Sobre la final del Mundial de Fútbol 2022 se dijeron muchísimas cosas. Una de las ideas que más circuló en aquel momento fue la de que nadie podría haber imaginado un guión cinematográfico con características tan peculiares. ¿Quién podía soñar una historia con todos esos giros en 139 minutos? Aquel partido disputado en Qatar –que tuvo tiempo suplementario con la inolvidable atajada del Dibu Martínez y una tanda épica de penales– fue el disparador del Concurso Internacional de Narrativa Futbolera impulsado por Editorial Octubre. Este jueves se presentó Una Final de cuento, el libro que reúne los mejores relatos del certamen coordinado por Fernando Kleiman.
La cita fue en la librería Caras y Caretas y, en la previa del evento, sonó una playlist con espíritu mundialístico: "Pa' la Selección" de La T y la M, la infaltable "Muchachos" interpretada por La Mosca, y el clásico "Brasil, decime qué se siente", entre otras canciones. Los autores y las autoras llegaron a la librería con grupos de amigos y familiares, se ubicaron en las mesitas de la cafetería y esperaron el inicio de la presentación rodeados de libros, ejemplares de Página/12 y una nutrida colección de la revista Caras y Caretas.
Génesis del concurso
"A mí, al igual que ustedes, me gusta mucho leer ficción futbolera. Y de tanto en tanto, cuando aparece alguna musa gambeteando por derecha, llegando hasta el fondo, levantando la cabeza, viendo al arquero tirado en el suelo y se acuerda de mí, cuando me ve que estoy ahí, paradito cerca del punto penal para empujarla, también me gusta escribir. A mediados del año pasado estaba con algunas ideas en la cabeza y me di cuenta de que todas terminaban en el famoso 18 de diciembre de 2022, en Doha (Qatar)", contó Kleiman sobre el origen del concurso. "Creo que no existe ningún escritor, por prolífica que sea su imaginación y por más enemistado que esté con la verosimilitud, que pueda imaginar una historia como la que vivimos esa tarde".
El partido entre la Argentina y Francia fue una verdadera película: un romance con la pelota, una comedia liviana de tan sobrados que estaban los muchachos de la Scaloneta en cancha, un dramón que termina sí o sí en lágrimas y una peli de terror que decanta en las peores pesadillas. Afortunadamente hubo final feliz; vino la victoria por penales, el frenesí desquiciado frente al televisor, el grito desaforado, el abrazo apretado en familia y la euforia colectiva en las calles. Kleiman lo definió como "una montaña rusa de emociones" y todo ese abanico de sentimientos aparece en esta particular antología.
"Vivimos la ilusión, la alegría, el orgullo, la preocupación, el miedo y la angustia. Después vino el desahogo y se desató la fiesta más maravillosa de la cual tiene registro el país", recordó Kleiman. Por supuesto la final de Qatar no fue el único partido memorable que jugó la Selección Argentina: hubo cientos de encuentros épicos, pero pocos tuvieron tantos giros, tantas sorpresas, tantas imprevisibilidades (e imposibilidades), tantas emociones. Ninguno encarnó tan bien la idiosincrasia de un país que cae y vuelve a levantarse en los momentos más insospechados, aún cuando lo hayan dado por perdido. Kleiman mencionó también "el famoso partido del '86 contra los ingleses y todas las peripecias de la vida de Diego" como un ejemplo de esa épica, pero sin dudas el 18 de diciembre de 2022 fue un antes y un después en muchos sentidos. Por Lionel Messi, por Ángel Di María, por Diego Maradona, por la Scaloneta, pero sobre todo por los millones de argentinos sintonizados en la misma frecuencia.
"Tuve la suerte de poder transmitir esta idea a la gente de la Editorial Octubre; ellos abrazaron la idea desde el primer momento y fueron capaces de llevarla adelante. Quiero agradecer muy especialmente a Víctor Santa María y a todo su equipo por haber apoyado una iniciativa de estas características, que está totalmente alejada del fin de lucro y que tiene por único objetivo brindar a todos aquellos que disfrutan de escribir la oportunidad de ser publicados", destacó Kleiman, y felicitó a los seleccionados. Además, expresó su deseo de que este tipo de reconocimientos puedan convertirse en un impulso para que "las páginas en blanco se vayan poblando de la inspiración, el talento y el compromiso que demostraron en este concurso".
