Sabemos muy bien que el poder de algunas ideas poco tiene que ver con la verdad que contengan. Pero se repiten, se fomentan, se difunden, consiguiendo que acaben pareciendo verdades inmutables. Que la clase baja es perezosa, es una de ellas. Esa canonización del término pobreza en su “acepción” más posmoderna: vagancia. Esa idea tan extendida de que la pobreza no está provocada por una injusticia social sino por el resultado de un fracaso personal.