La periodista especializada en la industria alimentaria y autora del libro Malcomidos, Soledad Barruti, cuestionó la decisión del Gobierno de Javier Milei de dar marcha atras con la Ley de Etiquetado Frontal, flexibilizando las normativas que obligaban a las empresas a informar con octógonos negros los excesos de minerales no saludables en sus productos.
En concreto, el Gobierno habilitó que ahora los octógonos negros solo deban informar el exceso en la cantidad de azúcar, sodio, grasas y calorías que se añaden a los alimentos, y no los que estos contienen de manera natural.
En otras palabras, cambia técnicamente la forma en la que se deben hacer los cálculos para incluir, o no, octógonos, permitiendo a las empresas una mayor flexibilidad, quitando advertencias de productos que ahora los tienen.
“Los productos van a tener menos octógonos porque las empresas ya no tienen que comunicar cuando un nutriente viene ya de base con el producto”, explicó Barruti en declaraciones a la 750.
“Las marcas venden estos productos porque les ponen mucho de esto que hace que te encante. Si tienen mucha grasa y mucha sal, te gusta más, sobre todo si sos un chico. Ahora están menos obligados a contarte (qué tienen)”, añadió.
Además, Barruti detalló que antes, con la ley de 2022, las empresas tenían que “contar todo” respecto a sus productos, mientas que ahora “una sola parte”. Además, explicó la investigadora, también se flexibilizaron las limitaciones que había en materia de publicidad de alimentos insalubres para la población-
“La ley era muy clara en que su aplicación debía ir acompañada no solo de vigilancia, sino de educación alimentaria. Ante un Gobierno que no contempla ninguna de estas cosas como derecho, nunca se hizo eso”, explicó sobre la gestión de Milei en este tema.
Y añadió: “Entonces, obviamente, es difícil si no hacés un seguimiento que las personas lo naturalicen. Pero hubo efectos contundentes en el cambio de conductas de consumidores, sobre todo la guía que sirve para personas que tienen alguna patología”.
Ahora, el terreno está abierto a que las empresas vuelvan al ruedo y no tengan que dar demasiadas explicaciones a los usuarios son lo que están consumiendo: “No es que están obligados a no contar nada, sino a contar lo que ellos quieren. Y en la confusión es de donde sacan más ventaja”.