“Para tomar dimensión, nosotros estamos haciendo 8 mil viviendas y ellos, los del Gobierno nacional, abandonaron 16 mil”, dice Silvina Batakis anclada a los números.
En diálogo con Buenos Aires/12, la ministra de Hábitat y Desarrollo Urbano de Axel Kicillof explica cómo se mejoraron los procedimientos para acelerar el ordenamiento de la burocracia y facilitar la construcción de casas y dar respuesta a una demanda sustancial para quien es propietario: contar con la escritura.
Además, como ex ministra de Economía durante el segundo período en la administración de Daniel Scioli, analiza el rumbo de lo que, a su juicio, es un típico paquete de recetas neoliberales impuestas por la Nación. Y cuenta si habló con el ex gobernador, luego de su decisión de integrar y defender las ideas de la libertad y las fuerzas del cielo.
—¿Cómo se pueden hacer casas cuando la Nación te aprieta financieramente?
—En primer lugar, hay que decir que la Provincia está trabajando en 8 mil viviendas. Es un número récord en la administración de viviendas de la provincia. Yo, siendo ministra de Economía, recuerdo que firmé un presupuesto donde se previa construir setenta viviendas en un año. Por eso la evaluación tan positiva luego de un año. Además, se hacen en un contexto macroeconómico que la Nación les impone a provincias y, particularmente a Buenos Aires, con especial dureza. Lo que le quitó la Nación a la provincia de Buenos Aires es aproximadamente un 25 por ciento de su presupuesto. Mucha plata, muchos ceros. Si uno destinara ese monto solo a viviendas, alcanzaría para construir 80 mil. Pero lo que hicimos durante el año fue, básicamente, destrabar un montón de burocracia, y macizos, para poder avanzar en la construcción de viviendas. En paralelo, tratamos de ser recontra hiper eficientes. medimos cuánto sale cada ladrillo, cada ventana y cada inodoro. Esa fue otra clave que permitió entregar, aproximadamente, mil viviendas.
—¿Qué significa “destrabar macizos”?
—Sucede que, muchas veces, los macizos o terrenos no cuentan con escritura, no están registrados y no se sabe a quién pertenecen. Las viviendas que entregamos en el municipio de Gonzáles Chaves hace unos meses estaban en esa situación. El macizo donde se construyeron no estaba patrimoniado en la provincia, ni en el municipio y no tenía dueño. Entonces, tenés que hacer la escritura y que sea divisible. Nosotros, cuando entregamos viviendas, tenemos la certeza de que vamos a poder dar escrituras individuales. Eso, implica mucho trabajo inicial que, incluso, lleva meses. En este tema avanzó mucho la Provincia por decisión de Axel.
—¿Por qué el Estado tiene que hacer casas?
—El Gobierno nacional abandonó 16 mil viviendas en la provincia de Buenos Aires. Para tomar dimensión, nosotros estamos haciendo 8 mil y ellos abandonaron 16 mil.
—¿Son todas las que estaban en construcción en la Provincia desde la Nación?
—Sí. No sé en otras provincias, pero en Buenos Aires son todas. Incluso, algunas que estaban al 98 por ciento de su construcción. Son viviendas que se llevaron a cabo con el programa Casa Propia y con el Procrear. Hemos recorrido barrios que están ese estado y es algo cruel, criminal, ineficiente y caro. Hoy tenés inversiones de entre 70 mil y 80 mil millones de pesos que el Gobierno nacional decidió tirar a la basura. Es plata de los argentinos y, en este caso, de muchos bonaerenses que está tirada a la basura con el agravante de saber lo que significa como problema la falta de vivienda a nivel nacional y a nivel mundial.
—¿No es mejor diseñar un plan para que los privados inviertan y no sea el Estado el que construya?
—Es verdad que el mercado resuelve muchas cosas en la vida de cada persona. Pero otras no, ya sea porque no llega o porque no es rentable. Que no sea rentable no quiere decir que no sea un derecho. El hábitat y la vivienda digna y justa es un derecho constitucional, tanto a nivel nacional como provincial. Por eso, las viviendas que entregamos son de primera calidad, no son viviendas sociales. Además, se cobran y se adjudican con sorteo público y frente a un escribano y se pagan. Hoy la cuota está en, aproximadamente, 200 mil pesos. En las últimas viviendas que entregamos, en Pehuajó, estaban el escribano público de la provincia y el bolillero delante de todas las personas que se anotaron bajo las condiciones del área nuestra.
