Víctor Hugo Morales cargó en su editorial contra el Gobierno de Javier Milei y el “estúpido logo” de la motosierra que fue emblema y espíritu del brutal ajuste fiscal que se tradujo en despidos, desprecio, desesperanza y, más precisamente, en la muerte de personas a las que se les restringió el acceso a medicamentos, salud y alimentos de calidad.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Siguen los despidos de mano dura, el falangismo, el desprecio. Lo que escuchamos de Catalano es la queja dolorida de miles que terminan el año pensando en cuánto serán capaces de resistir los despidos, el miedo de los que aún sobreviven, la desesperanza como compañera del viaje final del 2024.
Hay que pensar que, para que esto ocurra en medio de la pasividad de la mayoría y el goce grosero de los sectores cómplices de la sociedad, es imprescindible que haya un trasfondo cultural que lo permita.
Es el éxito de años luchando contra el Estado, el triunfo de quienes lograron meter en la cabeza de la gente que lo mejor es la maldad, el sarcasmo, la indiferencia o el rencor, suministrados como si fueran pastillas para dormir, por los mensajeros del odio.
Catalano da pelea, los cesanteados hacen marchas, los ciudadanos más sensibles se angustian. Pero al cabo, cuando se dan cuenta, ya está hecho, ya fue. Son años y años de economistas que pasan por la televisión hablando en contra del Estado, años de editorialistas serviles del sistema despotricando sobre los servicios que el Estado presta a quienes lo componen.
Es natural que sea un economista el CEO general del poder económico —con el título de presidente—, la resultante de este tiempo acumulando mentiras y descalificaciones tenía que ser algo así.
Al cabo de miles de horas de esos economistas llevados para opinar contra los intereses del pueblo, lo que tenemos es esto: un personaje de opereta, un desastre que echa a los trabajadores o, cuando le sale bien de bien... los mata.
Sesenta personas murieron por falta de medicamentos, según el cálculo de la Federación de Profesionales de la Salud. La motosierra, este estúpido logo del desastre, actuando sobre los medicamentos oncológicos, produjo la muerte de esos pacientes que estaban en tratamiento por cáncer.
La liberación de los precios de los medicamentos, además, implicó la discontinuidad o suspensión de al menos el 15 por ciento de los tratamientos que llevan a cabo los jubilados.
La venta libre de los medicamentos que tenían descuentos es parte de ese "¡viva la libertad!". ¡Vamos con eso! ¡Vamos todavía! Viva la libertad de los empresarios. Muera el Estado que apaña a los jubilados "delincuentes" y les evita la muerte. ¡Vamos que vamos bien!