Desde las vísperas de Nochebuena circula la información de la llegada de ceses masivos a distintas dependencias públicas en el ámbito nacional, entre ellas la secretaría de Derechos Humanos. “Pasamos la Navidad con un nudo en el estómago, llorando”, cuenta el abogado Ciro Anicchiaro, quien hace veintiún años que se desempeña allí.
“Pareciera que ya no les basta la persecución política, el cierre de programas y los actuales y proyectados recortes de los salarios. Estamos indignados por la incertidumbre y por el maltrato cruel contra los trabajadores de una política pública que ha sido reconocida por la mayoría de nuestros compatriotas y por el mundo entero”. La dependencia no funcionará más, "al menos así, como se la conocía hasta ahora".
El sitio que será afectado en Mar del Plata, será el Faro cercano a Punta Mogotes.
En el año 2014, un colectivo de organizaciones de derechos humanos, en conjunto con la Universidad Nacional de Mar del Plata y vecinos de la zona sur se nuclearon para proyectar la concreción del Faro de la Memoria. Y con mucha militancia y participación social se fue haciendo realidad, en épocas donde las iniciativas relacionadas con los derechos humanos no eran fáciles de llevar a cabo.
Uno de sus principales impulsores ha sido Pablo “Chino” Mancini, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, organización que estuvo muy activa logrando junto a otras, muchos de los juicios concretados a los genocidas en nuestra ciudad.
“El Faro está dentro del inmenso predio costero de lo que fue la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina”, cuenta. “Ahí fui llevado en septiembre del ´76, donde me tuvieron encapuchado durante más de dos meses, junto con unos quince secuestrados más. En ese lugar, sufrí torturas y vejaciones de todo tipo, hasta tuve que presenciar violaciones. Luego, me trasladaron a la Base Naval de la ciudad, y poco tiempo después, me liberaron. Sabemos por diferentes testimonios que el centro clandestino de detención funcionó hasta el año 80 por lo menos, y que dentro del mismo predio hubo varios lugares habilitados para tal fin, como el polvorín. Se cuenta que tiraban los cuerpos al mar. Incluso hay testimonios de gente que sufrió “paseos con torturas” en el bosque contiguo, que en ese entonces también usufructuaba la marina. Donde ahora el intendente Montenegro pretende hacer negocios”, concluye poniendo palabras al horror vivido y a la indignación de hace unos meses.
Irma Piñeiro también ha sido una de las caras visibles del Faro. “Se trata del único predio recuperado de lo que fue la zona XV que abarcaba gran parte del interior de la Provincia dentro del esquema represivo de la dictadura. Desde un primer momento, tuvimos en claro que el enfoque tenía que ser hacia el futuro, y en ese sentido, muchos turistas vienen a sacarse la foto con este ícono y se encuentran con algo más. Hay que trascender el horror, y poder apuntar hacia la vida. ¿Y qué mejor para eso que el arte y la cultura? Por eso se han hecho -y se siguen haciendo- múltiples actividades con niños y jóvenes en el marco de las pedagogías de la memoria. Tenemos una escuela de hockey y articulaciones con diversas instituciones, incluso municipales. Hay talleres de artes plásticas, de teatro comunitario, hay una huerta, se cursa el programa FINES, se brindan talleres de salud mental para adolescentes, hemos atendido situaciones de violencia contra las mujeres. Participamos muy activamente de la red interinstitucional de la zona sur de Gral. Pueyrredon, junto con escuelas y organizaciones vecinales. Durante la pandemia funcionamos como centro de distribución alimentaria, después como vacunatorio ante el COVID y en un hecho simbólico muy potente, fuimos el primer y único ex centro clandestino de detención que fue lugar de votación. También tenemos un acuerdo estratégico con la Universidad que derivó que se iniciara la construcción de un centro de investigaciones marinas, que sería la sede de “Pampa Azul”, una ambiciosa iniciativa para potenciar los recursos de la plataforma continental, pero eso ha quedado trunco con la suspensión generalizada de obras determinada por el gobierno nacional. También, el año pasado, se diseñó un proyecto para que la parte de la reserva contigua se convierta en un espacio recreativo para las infancias. No demandaría una inversión considerable, pero lamentablemente, la Municipalidad no lo tomó en cuenta”.
Hace algunas décadas que la mayoría de los faros ya no cumplen sus funciones originarias, muy pocos proyectan su luz en la noche para evitar que los barcos naufraguen.
En Mar del Plata tenemos la suerte de tener uno, que no solo está muy bien conservado, sino que sigue trabajando incansablemente. Pero no enfoca hacia el mar, sino que ilumina tierra adentro recordando las tragedias que ya ocurrieron, y más importante aún, trata de evitar las futuras.
Con el gobierno actual, en todo el país, los espacios de la memoria y todas las políticas públicas de derechos humanos están a la deriva desde hace un año. Se sostienen por la empecinada y comprometida tarea de aquellos que no se resignan a olvidar. Por eso, también el Faro de la Memoria sigue ahí, incólume como el ícono que le da nombre. Y no se queda quieto. Paradójicamente, se mueve más que nunca.
En primera instancia por la resistencia al intento desembozado del Intendente Guillermo Montenegro de ceder parte del predio que fue centro clandestino de exterminio a una asociación de fomento vecinal para que lo alquile a una empresa de la nocturnidad ya elegida, que explota tres boliches y un balneario donde una mujer murió durante el último verano, y que además se dedica a elaborar gin. Esto se enmarca en un proyecto de ciudad que muchos no compartimos, porque todos sabemos lo que implica la noche como forma de vida.
El negacionismo y el “negocionismo” de los negocios inmobiliarios se dan la mano y pretenden avanzar sobre los predios de la memoria y los bienes comunes de los argentinos. El mensaje tiene que ser muy claro: Nunca Más tiene que ser verdaderamente nunca más. Y para sostener la memoria, es imprescindible un Estado que esté presente, acompañando e impulsando iniciativas.
En las últimas horas, desde el Faro de la Memoria han convocado a la ciudadanía marplatense a apoyarlos para evitar el desguace de la Secretaría de Derechos Humanos. La cita será este viernes 27 de diciembre a las 17 en la entrada, frente a la costa.
No permitiremos que apaguen la luz que proyecta, que va más allá de la memoria, erigiéndose como conciencia social de que habrá un futuro mejor. El Faro de la Memoria, como una “Luna tucumana marplatense”, va andando y cantando, como un modo de alumbrar a una todavía anestesiada sociedad marplatense.