ocupados ante el desempleo masivo, en medio de la crisis tuvieron un freno brutal en junio de 2002, cuando el gobierno de Eduardo Duhalde perpetró en coalición con la Bonaerense la masacre del Puente Pueyrredón cobrándose la vida de Maxiliano Kosteki y Darío Sabtillán.

Hace 23 años, una población movilizada gritaba "que vayan todos y no quede ni uno solo".

En el presente de escarnio, despojo y empobrecimiento masivo ¿qué mecanismos y dispositivos operan como disuasivos para tanta pasividad?

¿Vale la pregunta?

Carlos A. Solero