Natalia Zaracho es diputada nacional, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y militante por los derechos de los trabajadores de la economía popular en Argentina. Desde su banca trabaja incansablemente por la justicia social, llevando la voz de los sectores más vulnerables al Congreso. En esta entrevista exclusiva para Conciencia Negra del canal de stream Eva TV, Zaracho comparte el recorrido que la llevó de una infancia marcada por la pobreza en Fiorito a ocupar un lugar clave en la política argentina.

Sos la primera diputada cartonera, negra, popular. ¿Cuántos hay como nosotros en el Congreso de la Nación?

Estoy yo y dos más… Es mucha responsabilidad, por eso nosotros planteamos la necesidad de la representación. Estoy “titulada” como la “primera diputada cartonera” pero hoy no solamente represento al mundo cartonero o a la economía popular, sino también a muchos trabajadores que no llegan a fin de mes, a jubilados también. Hay una falta de representación que defienda, sin que le importen los títulos en un diario… En este contexto, siento que estamos en el centro de una disputa porque el gobierno nos elige como enemigos por lo que representamos y a quiénes representamos. Cuando asumí era la primera cartonera diputada, pero hoy estoy también defendiendo a los médicos del Garrahan, a los trabajadores del Hospital Bonaparte, a las universidades públicas, aprendiendo de un montón de luchas y defendiéndolas como propias. Por ejemplo, estuvimos movilizando, defendiendo las universidades públicas, cuando en nuestro sector son muy pocos los que pudieron acceder pero entendemos que es importante y que tenemos que profundizar y defender todas las luchas y conquistas que llegamos a tener hasta acá.

Y vos tenés muchos colegas en el Congreso que son hijos de la universidad pública que están votando en contra…

Y retrocedemos muchos años dando discusiones que creíamos que estaban saldadas. Nos vuelven a traer una agenda que nosotros creíamos que estaba resuelta y en vez de pensar cómo hacer para cambiarle la vida a la gente y proponer cosas, nos están haciendo discutir si la justicia social es buena o mala...

¿Contame cómo era la Nati Zaracho chiquita, ¿cuál era tu vínculo con la política?

En mi casa siempre fueron peronistas, pero yo era muy antipolítica. Estaba enojada con todo lo que represente a la política y al mismo Estado. Creo que hoy estamos volviendo a un mismo escenario (...). Imaginate que veíamos a los dirigentes políticos en años electorales, después no los veías nunca más. Si lo veía, lo veía de lejos y no era representativo. Si vas a un barrio con zapatos es que no entendés dónde estás. Por eso es importante lo de la representación, porque no es lo mismo. Yo te puedo hablar un montón pero después tenemos que llevar eso a la práctica y no lo vas a entender con la urgencia que se necesita porque tenés todo garantizado. Si vos abrís la heladera y la tenés llena, no vas a entender lo que es pasar una noche sin comer o que tus pibes vayan al colegio para comer, no para estudiar. Por eso nosotros defendemos al Estado, un Estado que sea eficiente, que resuelva, que llegue, lo hablamos porque lo usamos… yo ahora vengo del Hospital de Clínicas, de acompañar a mi vieja al médico desde las siete de la mañana y no le podemos resolver nada. Hay excelentes médicos pero está desfinanciado el hospital. Cuando vos lo empezás a usar entendés la bronca que siente la gente y por qué nosotros perdimos (…) Necesitamos volver a planificar con soluciones concretas.

Vos pasaste del enojo, del descreimiento total en la política a ser una abanderada de la política. ¿Cómo y dónde está el click que te llevó a cambiar esa perspectiva?

