En deportes hay diversas maneras para llegar al éxito, y todas confluyen necesariamente en la existencia del talento deportivo. Este es, por supuesto, diferente para las distintas disciplinas: la estatura, el peso, las características óseas y musculares, la forma del cuerpo, la longitud de los segmentos corporales, la coordinación, la fuerza, la resistencia, la inteligencia táctica, entre muchas otras variables, serán el patrimonio individual en cada especialidad las que le otorgan características distintivas únicas a cada uno. 

La detección, seguimiento y apoyo de ese talento en las diversas etapas del desarrollo deportivo es decisiva. En particular en los deportes alejados del brillo mediático, es decir, la mayoría de los que componen el programa olímpico.

El talento ya descubierto puede ser desaprovechado, sea por razones técnicas o malos programas federativos o entrenadores incompetentes, o por razones políticas. Es decir, la falta de políticas de Estado, como una inversión suficiente. Muchas veces resultan también facilitadores del fracaso, el escaso interés o directamente la ignorancia de la población y los medios, ante los deportes menos desarrollados, que se ven como "amables rarezas", apenas percibidos cada cuatro años en la cita olímpica.

El deporte en Argentina ha sufrido, salvo en escasos períodos en el tiempo, muy frecuentemente de algunas de esas fallas ya sean humanas o de política deportiva.

Al no haber demasiado interés en los deportes amateurs, a menudo se corre el riesgo de hacer del defecto virtud, y se pueden soportar años de mala praxis técnica o dirigencial en disciplinas que se consideran equivocadamente exóticas, y que en realidad en otros países son básicas para el desarrollo deportivo.

A veces, y por la simple virtud de la persistencia en una disciplina u organización deportiva, se allana el camino para soportar a vivos o incapaces por largos años, sin que nadie se entere ni se aspire a cambiar.

Es que descartadas las disciplinas profesionales como el fútbol, boxeo, básquet y unas pocas más, la información que hay disponible se vuelve nebulosa o insuficiente. Es decir, poco confiable, y muy pocos saben lo que pasa dentro de muchos deportes olímpicos. De sus necesidades, y cómo se cocinan los éxitos y fracasos.

En buena parte del mundo no suele ocurrir eso, y vemos que el éxito puede llegar por caminos diferentes pero todos racionales y continuados.

Por ejemplo, vimos en los Juegos de París, que Italia estuvo entre los diez primeros países del medallero, obteniendo 40 medallas en 19 disciplinas diferentes. En este caso fueron el doble de las de España, otro país también exitoso en el deporte olímpico, en especial desde los Juegos de Barcelona '92.

Se explica primero la diferencia entre ambos, porque la inversión italiana fue de 236 millones de euros entre las federaciones deportivas en 2023, y es mayor que la española, la cual es a su vez mucho mayor que la de nuestro país.

Sin embargo, estimo que Italia hace la diferencia apostando al futuro. Es decir, pagando becas de 1500 euros mensuales a jóvenes que todavía no se destacaron internacionalmente. En España, en tanto, se invierte en el éxito recién cuando éste comienza a producirse.

¿Y nosotros ? A veces ni siquiera ha alcanzado con ser exitoso para vivir razonablemente de la práctica deportiva. 

Italia y España, países muy cercanos en costumbres a nosotros, con biotipo e idiosincrasia similares y población no muy diferente en número, han desarrollado sus programas exitosos por más de 30 años. Mientras, nosotros debatimos todavía infantilmente acerca de las preferencias hacia el deporte social o al de alto rendimiento, aún cuando no tenemos infraestructura suficiente en la mayoría de los deportes, para el desarrollo de ninguna de esas variantes, o permitimos que el exiguo presupuesto deportivo se maneje desde un ministerio que no tiene nada que ver con el deporte.

O lo dejamos al albedrío de un exdeportista exitoso y con contactos políticos, pero escaso de ideas y atributos teóricos por decirlo de manera suave. O de un político que apenas si juega al chinchón con amigos, o en el mejor de los casos, va a la cancha los domingos para ver a su equipo favorito, como si eso alcanzara para algo o significara conocimientos.

En tanto, mientras disfrutamos de algún éxito aislado, nos prometemos luego de cada Juego Olímpico, cambios profundos que no llegan, principalmente porque tampoco se intentan. Y me temo que ni siquiera se conocen en profundidad.

Así de simple. Así de problemático.

* Ex Director Nacional de Deportes.