Con Gokú ocurre lo que ocurre con los grandes personajes de la cultura pop: no hay sujeto en la Tierra que desconozca su existencia. Le pasa a Superman, a Maradona, a Messi. "Aunque nunca hayas visto Dragon Ball, sabés que esos pelos puntiagudos son de Gokú", sostiene Nico Darfe, uno de los autores de Dragon World: Los Archivos Secretos, el libro que pone en valor la pasión que despierta la obra de Akira Toriyama y que entroniza una mirada sociológica del estruendoso e inmarcesible fenómeno mundial.

"Este libro es la materialización del amor que tenemos por la franquicia", desliza Ale Graue, el otro autor de la investigación. Entre manos, un libro de fanáticos para fanáticos, un artefacto que se yergue como un portal a mil mundos, algunos que disparan a la niñez, otros al legado. Con Dragon World: Los Archivos Secretos pasa lo que pasaba con los libros españoles que llegaban en los '90 y 2000 a Camelot Comics Store y a las comiquerías fifís: uno se pierde en los caireles de los datos y, también, se regala al detalle de las imágenes y las ilustraciones.

El trabajo de Dragon World le llevó a la dupla algo más de un año y fue, según dicen, la "concreción de un sueño". Ambos tienen una relación devocional con la franquicia que se materializa en Dragon Pod, el podcast que revuelve el guiso dragonbolero y se ceba con episodios, películas, personajes y disquisiciones nerds y de las otras.

Como curiosidad, el libro emplea un recurso singular para llevar adelante parte de la narración: sumó al Dr. Biro, un personaje inventado, contextualizado como un miembro de la Capsule Corp., que funciona como voz cantante de la acción. "Es un recurso que conocía de las guías oficiales de Saint Seiya, donde se ponía a la Fundación Graad como autora de toda la investigación que aparecía en las páginas. Nos pareció original tener a un personaje descubriendo y analizando su propio mundo, pero desde una perspectiva externa", aclara Graue.

Y en sus páginas, un tratamiento cuidadoso del lore de Dragon Ball Z y un tendal de chiches que el fan sabe apreciar. Entre ellos, unos fan arts exclusivos que ilustran cada uno de los 7 capítulos, a cargo de Gonzalo de la Rosa, Lea Caballero o Matías Mazzagatti, entre otros artistas. Y la elección del número 7 no es gratuita, ya que evoca a las siete Esferas del Dragón. Otro guiño al fan.

"Dragon Ball significa todo para mí", se sincera Caballero, quien se despachó con una ilustración de santería, estampitas, rosarios y figuras de santos dragonboleros. "Es una forma de encarar la vida, intentando superarse en lo que haga falta mejorar. Y artísticamente me parece hermoso", suma Mazzagatti, que tiró un hipervínculo pop con Gokú y Vegeta emulando la pelea de Mauro Viale y Alberto Samid.

Además, Ale y Nicolás sumaron una sección con entrevistas a celebridades que trabajaron en el animé, el manga y la música. Por ahí, los nombres de Mario Castañeda, la voz de Gokú, y de René García, el actor detrás de Vegeta. Y un ida y vuelta con Luis De Lille, el cantante oficial del primer opening de Dragon Ball. "Sentimos que es una propuesta completa, diferente, artística y atrapante", completa Darfe.

"Es un libro que te abre una ventana para acomodar lo que sepas de Dragon Ball y, tal vez, para que te enganches aún más", asoma Mariela Carril, legendaria conductora de El Club del Animé, el programa de Magic Kids donde se encendió el fuego de Gokú & compañía, quien ofició de host en la presentación del libro en la Alianza Francesa de Palermo. "Mi capítulo favorito es el del marco teórico, que ellos utilizan para analizar el mundo de Toriyama", continúa.