Mi enojo viene de que me tocó vivir el proceso del 2000 y 2001 siendo muy chica. Con 13 años me tocó salir, como muchos pibes y pibas de mi barrio, a cartonear. Imaginate, a esa edad uno debería estar jugando, pero en cambio yo estaba buscando en la basura de otro algo para sobrevivir. Era un momento cruel, muy malo, (...) . Llegaba a casa y la pasábamos para el culo; no teníamos las cosas básicas. Encima, cuando llovía, nos inundábamos. Eso hace que te enojes y que no le creas a nadie. Mi vieja fue una de las primeras que armó un comedor en Fiorito. Yo me enojaba mucho con ella porque sufría de la cintura, que se jodió cartoneando, como la mayoría de los que cartoneamos. La ayudaba a lavar las ollas porque ella no podía. Yo me enojaba, no entendía cómo podíamos ayudar a otros si no teníamos ni para nosotros. Pero ella decía: "Nosotros tenemos que ayudar, los chicos van a venir". Y así empezó todo, con otra vecina, con otras madres. Después aparecieron unos pibes que empezaron a militar en el barrio, que venían de la universidad. Había una doctora que trabajaba en la salita de Caraza, organizaban apoyo escolar y charlas de todo tipo. Yo decía: "Estos vienen acá, nos dicen qué hacer y después se van a sus casas con todos sus privilegios". Me parecía que venían a lavar culpas. Pero yo seguía yendo y ellos seguían yendo (...) Esa militancia que pone el cuerpo me interpeló y me hizo creer en la política. Y ver por qué nosotros teníamos que participar. Una de las pibas me dijo: "Si a vos no te gusta lo que yo hago, que es hablar por un sector que no represento, hacelo vos". Y ahí me cagó (risas). Entendí que era importante y dije “que no hablen más por nosotras, nosotras estamos acá” y empecé a hablar con las compañeras y les decía: "Nosotras tenemos que hablar, porque si no van a decir boludeces, ellas no viven acá, nos quieren representar y lo hacen con la mejor de las ondas pero nosotras tenemos que hablar.” Y me metí y acá estoy.

¿Cuándo aparece el feminismo en ese recorrido?

Como muchas compañeras, practicábamos feminismo sin ponerle nombre. No había tiempo para parar la pelota y ponerle nombre a todo lo que hacés pero lo practicás todos los días. Y ahí me pasó exactamente lo mismo. Fui dando discusiones, no queremos un feminismo que no nos represente, queremos nuestra agenda de tierra, techo y trabajo ahí. Cuando fui al Encuentro Nacional de Mujeres en 2015 me hizo un click ver a tantas mujeres organizadas discutiendo política, lo sindical, lo social (...).

¿Cómo ves la representación de los sectores populares dentro de tu espacio político?

En mi espacio político promovemos instancias de discusión, no solo de candidaturas sino de proyectos políticos (...). En el campo nacional y popular tenemos que dejar de resignarnos a candidatos moderados y empezar a plantear una agenda clara, con propuestas concretas (...). Este gobierno está yendo contra todo y nuestro próximo candidato o candidata tiene que ir fuerte, con una agenda clara.

No quiero dejar de pensar en esas Natalias, en esos jóvenes, en esas jóvenes que están enojadas… ¿Qué mensaje les darías? Y también, ¿cómo te imaginás de cara a que la política se llene de nosotros, de negros y negras?

Creo que, si eso pasara, viviríamos muy felices. Pero, mientras tanto, tenemos que seguir interpelando a toda la sociedad. Hoy no solamente tenemos que hablarle a la juventud; hoy tenemos que interpelar a todos, a toda la sociedad. Y, en ese interpelar, creo que hay una batalla cultural muy fuerte que debemos dar: ser más humanos. En ese ser más humanos, no podemos ser indiferentes. Yo, cuando me enojé, decidí participar. Y creo que ahí está el foco: tenemos que pedirle a la gente que participe, que no sea indiferente. No te digo “vení y participá en Patria Grande”. Si querés, buenísimo. Si no, buscá algo que sientas que te representa lo más posible. Pero que no te dé lo mismo. Porque alejarse, pensar que "son todos lo mismo" y que todo da igual, es una ganancia para ellos. Es una ganancia para los que siguen decidiendo sobre la vida de muchas personas que la pasan mal.

Esto se va a dar vuelta cuando conduzcamos el proceso nosotros. Y en ese proceso, creo que tenemos que ir haciendo experiencia, promoviendo a muchos compañeros y compañeras que realmente representen algo. Hoy hay mucha gente ahí [en el Congreso] porque es pariente de alguien. ¿A quién representan cuando levantan la mano? Nosotros queremos gente que nos represente de verdad. Porque hoy nuestro país está en riesgo, la patria está en riesgo, y debemos ser conscientes de eso. Esto no es menor. Acá no está gobernando Milei, está gobernando un poder económico. Tenemos que reconstruir rápidamente el campo nacional y popular, con todas las diferencias que haya. Creo que tenemos que plantear cosas concretas como principal objetivo, para avanzar con un programa claro. Un programa que diga qué vamos a hacer, para qué queremos ganar, y que no nos vuelva a pasar lo de ganar solo con una estrategia electoral y después cagarnos en todo. Eso también depende de poner a gente que represente algo, que sepa que hay personas que le van a exigir, que hay personas que van a estar ahí bancando en las malas. Esto pasa cuando hay representación genuina, no cuando alguien ocupa un lugar por casualidad o parentesco.

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