Mi confesión de fan se convierte un reconocimiento o acto de justicia cuando me pongo a repasar la cantidad de años que Surplus, el documental de Erik Gandini, me sirvió de referencia para sintetizar la estética que me interesaba transitar en algunos trabajos. Mi memoria elige recordar que me llegó de manos de Makina, certero apodo de Pablo García, quien compartió esta joya cuando me estaba yendo de la productora Tranquilo a Inquieto. En ese mismo tiempo comenzamos a ensayar El Hilo (la productora que armamos junto a Pablo Camaiti) donde Surplus comenzó a circular como una síntesis de muchas de las inquietudes.
En poco más de 50 minutos y en un clima musical bailable, la película muestra las miserias de la sociedad de consumo y propone regresar a un mundo casi primitivo. Un gran remix con voces que van desde un CEO de Microsoft exaltado al escritor John Zerzan acusado de ser el arquitecto de la táctica del daño a la propiedad privada. El inicio es incendiario a plena molotov y represión. Primero, mostrando una sonrisa de Silvio Berlusconi y de George Bush, para luego dar paso a imágenes de una manifestación de globalifóbicos contra la cumbre de G8 en Génova (2001). Se escucha Gotan Project y un discurso de Fidel Castro que, lejos de ser un plomo, encuentra una musicalidad contagiosa, casi exacta a lo que hizo el Sexteto Irreal en su ya mítico disco. Las imágenes de la manifestación son tan similares a nuestro diciembre del 2001, que por momentos da la sensación de que están Dario y Maxi zarandeando una Fiorino.
De Erik Gandini, el director de la película, nunca supe mucho. A cada persona que le compartía Surplus le repetía la poca información que tenía. Que era sueco (pero nacido en Italia) y formaba parte de una productora llamada Atmo, que era documentalista y también DJ. Entre sus trabajos había otra joya llamada Sacrificio: ¿Quién traicionó al Che Guevara?. La búsqueda que me interesaba era su trabajo musical con los testimonios y las entrevistas. La idea de montar el contenido atendiendo a su musicalidad, buscando un ritmo, componiendo con las repeticiones. Ese fue el recurso que usamos, como se dice en la industria audiovisual, como referencia. En termino de fan: intentamos copiarlo con elegancia.
El primer proyecto donde ensayamos el cover de Surplus fue Utopistas, abordando los imaginarios utópicos en Argentina. Una deriva audiovisual del libro El hilo rojo: Palabras y prácticas de la utopía en América Latina, compilado por Marisa González de Oleaga y Ernesto Bohoslavsky (Paidós, 2009). Si Surplus propone una ruptura con el sistema, el mercado y hasta la organización social; con los utopistas nos bajamos un par de pueblos antes, y pusimos el foco en experiencias de micropolítica que dialogaban con imaginarios irrealizables.
Antes de grabar, juntamos a todo el equipo involucrado y compartimos Surplus y otros materiales. Cada uno fue aportando su inquietud y así encendimos la cámara sabiendo que necesitábamos un testimonio, pero también un estribillo. Generar recursos visuales y sonoros, que luego ingresarían a la instrumentación de las canciones.
A lo largo de cuatro capítulos registramos experiencias en un barrio popular en Córdoba, con campesinos de Santiago de Estero, en una escuela artística de Villa Fiorito o en el ex Albergue Warnes. Grabamos a utopistas con trayectoria como Juan Molina y Vedia, Margarita Paksa o Roberto Jacoby, y decenas de transeúntes de las calles del país hablando de belleza, literatura y utopías. El jugueteo audiovisual con las ideas irrealizables naturalmente no cumplió su objetivo: nunca conseguimos un canal de televisión que quiera emitir el ciclo. Pero fue proyectado en el CIA en una noche inolvidable y quedó en YouTube de libre acceso.
Surplus, el documental aquí celebrado, cuestiona el consumismo y se propone volver a la edad de piedra, destruir la industria y todo lo productivo. Yo no aspiro a tanto, con que Erik Gandini no me demande por exceso de referencia, estoy feliz. Y también, de haberme confesado fan de este hombre de quien sé muy poco, pero a quien le agradezco tanto por su obra que nos llenó de preguntas y sobre todo nos impulsó al hacer.
Federico Randazzo Abad dirigió documentales y ficciones, cortos, series y programas mayoritariamente sobre historia argentina. Grabó en más de quince países, en cuatro continentes. Realizó más de 500 capítulos de docTV, como director, productor y/o guionista. Acaba de estrenar Atahualpa Yupanqui: un trashumante, su primer largometraje documental.