Desde Roma
Licio Gelli, el jefe de la Logia Masónica Propaganda Dos (P2), ha sido definido por algunos medios como el hombre que ha estado “detrás de los grandes misterios” de la historia italiana. Sobre todo misterios de las últimas décadas del siglo XX, como la bancarrota del Banco Ambrosiano y la aparición - colgado de un puente en Londres- de su dirigente Roberto Calvi, un intento de golpe militar, algunos negocios del Vaticano, la mafia y la red de corrupción en Italia bautizada como “tangentopolis”, entre otras cosas. A casi dos años de la muerte del llamado “Maestro Venerable” de la Logia P2 en diciembre de 2015, esta semana salió a relucir un primer testamento escrito a mano por él mismo en 1998 y en el que habla de sus propiedades, no sólo en Europa sino en Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, lo que hace pensar que no era sólo el hombre “de los misterios” italianos sino también latinoamericanos.
“O hacen lo que les digo o mi herencia terminará en manos del estado”, escribió Gelli en el testamento dirigiéndose a sus hijos. El testamento, según se informó, fue secuestrado en un primer momento por la policía francesa que arrestó a Gelli en Cannes en 1998 y después fue pasado a la justicia italiana. Gracias a eso, el fisco italiano después le pasó a Gelli una cuenta de 17 millones de euros de impuestos no pagados. Pero al parecer buena parte de esa demanda cayó en prescripción, táctica usada -el alargar terriblemente los procesos- bastante a menudo por las defensas en Italia para que los acusados al final no paguen sus deudas.
Su patrimonio sumaba entonces 95 millones de euros. Entre otras propiedades su casa en la ciudad italiana de Arezzo (Villa Wanda, tres pisos, 33 habitaciones, jardines, piscina, etc.), dos casas en la francesa Costa Azul, departamentos repartidos por distintas ciudades. Se agregan a esta lista unas 172.000 hectáreas de tierra en Paraguay, las estancias El Turuman Sarandí y S. Lidia Soca (unas 16.000 hectáreas por valor de 5,5 millones de dólares) con animales, además de cuatro edificios, en Uruguay, dos fazendas (haciendas) con plantaciones de naranjas en Brasil, 30 hectáreas edificables en Argentina (al parecer vendidas en 1987). A eso se sumaban brillantes, joyas y 160 kg de lingotes de oro que el Maestro Venerable había escondido, después se supo, en las macetas del jardín de Villa Wanda. El hecho de que las propiedades latinoamericanas fueran en cuatro países del llamado Plan Cóndor (que comprendía Chile, Bolivia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Perú), gracias al que las dictaduras latinoamericanas hicieron desaparecer a miles de sus ciudadanos en las décadas del 1970-1980, ha hecho pensar en las relaciones que tenía Gelli con los militares de esa época. Como buen masón y además fascista, había hecho –secretamente como corresponde a la masonería–, su trabajo de entrelazar militares, dirigentes políticos y empresariales de las dictaduras. Es sabido que el almirante Emilio Massera y el general Guillermo Suárez Mason, estaban afiliados a la Logia P2 y se dijo que Gelli tenía un pasaporte argentino. También se ha hablado de que Gelli tenía relaciones con el general Juan Perón. Otras fuentes periodísticas aseguran que Gelli estuvo escondido en la década del 1980 en Paraguay mientras la justicia italiana lo buscaba. En Paraguay todavía gobernaba el dictador Alfredo Stroessner.
“Nací en época fascista. Trabajé para el fascismo. Soy fascista y moriré siendo fascista”, había confesado Gelli en televisión algunos meses antes de morir. Durante el fascismo, en efecto, se desempeñó como Inspector Nacional de la Organización Fascista, según un documento suyo que circula en Internet. Como fascista y como masón, Gelli se dedicó a hacer contactos entre los que la pensaban como él de muchos países. En 1981, los jueces que en Italia investigaban sobre el caso del banquero Michele Sindona, miembro de la P2 y con estrechas relaciones con la mafia, hicieron varios allanamientos y en uno encontraron una valija con una larga lista de miembros de la P2, en la que figuraban numerosos políticos de renombre. El escándalo fue total porque nadie sabía que esas personas estaban afiliadas a la masonería de Gelli. Entre ellos Michele Sindona y Roberto Calvi –ambos asesinados–, Silvio Berlusconi y Fabrizio Cicchito que después pasaron a ser políticos de renombre en la política italiana, ambos de Forza Italia.
La lista de 962 personas presuntamente inscriptas en la Logia P2 y que fue cuestionada por algunos de los mencionados, fue difundida por la presidencia del Consejo de Ministros de Italia en mayo de 1981 y considerada auténtica. En ella figuran, además de los italianos, unos 15 personajes brasileños y 19 argentinos, entre ellos Raúl Alberto Lastiri –presidente interino de la Argentina entre julio y octubre de 1973–, el ministro de Bienestar Social de la tercera presidencia de Perón, José López Rega –conocido como el Brujo–, Massera y Suárez Mason.
Aunque el testamento que se conoció ahora fue anulado o reescrito por el propio Gelli antes de morir, según trascendió, queda por responder la pregunta de cómo y a través de quién, el Maestro Venerable pudo obtener todas esas propiedades en los países del Plan Cóndor.