Los autores
Se recibió cerca de un centenar de textos, pero la antología está compuesta por los veinte mejores relatos de ficción futbolera. Hubo un jurado de preselección y la etapa final quedó a cargo de los miembros de Relatorxs: Víctor Hugo Morales, Alejandro Fabbri, Alejandro Apo, Ayelén Pujol y Viviana Vila. "Ay no, Montiel", escrito por Daniel Ibaña, obtuvo el primer premio; "Sentado en el avión de Fer", de Marcos Luccisano, se llevó el segundo; y "Todavía falta", de Mariano González, fue destacado con el tercer galardón. Carla Lorenzo, encargada de la librería Caras y Caretas, resaltó la participación de escritoras mujeres y dijo que "además de ser un concurso internacional tiene un toque bien federal", porque hubo candidatos de todo el país.
La mayoría de los autores se enteró del concurso por los avisos en Página/12 y posteos en redes sociales; muchos decidieron presentarse por el prestigio del jurado. "Me costó un poco rememorar la final porque la sufrí tanto que no podía volver a verla –cuenta Ibaña a este diario–. Fue como un estrés postraumático, entonces tuve que volver a verla para definir qué era lo que podía hacer. Traté de centrarme en el último penal, el de Montiel. Ya tenía una idea para un cuento sobre otra cosa: sería una final hipotética de un Mundial de la cual no se sabría el resultado. La tenía anotada y cuando vi lo del concurso inmediatamente me acordé de esa idea, la busqué y probé". Daniel escribió dos cuentos y sintió que este era el que le había quedado mejor. Con ese texto obtuvo el primer premio.
"No fue mi culpa. Sé, a conciencia, que no tuve ninguna responsabilidad en el accidente de mi hermano; pero no me puedo sacar de la cabeza la sensación aberrante de haber sido la chispa que provocó la explosión. Si no le hubiese insistido para que viniera a Buenos Aires desde Santa Fe a ver la final con nosotros, no sólo la hubiese visto el mismo dieciocho de diciembre sino que también estaría sano, en su casa, haciendo su vida con toda normalidad". Así empieza el texto ganador. Ibaña asegura que le tenía fe pero no imaginaba obtener el primer puesto porque "es muy difícil ganar un concurso". La noticia lo sorprendió gratamente.
"Todos los días escribo un poco y leo. Quizás es una forma de escape. Antes lo hacía de manera más espaciada y ahora es casi una obsesión: tengo que escribir todos los días. A veces estoy haciendo algo y quiero volver a mi casa para seguir con una idea o para corregir algo. Me levanto temprano los fines de semana para poder hacerlo, me meto en talleres literarios, leo tratando de aprender cómo otros autores presentan los conflictos, cómo los resuelven y plantean dudas", explica el ganador, y agradece estas convocatorias que permiten dar a conocer a escritores noveles. "Ver nuestros textos impresos en un libro es algo con lo que todos soñamos y es muy lindo que se nos reconozca. Es un mimo al alma".
Federico Cavalli escribió "La final del Flaco", una historia que él mismo define como "semi-real": el periplo de un hombre que no podía ver la final por razones de salud –un problema cardíaco– y decidió ir al campo para vivir desde allí el gran evento deportivo. "El cuento narra lo que le pasó a él durante esas tres horas, las cosas que experimentó y cómo tuvo que resistir entre enterarse, sufrir y evitar morir de un ataque al corazón", puntualiza Cavalli, y sostiene que "escribir es vivir a través de lo que uno escribe y de eso que uno deja ahí plasmado". Él dedica su texto "al Flaco, que pudo resistir la Final" y opina que "es fundamental que haya nuevas voces en la narrativa futbolera".
Gustavo Grosso y Claudio Gómez están sentados en un rincón de la librería con sus ejemplares. Uno tiene una remera de Charly García y el otro una del Diego; ambos son periodistas –Claudio fue profesor de Gustavo hace varios años– y hoy los reúne esta antología. Grosso recuerda que la noticia del concurso le "prendió la mecha" para ponerse a trabajar y aclara que por la especificidad de la convocatoria no servía tener un cuento ya escrito, así que había que sentarse a imaginar una historia en torno a la gran final. "A mí me interesó participar porque me gusta escribir. Soy periodista y cada tanto me animo con alguna ficción –explicó Gómez–. Me atrajo mucho la consigna y me lancé con un texto maradoniano porque sentí que era la persona a la que le teníamos que hacer un homenaje. Todos los jugadores y el cuerpo técnico recibieron homenajes por todos lados, pero sentí que en ese momento faltaba un homenajeado que era el Diego. Por eso escribí este texto".