—Pero, ¿es el Estado el que debe ponerse esa tarea al hombro?
—Hoy se discute y se usa mucho la palabra libertad. Bueno, la vivienda es el seguro para que una familia ejerza su libertad. Cuando vos estás a atrapado en no saber si podés renovar el alquiler, si tenés que ir a vivir a lo de tu abuela o ir con tus hijos a lo de tu mamá y tu papá, te resta libertad. El primer elemento para poder hablar de libertad, es tener tu casa y el techo seguro. La política tiene que estar para eso y eso es lo que decidió Axel: que sigamos construyendo viviendas para dar seguridad jurídica a las personas. Porque se habla de seguridad jurídica para grandes inversiones, pero también hay que dar seguridad jurídica a las personas de a pie. Tener tu casa te da libertad y la seguridad jurídica de saber que esa casa será tuya, que tendrá escritura, que la vas a poder heredar, y que vas a poder acceder a otras herramientas como créditos.
—¿Los intendentes demandan viviendas?
—SÍ. Siempre cada intendente está buscando la posibilidad. Con todas las dificultades, siempre es más fácil conseguir tierra en el interior a diferencia del conurbano, donde la concentración urbana lo hace más difícil. Ante esto nosotros, junto con Katopodis (NdeR: Gabriel Katopodis, ministro de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires), estamos trabajando en un programa para generar lotes con servicio. Así que constantemente estamos buscando macizos junto a los intendentes para generar viviendas.
—¿Qué advierten las empresas constructoras en el escenario actual?
—Las constructoras ven con mucha preocupación con lo que paso a nivel nacional. Ven, de alguna manera, a la Provincia como un oasis. Hoy lo único que tienen es la obra de la Provincia y con eso pueden sostener su estructura y sus empleados. Sienten mucha desazón por la pérdida de obra pública nacional y hay un agradecimiento a la provincia por sostenerla. Además, hay un dato importante. Cuando se hizo la devaluación de diciembre, hicimos un parate para evitar la quiebra de un montón de contratistas de la provincia y no poner en riesgo el prestigio de los intendentes y el ministerio. Hicimos un parate y dijimos de retomar en abril dada la volatilidad de los precios. Hay que tener en cuenta que en una vivienda hay muchos insumos locales y algunos importados. La devaluación del 120 por ciento tuvo un fuerte impacto sobre los componentes importados de la industria nacional y eso iba a destruir el equilibrio financiero de las empresas.
—¿Cómo fue la reacción de los empresarios?
—Obviamente, en esos meses tras el 120 por ciento de devaluación, las constructoras tenían mucho miedo de esa decisión. Pero, hoy, reconocen que fue la mejor decisión porque pudieron retomar las obras con una planificación que les de sustentabilidad financiera. Entones, es difícil encontrar obras nuestras paradas. Hay otras que estamos retomando, como las de Colon, que estamos firmando el convenio para reaunudar el 50 por ciento de 60 viviendas que estaban abandonas.
—¿Por qué se está trabajando en una nueva ley de hábitat y ordenamiento urbano para la Provincia?
—Uno tiene que modernizarse y adaptarse. Hoy, lo que rige medularmente el hábitat de la Provincia es un Decreto-ley de 1977 y una ley de 2012. Esa última ley dio un nuevo cuadro y un salto cualitativo a cómo tratar el hábitat, pero ya pasaron doce años. Hoy hay nuevas técnicas constructivas, hay más descentralización y la demografía de la provincia cambió desde 2012. Hoy necesitas más autonomía para los intendentes para que puedan disponer de nuevos macizos y tierras. También, por ejemplo, que puedan comprar naves industriales que quedaron abandonadas por cierre o mudanza de las empresas y poder hacer viviendas. Necesitas en dar más agilidad a partir de las nuevas formas de hábitat.
—¿Esto se discutió en las jornadas por el derecho al hábitat justo?