¿Marco teórico? Sí, desde allí emergen autores como Michel Foucault, Hans-Georg Gadamer, Jean-Jacques Rousseau y Augusto Comte. Citas que, lejos de la pedantería intelectualoide, se convierten en herramientas de reflexión al revisar la obra de Toriyama. "No sabemos qué pretendió transmitir Toriyama, pero resulta ameno analizar su obra desde esa perspectiva académica", insiste Mariela.

El capítulo en cuestión detiene la marcha sobre la relación con la fe, las expresiones de diversidad, el peso de la amistad, el lugar de la autosuperación y los devenires de la vida en sociedad. "Como Toriyama era un hombre simple, nos pareció correcto vincularlo con ensayistas clásicos", argumenta Darfe. "Reconstruimos el universo de Dragon Ball para entenderlo bien en profundidad."

En ese sentido, el libro publicado por Universo Retro imagina a un lector compenetrado con la obra, que viva a Dragon Ball de una forma pasional y que no se define por edad, sexo, ni clase social. "Mi editorial se basa en productos, series, dibujos animados, juguetes y cultura de los '80. Yo tengo un público de entre 40 y 50 años. Pero con este libro está apareciendo mucha gente nueva, muchísimo más chica. Por eso, para conmemorar el aniversario número 40 de la serie, me pareció lindo tener algo nacional, algo hecho acá de Dragon Ball", identifica Adrián Paglini, su editor y responsable del sello UR.

"A mí me flashea que se siga hablando de Dragon Ball tantos años después. O sea, me flashea pero hasta ahí, porque en realidad entiendo por qué es una obra que perdura en el tiempo y atraviesa generaciones", se suma Carril. "Es un cóctel de compañerismo, amistad, los grupos, las peleas, la testosterona infantil… creo que esto pasa pocas veces. Y no se me ocurre con qué otra obra haya pasado algo así."

Por caso, Dragon World: Los Archivos Secretos se configura como el primer libro nac & pop de estas características. Y se ensancha con una posición discutida en la actualidad: Gokú es un héroe 100% colectivo. "Nunca podría haber derrotado a ningún villano sin la ayuda de sus amigos. Incluso desde su entrenamiento. Todos creemos que es el más fuerte, pero él nunca lo imagina. Por eso, siempre eligió tener maestros. Sabe que las enseñanzas son importantes. Goku no sería Goku sin las personas que lo rodean", despeja Nico, a contrapelo de la visión internetera que sindica a Gokú como "un héroe individual".

Pasan los años, pasan los gobiernos, pasan los artistas, sigue Dragon Ball. Y en el medio, Gokú, el ídolo, la estampa, la figura que trascendió el ecosistema japofan para convertirse en un ícono global. "Es que reúne todo lo que un personaje clásico debe tener", tira Graue. Y se le va la lengua: "Tiene un diseño atrapante e inconfundible, una personalidad atrayente, cierta mística sobre su origen y su desarrollo y, por sobre todas las cosas, un nombre simple y pegadizo".

Para ambos autores, la obra de Akira Toriyama delineó su personalidad y comprime un cúmulo de sensaciones, ensoñaciones y evocaciones. Incluso, reconocen, hasta delineó parte de su vida adulta. Nicolás con su canal de YouTube de la Enciclopedia de Dragon Ball y Alejandro con su oficio de doblajista, que advierte en la voz de Castañeda, del mismísimo Gokú, un punto de origen para convertirse él mismo en un profesional del doblaje (hizo de Dipper en Gravity Falls y de Kenshin en los live action de Samurái X). "Además, conocí gente y me hice amigo de personas que, sin Dragon Ball, tal vez jamás habría tenido en mi vida", corona Ale.

La niñez como un refugio y Dragon Ball Z como un puente generacional que une a niños sub-10 con los mocos colgando con adultos que pagan ingresos brutos y, en la vuelta, hasta cambian pañales. Corazones prístinos que se acoplan, valentía heroica y lecciones aprendidas: el poder de la amistad, al planeta salvará. Gokú es pueblo, Gokú es amor.


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