Los dos recuerdan la intensidad con la que vivieron el partido, pero Gustavo confiesa: "Hay un instante que borré de mi cabeza y tuve que volver a mirarlo, hay secuencias que no recuerdo entre el 2 a 1 y el 2 a 2". Sin embargo, el autor decidió escribir un cuento sobre la previa, las escenas que anticipan la final, el universo de las cábalas. Claudio recuerda que ese día vio el partido con amigos, asado y ritual futbolero; estaban en Caballito y, después del grito de victoria, fueron caminando hasta la casa de Maradona en La Paternal: "Fue nuestro homenaje al Diego y mucho de eso hay en este cuento. Fue un gesto de gratitud porque sentía que tenía que estar presente en esa tercera estrella y mi manera de hacerlo fue con la escritura".
Literatura y fútbol: una pasión
Daniel Ibaña es licenciado en Radiología y trabaja en el Hospital Garrahan, Marcos Luccisano es visitador médico y Mariano González era empleado de comercio hasta hace poco y ahora hace tatuajes. A los tres los une la pasión por la literatura, todos escriben en sus ratos libres. "Del concurso me enteré por Página, que ese día vino a casa como cada mañana –recuerda Luccisano–. Yo me levanto muy verborrágico y mi señora no. Ella fue la que me dijo: '¿Por qué no te ponés a escribir?' Me parece que me lo dijo con ganas de callarme. Y digo que esto fue el principio de la venganza de Messi y Di María porque mi cuento habla un poco sobre mi descreimiento acerca de que ellos nos podían regalar un Mundial, de cómo me senté a ver esa final después de haber sido tan crítico con ellos. Para mí fue una tortura, yo ya había perdido: si ganaban, perdía mi prestigio de gran DT. Todos los argentinos nos creemos directores técnicos, entonces mi derrota ya estaba consumada porque íbamos a jugar una final, y Messi y Di María estaban en la cancha".
La Argentina ganó y ahí empezó el tormento para este autor que se inspiró en sus propias contradicciones a la hora de escribir. "No me creía merecedor de ese festejo y de eso habla el cuento. Tenía sensaciones encontradas: por un lado, quería que saliéramos campeones; por otro, me preguntaba de qué me iba a disfrazar después de todo lo que había dicho", sintetiza Marcos, que esa tarde se sentó a ver el partido con miedo a ser juzgado por su esposa y su hija "por ser tan panqueque". "Supongo que debe ser la presión ortostática pero me quedé tirado en el piso y no me podía parar, perdí el equilibrio. No podía hablar, no podía abrazarlas. Veía que ellas se abrazaban y no podía ir hacia ahí", recuerda, y confiesa que este es el primer concurso al que se presenta. "Todo lo que escribo, lo tiro; nunca me había animado a mostrar nada pero de a poco empecé a compartirlo con algunas personas que me impulsaron a presentarme".
González tiene un libro de fútbol publicado (Crónicas extraordinarias de la extraordinaria liga cafferatense de fútbol) y esta semana vivió emociones fuertes: no sólo ganó el tercer premio en este concurso sino que, además, se casó hace 72 horas. La tía de su esposa estaba en un bar leyendo Página/12 y, como sabe que a Mariano le gusta escribir, le mandó una foto del aviso a su sobrina. Lo primero que se preguntó el autor a la hora de sentarse a escribir fue desde qué punto de vista iba a narrar la historia: primero pensó en recrear la voz de Maradona guiando la pelota desde el cielo, pero finalmente optó por la mirada de infancia y el primer Mundial. Su cuento explora las vivencias paralelas de un niño argentino y un niño francés. "Estaba en mi casa con mi hija de un año y mi compañera, tenía que contener los gritos para no asustar a la bebé. Lo viví con mucho nerviosismo y mucha angustia porque sentía la injusticia de que se nos estaba escapando algo que ya teníamos. Por suerte terminó bien".
Además de los autores mencionados, los cuentistas que integran la antología son: Mauricio Coccolo, Karen Torres, Gabriel Dvoskin, Sebastián Tafuro, Pablo Sebastián Rolón, Daniel Alonso, Santiago Garat, Fernando Belottini, Andrés Tempelsman, Luis Santos, Sergio Simionato, Pamela Bustos, Natalia Di Virgilio y Lucas Bauzá.