—Sí. En torno a eso giraron los debates que se hicieron en las ocho secciones electorales con la participación que fue desde desarrolladores inmobiliarios, hasta organizaciones, fundaciones, ONG, asociaciones civiles, universidades y distintos técnicos. Fue enriquecedor, aprendimos todos y veremos el año que viene si hay una oportunidad de llevar el proyecto adelante. Además, se incorporaron temas interesantes que por ahí no eran el eje de la discusión.
—¿Cuáles?
—Las escrituras, por ejemplo. La escritura es ese instrumento que te da seguridad jurídica, como decía antes. La Provincia venía atrasada en la materia y se hizo hincapié en eso. Una persona que expuso habló de un barrio dividido por una calle, donde de un lado las viviendas cuentan con escritura y del otro no. Y contaba cómo el lado escriturado está lindo y el otro venido a menos. Por eso tiene valor esta labor que nos encomendó Axel. Si no tenemos la posibilidad de entregar la escritura individual, no avanzamos con la construcción de la vivienda. También se trabajó mucho el tema ambiente porque había mucha preocupación al respecto. Por un lado, el tema de los barrios privados y cómo la gente con mayores facilidades para acceder a la vivienda construye donde no deben. Pero también emerge la preocupación por los barrios humildes que se hacen donde no deberían estar.
—¿Cuán importante es el presupuesto actual para el ministerio?
—En primer lugar, creo que Axel es una persona que trabaja a cara descubierta. No va a buscar la picardía de Milei de no tener presupuesto. No tener presupuesto a nivel nacional significa que se va a manejar con el presupuesto de 2023, el cual que representa el 30 por ciento de todos los recursos que va a tener el Gobierno nacional en 2025. Eso es una picardía política y creo que afecta la democracia. Axel es una persona totalmente transparente y muestra los números de la Provincia en la Legislatura, que es la casa de la democracia. En segundo lugar, el presupuesto provincial sigue mostrando la decisión política de Axel de hacerse cargo de todo aquello de lo que el mercado no se hace cargo. Eso es algo en lo que coincido. Y también, explora el financiamiento internacional. Nosotros en el ministerio tenemos al Banco Mundial que nos da un crédito para construir 500 viviendas. Se habla a nivel nacional de que los organismos internacionales no le prestan a la provincia. Eso es algo totalmente falso. Son créditos con muchas facilidades y con tasas muy bajas que sabés a donde van dirigidos. No como los del FMI, que no sabes a donde va a parar la plata.
—¿Qué se planificó desde el ministerio para el 2025?
—La prioridad es terminar las viviendas en ejecución. Justo hoy le escribí al gobernador y así planificar si hay altas por bajas quizás, pero tenemos que ver cómo queda el presupuesto. De las 8 mil, pensemos que este año entregamos mil y esperamos entregar ese número el año que viene. Después iremos viendo con el ministro Economía si podemos pensar en planes nuevos, pero la prioridad está en terminar lo que tenemos.
—¿Alguna vez imaginó transitar un proceso político y económico como el que lidera Milei?
—La escuela económica que dice Milei que lleva adelante para mi es la escuela neoliberal clásica con un envase distinto que tiene que ver con él poniéndose en el lugar de expendedor de odio. Pero el programa es clásico. Son recetas que excluyen a una enorme porción de la población. La realidad es que está destruyendo la matriz productiva de Argentina. Más allá de la situación nacional, en la pandemia yo leía cientistas que son físicos y filósofos y ya preveían un mundo más volcado a la derecha. Es un mundo de tensiones fuertes. Es un mundo más corrido a la derecha y donde los individualismos tienen más peso, lamentablemente. Y digo lamentablemente porque, como dijeron Adam Smith y Juan Perón, nadie se desarrolla en una comunidad que no se desarrolla. Pero parece que hoy eso ha pasado de moda.
—¿No es meritorio lo que obtuvo a nivel macroeconómico con, por ejemplo, la inflación?
—Hay tres planos para analizar el gobierno: el financiero, el productivo y el social. En los tres, hay un eje conductor que yo resalto, que fue buena decisión y, a la vez, un error nuestro no haberlo tomado así: reducir la inflación. Tener como objetivo político reducir la inflación es un acierto. Ahora, de ahí a creer que estamos con inflación baja, estamos lejos. Lograron, desde el Gobierno nacional, mediáticamente, convencer a la población de que no tenemos inflación. La realidad es que estamos con una inflación alta, que ronda entre 2 o 3 puntos mensuales cuando Brasil tiene un 4 por ciento anual. Entiendo que nuestro gobierno dejó una inflación alta, pero la devaluación del 120 por ciento de Luis Caputo en diciembre hizo que se acelerase mucho la inflación y ellos hacen una comparación sobre ese momento.
—¿Cómo evalúa los tres planos que mencionó?
—Desde el financiero, ellos han podido desarrollar instrumentos con creatividad, quizás con más creatividad que nosotros, y, a su vez, cuentan con ayuda de organismos como el FMI. Caputo anticipó que, posiblemente, haya un desembolso más dentro del programa original de Mauricio Macri. Además, el campo tendrá una cosecha récord, por lo que, si hay algún gesto del Gobierno nacional, habrá mejor liquidación, ya que el año pasado tuvieron una buena cosecha, pero no liquidaron como se esperaba. Y a este escenario hay que agregar que la matriz energética, con todas sus vertientes, dejó un saldo positivo que se va a ampliar el año que viene. El riesgo que tenés es la balanza turística, que tiene un saldo negativo de 10 mil millones de dólares que habría que mirar. La realidad, es que ellos tienen un plan para pasar abril bien porque ya tienen pago de intereses guardados en una cuenta en Estados Unidos.
—Mencionó el turismo, un área a cargo de Daniel Scioli. ¿Habló con él luego de que se sumó al gobierno de Milei?
—No hablé con él desde que tomó esta decisión. No conozco su explicación de primera mano. Si, por ahí, me entristece que una persona que siempre fue leal al peronismo esté en un gobierno neoliberal a ultranza. Pero no hablé.
—¿Y cómo evalúa los escenarios productivos y sociales?
—Desde lo productivo, ya hay una preocupación. Quizás los jugadores más grandes no levantan las voces. Uno de los grandes desafíos a nivel mundial, más ahora con la revolución tecnológica y la Inteligencia Artificial, es crear puestos de trabajos. Si la matriz productiva se achica, como está haciendo este gobierno, lamentablemente vamos a tener menos puestos de trabajo. Hoy tenemos una tasa de desempleo baja, pero está creciendo. Entonces, se va a otras formas de trabajo como apps tipo Uber o Pedidos Ya. Hay que pensar sobre eso porque va a quedar una matriz productiva muy rota y con menos posibilidades de crear puestos de trabajo. Y desde lo social aún hay, creo yo, cierta paciencia con el gobierno más allá de lo difícil de llegar a fin de mes. Empieza a haber cierto malestar porque se trabaja mucho y no se puede comprar un par de zapatillas o salir a comer afuera. Pero aún no hay una ruptura entre la sociedad y el Gobierno nacional.
—¿Hay una sociedad bonaerense que dice "esta vez sufrir vale la pena"?
—Creo que hay algo de eso, pero la Provincia es muy diversa, donde no es lo mismo el interior y el conurbano. Lo claro es que hoy hay mucho sufrimiento. Creo que hay buena parte de población que votó a Milei dentro de los que más están sufriendo y efectivamente se dan cuenta de esta situación. Empieza a haber un reconocimiento respecto a que Milei venía a romper a la casta pero resuelta que no es así y los rotos son ellos. Y hay otro sector que, reconociendo que la pasa mal, creen que hay que sufrir para mejorar. Entonces, hay una paciencia importante.
—¿El peronismo tiene legitimidad para dar esa pelea filosófica o necesita que la imagen de Milei caiga?
—No. Creo que el peronismo siempre tiene legitimidad para plantear cuáles son los inconvenientes que están sufriendo la clase media, la media baja y las más vulnerable. Siempre la tenemos porque hemos trabajado por ellos y para ellos, como en el tema viviendas. Quizás nos falta encontrar un punto de encuentro donde todos podamos generar debates con profundidad y con propuestas renovadas. El mundo cambió. Eso está faltando, pero las elecciones ordenan al peronismo.